«INFRAMUNDO»
En una lujosa habitación se encontraba perdido en sus pensamientos un joven de piel pálida cual fina porcelana, hermosos ojos que asemejaban dos gemas de rubí, y largo y sedoso cabello rojizo, tanto que no era conciente del par de aguamarinas que lo observan en silencio admirando su porte y gestos, tan solo fue conciente de su acompañante al sentir los brazos de este rodeando su cintura al tiempo que unos fríos labios depositaban un suave beso en su mejilla izquierda.
-¿Qué te tiene tan pensativo que no te percataste de mí presencia?-fue la cuestión que salió en apenas un susurro de los labios de un hombre de aspecto intimidante, cabellos azabache y poseedor de unos hermosos ojos cual aguamarinas
Sacudiendo levemente la cabeza en negación, el bello pelirrojo se dio suavemente la vuelta aún entre los brazos del recién llegado para dar un ligero beso en los labios del contrario, recostando su cabeza en el pecho del quie fuera considerado un Dios cruel y despiadado por gobernar el mundo de los muertos, cerrando los ojos al momento en que se envolvía en ese aroma a vino y chocolate amargo que le brindaba una calidez que nunca antes había sentido ni siquiera con quién fuera su mejor amigo y posteriormente amante en el Santuario de la Diosa Athena cuando era un caballero del más alto rango y custodio de la onceava casa del Zodiaco, muchas veces se perdía en sus pensamientos pensando que estaba cometiendo un perjurio tanto a la Diosa que sirvió como a quien alguna vez considera la persona más importante para él, aquel griego de tez bronceada, hermosos ojos cual zafiros, de brillante sonrisa y hermosa cabellera rubia, quien no solo era un caballero sino uno del mismo rango protector de la octava casa Milo de Escorpio, después de mucho tiempo le había solicitado a Hades le permitiera visitar la tierra de los vivos y este se lo había concedido probando así que no era la clase de Dios que todo el mundo pensaba sino por el contrario un Dios justo que velaba para que todas las almas que ingresarán a su reino tuvieran un juicio justo en base a sus actos para cumplir su condena, dejando escapar un ligero suspiro levanto su cabeza para alejarse un poco y ver los hermosos ojos de la deidad que parecían leerlo fácilmente, regalándole una sutil sonrisa se terminó de alejar al tiempo que el Rey del inframundo retiraba sus brazos de la gracia figura del delicado cuerpo de Camus.
-Debo volver, aún tengo situaciones que requieren mí atención, descansa un momento, no dejes que tus pensamientos te agoten, vendré por ti para que cenemos juntos-proclamo el Dios al tiempo que dejaba un beso en la mano derecha del galo y se daba la vuelta abandonando la alcoba.
Se quedó de pie unos segundos o tal vez minutos después de la partida del Dios, suspirando procedió a caminar a la bella cama de doseles y cortinas de seda al natural con sábanas de seda negra tomando asiento en esta para proceder a recostarse, Hades tenía razón no valía la pena seguir pensando, lo que el hacía no era ningún tipo de perjurio, en vida se dedicó a la protección del santuario y la casa que custodiaba, dedico esta a servir lo mejor posible a su Diosa y le entrego todo lo que podía a Milo, aquel joven griego que siempre sería su primer amor, aún recordaba la visita que le había realizado la noche anterior.
«Flash Back Santuario de Athena»
Después de haber conseguido el permiso del Dios de subir a la tierra se dirigió al Santuario cubierto por una capa, tuvo mucho cuidado de no ser visto por nadie y atravesar las casas sin dar a conocer su presencia para los custodios de las casas zodiacales precedentes a Escorpio, dónde ingreso y encontró aún despierto a su anterior amante, se acercó de manera cautelosa.
-Milo- fue el susurro que abandonó sus labios que de haber algún sonido no podría haber sido escuchado por el heleno, quien al reconocer esa voz volteó con la incredulidad escrita en el rostro ya que no creyó volver a oír esa voz pronunciando su nombre.