INFRAMUNDO
«Habitación de Hades»
El Dios de los muertos tan sólo observaba recargado en el umbral de la entrada a sus aposentos a el caballero que había robado su corazón dormir pacíficamente sin nada que pudiera perturbar sus sueños, ¿En qué momento se enamoró de él? No tenía la respuesta a tal cuestión.
Dejando escapar un silencioso suspiro se encaminó a la cama ubicada en el centro de sus aposentos adornada por finos detalles en oro y resguardada con hermosos doseles de la más fina seda al natural, para reacomodar un mechón de fino cabello carmesí que caía sobre una de las sonrosadas mejillas, perdiéndose en sus recuerdos mientras dedicaba una leve caricia en la misma al retirar la rojiza cabellera.
«Flash Back»
Nuevas almas llegaban al tártaro a cumplir con su penitencia por sus pecado cometidos en vida sin ser conscientes de que eran observados con sumo interés por el Rey del Inframundo, y es que los nuevos huéspedes en el Hades no eran alguien sin importancia ya que estos eran caballeros que en vida pertenecían a la orden de caballeros dorados, los guerreros más poderosos al servicio de Athena, pero fue uno quien captó el interés del Dios de los muertos, un caballero de cabellera larga y sedosa de un brillante color carmesí que poseía por ojos unos hermosos rubíes y una piel tan blanca que daba el aspecto de ser de la más fina porcelana, lo que más asombro al Dios fue que dicho mortal dirigiera su mirada hacia donde se encontraba oculta la pequeña esfera que había conjurado para que los siguiera apenas habían cruzado la entrada a su reino, cosa que no podía ser posible ya que está no podía ser vista por nadie más que el mismo, sacudiendo levemente la cabeza por tan absurdo pensamiento modifico el conjuro para que solo siguiera al caballero de cabello carmesí.
«Fin del Flash Back»
El Dios de los muertos sacudió levemente la cabeza para alejar dichos recuerdos procediendo a recostarse de frente al acuariano, atrayendo hacía sí el cuerpo durmiente de su amante y cubriendo ambos cuerpos con las finas sábanas de seda negra.
No tenía caso pensar si era correcto que compartiera lecho con un hombre que en vida fue un caballero de Athena y del rango más alto traicionando con ello el amor que siglos atrás sintió por Perséfone aquel que le provocó un terrible dolor con la partida de la misma al Olimpo para no volver al inframundo, no podía llamarse traición, no cuando era ella quien había decidido irse con su madre Deméter quien le había convencido definitivamente está vez para dejar de ser la Reyna del mundo de los muertos, su esposa, aquella que se marchó sin mirar atrás, la mujer que amo y que juró amarlo, no, él no estaba traicionando a quien en su momento amo y adoro, que importaba lo que los demás Dioses pensarán no estaba haciendo algo incorrecto solo estaba siguiendo a su corazón quizás por primera vez, el amor que le tuvo a su esposa no se podía comparar con el que ahora empezaba a sentir por el hombre que reposaba en su cama, aquel que le producía sensaciones que nunca antes llegó a sentir al hacer el amor con su bella aunque fría esposa y es que a pesar de que era un caballero que manejaba el hielo,que poseía un cosmos frío como los hielos eternos de Siberia cuando se entregaba a él le producía una cálida sensación que iniciaba en su pecho y terminaba recorriendo su cuerpo entero haciéndolo vibrar, no definitivamente no era traición, su propio hermano Zeus le apoyaba, ya que al igual que él estaba profundamente enamorado de un hombre que fue un príncipe de suma belleza entre los mortales que actualmente era el amante de su hermano y el copero de los Dioses, aquel que era el único capaz de aplacar la furia del rey del Olimpo comuna palabra, caricia o mirada, aquel a quien le obsequió una constelación que lo representaba, curiosamente la misma a la que pertenecía su bello amante dormido, ahora podía comprender mejor el actuar de Zeus al raptar a Ganimides, su pequeño hermano también amo en su momento a su bella esposa pero era más que obvio que ella nunca le provocó emociones y sentimientos como el copero, lo mismo le sucedía a él.