REY DE LA VELOCIDAD.
Heather
Es un completo alivio cuando miro las notas de las últimas pruebas; por suerte, son aceptables para mis padres. Ahora, sintiéndome un poco más desahogada, podré estar tranquila este fin de semana.
Una vez que el profesor se ha cansado de llenar el pizarrón con tantos números y ha dado la clase por finalizada, con todo el gusto del mundo, guardo mi cuaderno y mi lápiz en mi bolso, y prácticamente salgo despavorida de la sección. Me dirijo a la cafetería y tomo la primera mesa que encuentro disponible, masajeo mi cuello y poco a poco me relajo al saber que la próxima clase de Finanzas será hasta la siguiente semana.
Para mi desdicha, estudio Economía, no porque sea mi vocación, sino porque es la carrera universitaria que mis padres me impusieron «con el fin de preservar y mejorar la cadena hotelera de la familia Fleming» —es lo que dice mi padre— y, aunque ya les he hecho saber que no estoy conforme con la decisión que se suponía me correspondía tomar solo a mí, dejar esta carrera no es una opción, mucho menos un tema en las infaltables cenas de los sábados.
«Cobarde», dijo ese chico y, aunque han pasado casi dos meses desde aquella noche, sigo pensando que tal vez tiene razón. Soy una completa cobarde por no imponerme ante ellos y por no serle fiel a mis ideales, pero unos padres como los míos resultan intimidantes y desinflan cualquier acto de valentía.
Chequeo la hora e intento llamar a la única persona que eleva mi estado de ánimo, pero parece adelantarse, ya que el nombre de Thiago aparece en la pantalla de mi celular, lo que me roba una amplia sonrisa. Contesto al instante, y nos envolvemos en una amena conversación al escuchar bastante de sus aventuras. Por la diferencia de horario, él es quien se tiene que desvelar para que podamos comunicarnos, aunque no es un sacrificio para él, ya que es bien recompensado con las tantas chicas con las cuales se divierte hasta la madrugada.
—Londres está resultando encantador y las londinenses todavía más —asegura eufórico a través de la llamada.
—Lo puedo imaginar y estoy segura de que no había necesidad de alejarte tanto cuando, en Estados Unidos, puedes sacar un doctorado en rompecorazones.
Se carcajea. Thiago es mi hermano mayor y mi constante comparación para ser como él, un licenciado en Economías que está realizando un doctorado en una universidad de Londres. «Deberías ser como Thiago». «No entiendo por qué eres tan diferente de tu hermano; deberías aprender más de él y enorgullecer a la familia». Me río porque no puedo creer que, incluso, en mi mente pueda imitar perfectamente a mi madre, así que sí, Thiago es el vivo retrato del mejor hijo que pueda existir sobre la faz de la tierra.
—No te preocupes, hermanita. No hay corazones rotos.
—Eso espero, porque no quiero que alguna chica con un acento bien marcado aparezca un día frente a la puerta de nuestros padres intentando rebanarte en miles de pedazos.
—¡Jesús, Heather! Hablando de acentos, en una de mis clases, he conocido a una chica con el acento británico más sexi. Te juro que casi me provoca un orgasmo auditivo. —Lo interrumpo diciéndole que no necesito tantos detalles, y ambos acabamos en risas.
Cualquiera pensaría que las constantes comparaciones y preferencias hacia Thiago me harían odiarlo o tenerle alguna clase de celos, pero es todo lo contrario; de hecho, lo adoro y lo admiro. Es un gran hermano; desde pequeña, recuerdo que siempre me ha protegido y velado por mí... En verdad lo extraño. Ojalá regrese pronto.
Con nostalgia, termino la llamada y, mientras camino hacia el auditorio para la siguiente clase, tecleo un mensaje a Lindsay para preguntarle lo que cenaremos esta noche. En mi paso, choco con un chico que está repartiendo algunos volantes.
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Adorable Perdición (Disponible en las principales plataformas digitales)
Genç KurguHeather Fleming lo único que quiere es dejar atrás su odiosa personalidad y tener el nuevo comienzo que le brinda la vida universitaria. Todo lo que ella anhela es reunir el valor para enfrentar a sus padres y poder perseguir sus sueños, lo que nunc...