Miel derramada [2/3]

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¿Puede tener sexo conmigo?

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¿Puede tener sexo conmigo?

Giyū aceptó por una sola razón: hace mucho que no tenía sexo.

Sabía que lo que iba a hacer estaba mal en muchos sentidos, pero en estos momentos a Giyū poco le importaba.

Sus lenguas se entrelazaron mientras pugnaban suavemente en un juego lento y tranquilo, aunque la desesperación de ceder al deseo desenfrenado exigiendo más hacía que Giyū gruñera en el beso. La boca de Tanjiro era una delicia excitante para Giyū que, había abandonado la idea de buscar un amante.

Giyū cerró los ojos para concentrarse en saborear cada rincón de la boca ajena, jugar con la lengua cálida y húmeda de Tanjiro, pasar las manos por sus caderas y bajar lentamente hacia los muslos firmes y rellenos del muchacho más joven. Tanjiro parecía extasiado por la lengua que invadía su boca y Giyū no podía hacer más que darle la atención necesaria para lograr escuchar un gemido.

Lentamente Giyū fue apaciguando el beso para obtener algo de aire, abandonado la dulce boca de Tanjiro no sin antes darle una pequeña mordida a su labio inferior. Mientras conseguía el aire y llenaba sus pulmones, Tanjiro comenzó acariciarle la cara, contorneando la mandíbula de Giyū, bajando hacia el cuello con dedos suaves. La entrepierna de Giyū dolió por la acción sensual y agradable.

Con la vana intención de seguir Giyū se inclinó hacia adelante para tratar de atraer la boca de Tanjiro, pero se vio detenido ante el dedo índice del chico que selló su boca. Tanjiro lo miró con dulzura, pasando la lengua por sus propios labios.

—Hace mucho quería hacer esto con usted, Giyū-san —Tanjiro dejó escapar una pequeña risa al mismo tiempo que su cara enrojecía mucho más que antes.

Giyū no tuvo tiempo de preguntar sobre eso por la pronta mano metiéndose intrépida dentro de su pantalón de dormir.

—Ah, Tanjiro —Giyū miró al chico, sintiendo que la mano de Tanjiro no pensaba meterse bajo su bóxer, poniendo suma atención en acariciarlo por encima de este—. Tanjiro, entra más.

—Giyū-san, me pide mucho cuando usted no está tocando nada —Tanjiro expresó con un mohín.

Giyū se preguntó cuándo la actitud de Tanjiro había cambiado tanto. Hace unos minutos había sido todo tímido y vergonzoso, ahora parecía haberse encontrado en el camino del extrovertido y desvergonzado.

Decidido a ponerlo nervioso y que regrese a esa actitud de antes, Giyū abrió las piernas de Tanjiro y en el proceso alejó la mano del chico de su miembro. Por el momento iba a impedirle tocarlo y por lo pronto trataría de hacerlo caer en la nebulosa de la lujuria que a veces los jóvenes de hoy en día tendían a olvidar que existía.

Giyū sonrió un poco, observando detenidamente los pliegues de la lencería en la zona peligrosa de Tanjiro, captando la manera que que aquellas medias abrazaban las piernas del chico.

Miel Derramada » GiyuuTanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora