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—¡¿Te gusta aquel viejo senil?!
Tanjiro cerró los ojos ante el grito ensordecedor de Zenitsu.
—Sí. Y no es tan viejo. Es muy joven —dijo al mirarlo desde la ventanilla de la cocina.
Había visto al hombre varias veces. Siempre iba a comprar tartas. Algunas veces entraba a la panadería para pedir indicaciones o recomendaciones de excelentes sitios de café a Inosuke, el cual no tenía una lista muy reglada de cafeterías cuando su lista estaba llena de cualquier lugar que tuviera algún juego de máquina.
Tanjiro sonrió alegre cuando pensó en Shinobu, la niñera que contrató su madre para que cuidara a cuatro de sus hijos mientras Tanjiro, Nezuko y ella se iban a trabajar en la cafetería. Kie confiaba mucho en Shinobu. La confianza que le tenía a la joven mujer era demasiado incluso para Tanjiro, pero este de vez en cuando estaba bien ver a Shinobu porque se divertía de verla burlarse de un tal Tomioka Giyuu.
—Psss, Tontaro. —Inosuke entró arrastrándose por el piso como si estuviera cruzando por rayos láser. Tanjiro alzó una ceja, preocupado. Su amigo había dejado solo al hombre—. Ya sé el nombre del vejete que te gusta.
Extraño aun para Tanjiro. Desde que ese hombre había llegado a su tienda, que ya fueron decenas de veces en el mes, Tanjiro jamás supo su nombre o este lo dijo alguna vez. Varias veces Zenitsu se lo preguntó en un diálogo camuflado con el típico «el día está como para saber su nombre» o sus más recurrentes ocurrencias «sus ojos me dicen que quiere decirme su nombre».
Por supuesto, el hombre de ojos azules nunca respondía con más de un monosílabo a Zenitsu, el sí y el no nunca abandonaba aquella boca. Además, Tanjiro sabía que jamás iba a responder cuando un niño con el delantal de una mujer en bikini le hacía la pregunta.
Del mismo modo con Inosuke con su cabeza de jabalí, atendiendo al pobre hombre y, a través de gruñidos, preguntar en tono exaltado: «¿Le gustan aquellos hilos que se pierden en la raya de un trasero gordo y menor?».
Aaaaah, Inosuke a veces tendía volverse alguien descarado cuando ayudaba a sus amigos.
Como ahora, que estaba estirándose al igual que una lombriz. Si Tanjiro fuera a ser por completo sincero, Inosuke pronto iba a parecer una lombriz en vez de un jabalí de aquellos que tanto le gustaban.
—¿Cómo se llama? —Tanjiro se agachó con las piernas juntas y puso los antebrazos encima de sus rodillas, uno encima del otro. Su cara parecía haber visto a su personaje favorito.
—Topioka Giyua —dijo dando rápidos asentimientos con la cabeza.
Zenitsu carraspeó en seguida con toda la intención de gritar, limpiando sus manos en los pechos de la mujer de su delantal.
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Miel Derramada » GiyuuTan
Fiksi PenggemarTomioka Giyuu siempre pensó que el amor era para los débiles, para personas desesperadas por sentir la miel derramarse en su vida. Pero, já, de tanto burlarse de los enamorados él mismo acabó cayendo en el amor de un muchacho con gustos extraños. [+...