4- Decisiones

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El día amanecía tan gris y lluvioso como su humor, tan oscuro como sentía hasta el lugar más recóndito de su alma...

Ya no le era posible seguir así, no le encontraba sentido a vivir en esa mentira un segundo más, a aguantar los regaños de su padre y suegros, los gritos histéricos y berrinchudos de esa mujer que odiaba con todo su corazón...

Dos años... dos años completos de ser el "esposo" de Shoko Vernier, de ser tapa de revistas internacionales de negocios en pujante ascenso...

Dos años de soportar las escenas de celos constantes ante cualquier otra persona con la que hablase y, es que no era para menos, jamás consumaron el matrimonio y nunca lo harían...

El día en que amó a Camus se convirtió en su fuente de nostalgia y sentía que no podría estar con alguien más sin serle infiel a su recuerdo...

Ese chico le entregó su virginal cuerpo, le tuvo confianza de que no abusaría de él y lo amó... puso su alma y su cuerpo en sus manos y lo llevó al cielo, se dejó llevar sin miedos...

En pocas horas había conocido el amor real, el que sólo aparece en los libros de grandes poetas, y no era que se habían enamorado de repente, no, sólo había sido la confianza de compartir un momento tan único e íntimo que en su corazón quedó como algo inolvidable...

Los recuerdos de ese encuentro amoroso permanecían vívidos en su mente, podía sentir que lo tenía aún entre sus brazos, sucumbiendo al aroma de su nívea piel...

Si tan sólo hubiese puesto un poco de agallas frente a su ahora "esposa", si hubiese enfrentado a su padre, si sólo pudiera volver el tiempo atrás... tantos si... tantos quizás... pero no hizo nada de eso...

Sólo lo había dejado ir, sin siquiera un adiós, un "no me olvides"... quizás un "recuérdame con cariño"...

No tuvo tiempo a nada, sólo lo vio marcharse...

Esa chiquilla rabiosa le quitó esa posibilidad y la odiaba por ello... la detestaba con cada latido de su corazón, porque le recordaba lo que, por primera vez en su vida había sido suyo y había perdido por su culpa...

Milo jamás había tenido un amor de verdad, sólo aventuras pasajeras donde el sexo era una manera de sentirse vivo...

Había usado a chicas y chicos por igual, el placer pisoteaba los sentimientos y, por qué no? Él también había sido usado... acostarse con el joven heredero de tantos hoteles, un encantador Romeo para conquistar y quizás sacar provecho de su estatus social...

Sí, sólo había habido sexo en su vida hasta que conoció al hermoso francés de cabellos aguamarina e increíbles ojos azul violaceos...

No sintió ese deseo de conquistarlo y llevarlo a un lugar apartado donde desfogarse y luego botarlo...

No, con él sintió la necesidad de cuidarlo, protegerlo y todo se dio en medio de un clima de confianza y a sabiendas ambos de lo que querían...

Lo había adorado, ese cuerpo era un altar vírgen y él, Milo Escorpio, había tomado ese trofeo y no por hacer alarde, sino porque le había sido confiado por su propio dueño...

Aún podía sentir sus dulces palabras y tímidos gemidos en su oído mientras se movían al ritmo de la danza más antigua del mundo...

Y se había enamorado... lo había hecho... se enamoró de ese chico que le entregó todo, se enamoró del recuerdo de aquella única noche y ya no pudo evitar serle fiel...

Se sentó en la cama sobándose la sien, su cabeza dolía debido a tantas noches sin dormir, su insomnio se sumaba a los recuerdos y sus veladas eran interminables...

¿Dónde estaría? ¿Se acordaría de él?
Camus había dicho que jamás olvidaría ese momento que habían compartido pero, con lo que sucedió luego en el aeropuerto, Milo creía, estaba seguro, que ese chico lo odiaría por no haberlo sabido defender...

Eso le carcomía el alma, a pesar de su palabrería contra su padre y su ahora esposa, no dijo una, tan sólo una palabra para defender el honor de ese chico que, por primera vez en su vida había tenido sexo y ella le humillaba llamándolo ramera...

Había sido débil, cobarde... Shoko se salió con la suya, Camus se fue con la idea equivocada de él y no había modo de cambiar el pasado...

Pero podía intentarlo...

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-Aquí tienes los papeles del divorcio, firmarlos cuando quieras, no me importa...

-No puedes dejarme así porque sí, tenemos las empresas unidas y...

-Basta de esa excusa barata, Shoko, tú bien sabes que desde hace un año mi padre se independizó del tuyo y cada cual se maneja por separado...

¿Por qué no aceptas el fracaso de esta parodia de matrimonio y tratas de ser feliz con tu amante?

¿Crees que no lo sé? No soy estúpido y no te culpo... sólo firma el divorcio y déjame libre...

-No... no dejaré que arruines mi imagen de esposa perfecta...- manotazos de ahogado que se tiran como último recurso salían de la boca de la muchacha...

Ella tampoco era feliz, había estado enamorada de Milo desde siempre y tocó el cielo con las manos cuando sus padres los casaron...

Poco tiempo le llevó entender que ese chico la odiaba, que no soportaba su presencia y la despreciaba con todo su corazón...

Todas las artimañas que usó chocaron contra la barrera de indiferencia que creó "su esposo" y ahora estaban allí, frente a los papeles que separaban sus vidas legalmente y le daban la libertad para vivir ese amor que nació de la nada pero que significaba todo para ella...

El hijo del nuevo socio de su padre, Saga Katsaros, había entrado en su vida como un tsunami...

-¿Crees que no sé de sus encuentros? Sólo firma los papeles y ya... puedes ser feliz con Saga y ya no estaré en tu vida nunca más...

-Está bien, Milo... debes saber que yo en verdad te amé...

-Si lo hubieras hecho, habrías tratado de entender siquiera lo que yo sentía, porque a mí me ataron a ti, por tus caprichos y me arruinaron la vida...

Nunca fue amor, sólo un berrinche pasajero más para obtener lo que querías... lo lograste, te convertiste en la esposa de Milo Escorpio... ahora complace mi capricho y firma esos papeles...

-¿Acaso hay alguien en tu vida para que de repente desees con tantas ansias liberarte de mí?

-No... sólo quiero avanzar en mi vida, buscar a alguien a quién amar y no tener que hacerlo a escondidas por estar unido a ti...

Es tiempo de madurar y te juro que no volverás a saber de mí, puedes ser feliz con Saga, es muy buena persona y sé que te ama... por si lo olvidaste, su hermano gemelo Kanon es mi mejor amigo...

El rostro de la chica palideció...

-¿Hace cuánto lo sabes?- susurró asustada -creí que nos ocultábamos bien...

-Desde que me fui a reunir con Kanon en un café y al pasar por un restaurante los vi juntos, las manos entrelazadas y sus miradas...

Al llegar con mi amigo lo encaré para que me dijera la verdad y él lo confirmó, sabiendo que no me lastimaba el saberlo, todo lo contrario, me aliviaba...

Y por eso te estoy pidiendo el divorcio, ya tienes alguien a quién amar y yo buscaré mi destino...

Shoko suspiró resignada... por un capricho perdió dos años de su vida...

Tomó la lapicera y sin que le temblara el pulso, firmó cada hoja...

Al entregarle los papeles de vuelta, su mano rozó suavemente la de Milo...

-Lo siento... sé feliz...

Amor de verano (Las vueltas del destino) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora