6- Despertar a la realidad

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Uno cree que tiene la vida comprada, que todo lo puede y que nada ni nadie tiene derecho a impedir lo que deseas, a poner obstáculos en tu camino...

Pero la vida no está hecha sólo de lindos y buenos momentos...

El destino puede jugarte malas pasadas y cobrarte muy caro por el simple hecho de respirar, de vivir...

La verdad golpearía muy fuerte el corazón del joven griego...

-Joven Milo, yo... yo deseaba conocer a esa persona tan especial que enamoró a mi hijo en una sola noche, que lo llevó a experimentar todo, a entregarse en cuerpo y alma...

Sé lo que pasó después y será usted quién se juzgue por sus actos, yo no lo haré... Camus me contó todo lo que vivió a su lado esa noche, fue de ensueños para él y quedó grabada en su memoria...

Cuando volvió de Egipto, sus ojos brillaban de una manera que jamás había visto y no se resistió a contarme que se había enamorado...

Mi niño te amó mucho, sabes?

Milo sentía un nudo en la garganta, un poco de nerviosismo y otro de felicidad, al saber que el francés no lo había olvidado... pero hablaba en pasado y eso dolía.

-¿Puedo verlo? Por favor, señor Degel...

-Milo... cuando Camus inició ese viaje, lo hizo con la entereza de saber que le quedaba muy poco tiempo de vida, que la leucemia le estaba matando poco a poco y ya no había tratamiento que resultara bueno para su cuerpo...

Decidió darse los pocos gustos que de niño quería cumplir, deseos que quiso hacer realidad antes de marcharse para siempre...

Su voz se quebró y un sollozo acompañó el fuerte suspiro que dio para tomar aire y valor para seguir hablando...

Milo sintió que su mundo se hundía en el más profundo de los abismos ante el hecho que se presentaba ante sí... quiso decir algo pero Degel lo interrumpió.

-Por favor, déjame hablar o ya no podré hacerlo... es tan difícil para mí haber sobrevivido a mi hijo...

El griego guardó silencio con sus ojos aguados y su tristeza avasallando sus sentidos, sus emociones a punto de desbordar en un llanto que trataba de reprimir...

-La leucemia le fue diagnosticada hace casi tres años, pero desde el inicio del tratamiento, ambos sabíamos que era una batalla perdida...

Camus siempre fue muy saludable, su organismo era fuerte, pero no estaba preparado para la invasión que sufrió de repente, alterando todo su sistema inmune...

Pronto los síntomas aparecieron y entonces supimos que el diagnóstico había sido tardío y ya estaba muy avanzado...

Camus no se dejó caer, tomó su enfermedad como una prueba más del destino y luchó... luchó contra el dolor, las fiebres, las invasivas quimioterapias, las inyecciones diarias... nada lo detuvo para seguir estudiando y pintando...

Su amigo Surt lo convenció de hacer ese viaje, lo harían juntos, pero ya teniendo todo arreglado, un problema familiar hizo que su amigo no pudiera acompañarlo.

Decidió irse solo, con poco equipaje para viajar liviano y no depender de nadie... yo tuve tanto miedo al verlo partir, pero no era quién para negarle algo que siempre soñó, cuando él me llenó de felicidad y orgullo desde que nació...

Al regresar, su espíritu era el de un muchacho enamorado y lleno de ilusión, nos contó a Surt y a mí sobre el encantador griego que le robaba el sueño desde la noche que lo conoció...

Su amigo estaba tan feliz de verlo así!
Camus siempre fue tranquilo al momento de demostrar sus emociones y, que contara gesticulando cada instante en Grecia, cada paso que dio, nos mostraba sus fotos, miles de ellas que fue tomando en sus recorridos... era maravilloso!

Y llegó el momento en que nos contó de ti, de cómo se conocieron, cómo lo salvaste... te consideraba un Adonis griego con capa de superhéroe...
Sus mejillas se tornaban coloradas cuando nos relataba su noche de amor, cómo se sintió a tu lado...

Milo ahora ya no podía lograr que sus lágrimas no brotaran como cascadas...
Se perdió de lo mejor y lo peor de su amado aguamarina.

No estuvo a su lado en el viaje, ni a su regreso, ni en su enfermedad... ni en su último aliento.

Lloraba con las manos cubriendo su rostro, no podía entender porqué el destino le había jugado tan sucio, haciéndolo un hombre infeliz y, ahora que deseaba reconstruir aquello que lo hizo feliz, era imposible...

-Milo, él luchó hasta el final y siempre estuviste en sus pensamientos y su corazón...

-Lo siento tanto señor Degel... no... yo nunca imaginé encontrarme con esto... supuse que lo encontraría casado y feliz o, en mis más locas fantasías, yo lo rescataba de un mal matrimonio y volvíamos a estar juntos, a ser felices...

No lo puedo aceptar... no lo puedo entender... él ya estaba enfermo y sin embargo rebosaba de vida cuando estuvo conmigo...

-Tú le infundiste esa vida, esas ansias de vivir y ser feliz, aunque fuese un breve instante... Camus lo tomó y lo conservó, protegiendo sus memorias contigo...

Pero la enfermedad avanzó y su sistema completo se debilitó hasta decir basta...

Degel no pudo seguir, su voz se quebró dando rienda suelta al llanto que por tanto tiempo había reprimido, mostrando una fortaleza que no tenía, una paz que no sentía y sólo siendo capaz de liberarse de vez en cuando, cuando Surt lo visitaba... entonces lloraban juntos la ausencia del ser tan amado por ambos...

El chico había amado a Camus en silencio desde siempre, pero jamás se lo dijo porque se sabía no correspondido y no fue porque hubiese alguien más, sino que el joven galo lo amaba como a su hermano.

Siempre se lo decía: "Eres mi hermano gemelo nacido de otra madre"...

Guardaba esas palabras en su corazón porque cada abrazo de Camus, cada muestra de afecto eran sagrados para él...

Cuando supo que Camus conoció el amor en Grecia, no pudo más que ponerse muy feliz por él, vivió su encantamiento junto al galo, maldiciendo en su interior al griego que lo dejó plantado en el aeropuerto y no le permitió disfrutar de su compañía un poco más... él hubiese dado todo por quedarse junto a Camus el resto de vida que le quedaba...

Lo hizo, pero sólo como su amigo, sabiendo que el galo necesitaba a esa persona especial a su lado en esos últimos momentos de vida...

Lo escuchó decir su nombre antes de exhalar su último aliento y dejar el mundo con una sonrisa enamorada...

Sí, Surt había estado con su eterno amor hasta el final y aún no asimilaba su pérdida, por lo que visitaba al mayor y juntos purgaban su dolor...

Milo se sentía abatido, todo el ímpetu que lo caracterizaba había desaparecido bajo la sólida cortina de tristeza y ahogo que lo sofocada...

No deseaba quebrarse frente a ese hombre que ya estaba devastado, que el recuerdo de su hijo hacía estragos en su corazón, en su alma... que entendía que los padres no debían sobrevivir a sus hijos pero él allí estaba, Degel lloraba la muerte de su petit y nadie se lo devolvería...

Tan sólo le quedaba esperar a que su hora llegara para buscarlo y acunarlo en sus brazos, protegiéndolo de todo como no lo pudo hacer en vida...

El destino se ceñía cruel en la vida de las tres personas que quedaron en la tierra de los vivos, que lamentaban la pérdida de un ser hermoso por dentro y por fuera...

Y era muy doloroso... demasiado...

Amor de verano (Las vueltas del destino) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora