3- Debo marcharme

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No supieron en qué momento se quedaron dormidos, se habían amado por varias horas y sus cuerpos pedían a gritos el merecido descanso...

Camus despertó primero pero no pudo ni moverse en la cama, un profundo dolor de cadera se lo impedía...

Se quedó acostado, mirando a su acompañante que dormía con una sonrisa en su rostro... sin poderlo evitar, le acarició la mejilla, acomodando unos mechones rebeldes de cabello tras su oreja, sonriendo al recordar todo lo que le había hecho sentir mientras tenían sexo...

No, habían hecho el amor a pesar de recién conocerse, había habido dulzura, besos apasionados... no había sido sólo fornicar como conejos...

Intentó levantarse nuevamente y lo logró, sólo que al dar un paso, el dolor se hizo insoportable y cayó al suelo, despertando a Milo...

-Dios mío, Camus! Qué sucedió?

-N-no puedo caminar... el dolor en mis caderas es infernal...- su sonrojo fue muy real y tierno a los ojos de Milo, que nunca había pasado por esa situación...

Se levantó rápidamente y le tomó en brazos para llevarlo al sanitario... allí le ayudó a sostenerse mientras hacía sus necesidades y luego entró junto a él a la ducha.

Se bañaron juntos, en todo momento Milo lo sostuvo y ayudó, luego le llevó a la cama envuelto en toallones y le trajo unas aspirinas para bajar el dolor y la inflamación en su intimidad...

-Gracias Milo... esto es incómodo y vergonzoso... yo no...

-Precioso, no te sientas así, debe de ser normal al ser tu primera vez... pasamos una hermosa noche juntos, me has dado placer sin límites y hoy yo te cuidaré como corresponde... tú sólo descansa...

Camus se sonrojó nuevamente y Milo no se aguantó y lo envolvió en un abrazo, besándolo con pasión...

-Podría pasar el resto de mi vida besándote, acariciando tu cuerpo y amándote... quédate, por favor... no te vayas tan pronto...

Camus se separó un poco y lo miró triste...

-No puedo por más que quisiera... yo... ven conmigo a Egipto, Milo! Hagamos la última parte de mi viaje juntos... son sólo unos días y estarás de regreso...

-Me encantaría, Camus! Avisaré que me tomo unos días de vacaciones y me voy contigo! Será maravilloso recorrer esos paisajes a tu lado...

Camus sonrió feliz, pasaría unos días más al lado del hermoso griego que le estaba robando el corazón poco a poco, aunque no se lo diría por ahora...

Veía a Milo preparar el desayuno mientras tarareaba una canción y sonreía y se decía a sí mismo que su elección había sido correcta, ese hombre era todo lo que él siempre imaginaba en su príncipe azul, el que se llevaría su tesoro más preciado y su corazón y vivirían juntos hasta envejecer...

Las circunstancias no se habían dado como esperaba pero al menos sabía que ese hombre existía, que era real y lo había amado toda la noche...

Se sentía feliz, completo... aún así sabía que no todo su sueño se cumpliría, que no envejecería a su lado y que en pocos días ya no lo vería más...

Cada uno tenía su vida, vivían en países bastantes lejanos y...

-Aquí está el desayuno, precioso... déjame ayudarte a sentarte...

Un fuerte rubor se instaló en su hermoso rostro pero lo dejó hacer, sus fuerzas eran nulas y el dolor, aunque menguaba, aún era insoportable...

-Gracias Milo... te estoy trayendo muchas molestias...

Amor de verano (Las vueltas del destino) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora