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Stacy sabía desde que se despertó que sería un mal día.

La uña que se le quebró mientras intentaba buscar a ciegas el botón de apagado de su despertador debió haber sido un indicio, pero fue el más pequeño de sus problemas. Inmediatamente, en el desayuno recibió otra señal de que ese no sería el ansiado día donde le patearía el culo a Patrick Quinn. Su desayuno se quemó, luego vertió café en su inmaculada blusa blanca y para colmo su auto no arrancó.

¡Esto debía ser una pesadilla! pensó.

—Abogada, ¿tiene algo que decir a favor de su cliente?

Stacy parpadeó, aun sin digerir el último giro de la audiencia. Se preguntó a sí misma si escuchó correctamente.

—Mi cliente no iba borracho en medio de la calle cuando el señor Quinn lo atropelló en su moto.

—Tengo a una decena de testigos que pueden probar que el señor Conner salió tambaleándose de un conocido bar esa misma noche.

Otra patada en los ovarios.

Nuevamente, Stacy fingió no estar sorprendida por lo antes mencionado. ¿Por qué Steve no le dijo la verdad? ¡La estaba dejando como una tonta!

—Mi cliente es joven, disfruta salir a divertirse moderadamente. —Se defendió.

—Su cliente estaba tan borracho que el barman le quitó las llaves de su Porsche —contrarrestó Garrick sin vacilar.

El juez Hart arqueó las cejas en su dirección, esperando a que ella dijera algo inteligente, pero Stacy en su lugar le dio un fuerte pisotón a su amigo con el tacón de su zapatilla. —El atropellar a alguien no debe justificarse solo porque la víctima beba unas cervezas.

—Concuerdo con usted, abogada, uno no puede ir por la vida atropellando a jóvenes en estado de ebriedad, pero su cliente decidió cruzar la calle sin mirar el semáforo. Mi cliente tiene buenos reflejos, juez, pero sus habilidades no son celestiales. —Garrick se estaba divirtiendo, el juez Hart no debía sospechar que Stacy desconocía la embriaguez de su cliente, pero Garrick ya lo había descubierto. ¡Y Patrick Quinn también!

A escasos metros de distancia, una carcajada enmascarada después de una tos provino de él.

—Habilidades celestiales o no, el señor Conner tuvo una discusión horas antes con el señor Quinn donde éste lo amenazó. ¡Y unas horas después está en una camilla dirigiéndose al hospital más cercano! Mi cliente es un ciudadano honorable, es su primera vez en la corte y no tiene ni siquiera una multa de tránsito. El señor Quinn ha estado incluso en la cárcel y su expediente de demandas y acusaciones no cabría en mi maletín.

—Mi cliente es ciudadano honorable, se ha demostrado su inocencia en todas sus acusaciones.

—El señor Quinn atropelló a mi cliente, pero pudo haber evitado el accidente. En cambio, prefirió aprovechar la oportunidad perfecta para tener su venganza. —Stacy miró a Patrick, y nuevamente se sintió consternada. ¡Ese hombre tenía unos pantalones muy grandes o un cerebro muy pequeño! ¿Cómo podía asistir a la corte vestido así?

Desde que entró a la corte, lo reconoció. Steve lo describió como una persona que se creía el último bote de helado de chocolate del desierto, lo cual le resultó irónico proviniendo de él. Pero está vez concordaba con Steve. Patrick Quinn entró usando una vieja camisa de Nirvana en conjunto con unos vaqueros rasgados y esas pesadas botas de motociclista. La camisa no lograba ocultar los innumerables tatuajes de sus brazos.

Era la primera vez que ella estaba frente a un hombre así.

Toda su vida asistió a colegios particulares, institutos de renombre. Los únicos vaqueros que usaba la gente a su alrededor eran de diseñador y si estaban rasgados eran por seguir una moda, no debido al desgaste del uso continuo.

ComplicatedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora