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Stacy siguió leyendo sus apuntes sobre el caso de Steve, intentando encontrar un punto a favor de su amigo. El primer reporte en el hospital afirmaba que él ingresó con un alto índice de alcohol, pero un segundo médico fue quien ordenó la férula para su pierna. La abogada cerró ese archivo, abrió sus apuntes sobre las preguntas que le haría a los empleados del bar que testiguarían que Steve estaba tan borracho que tuvieron que quitarle las llaves de su auto. Cerró también ese archivo, no lograba memorizarlas.

De mala gana, aceptó que su poca concentración se debía a Patrick.

Tenía el trasero adolorido después de follar durante tres horas en esa enorme casa. Su repertorio de posiciones sexuales se había incrementado considerablemente después de conocerlo.

¿Alguna vez sus antiguos novios la habían hecho sentir así?

Nunca.

Sabía que ellos la desearon y ella también los deseó. Pero definitivamente, nunca con esa magnitud. Con ninguno de ellos sintió pesar por tener que abandonar la cama, ni la dejaron ansiando un próximo encuentro con tanta anticipación.

—Stacy —su intercomunicador sonó—, Taylor quiere verte en su oficina en diez minutos.

Reprimiendo el gruñido de molestia, contestó—: Gracias, Annie.

Golpeando su zapatilla contra el elegante suelo de su oficina, tomó su móvil y envío el mensaje que llevaba todo el día queriendo enviar:

¿Qué traes puesto?

No hubo respuesta inmediata. Al pasar tres minutos, Patrick contestó: Tanta ropa como tú. ¿Mal día en el trabajo?

Stacy miró rápidamente la hora en su computadora portátil, pronto tendría que ir a ver a Taylor. Algo así, pero pronto se pondrá peor tecleó apresuradamente.

Está vez, la contestación del motero fue instantánea. ¿Nos vemos en Mamma Mia para cenar? Luego me encargaré de consentirte.

Una sonrisa se formó en los labios de Stacy. Desde que comenzaron a dormir juntos, habían estado reuniéndose en el restaurante para después buscar el lugar indicado donde follar.

La abogada sabía que aunque el juicio terminara, debería esperar otro par de semanas para poder salir públicamente con él, pero se conformaba con los momentos que tenían para ellos. Le gustaba pasar la tarde en su compañía, discutiendo de todo y a la vez por nada. Adoraba como Patrick no parecía poder controlar sus ansias de tocarla cada vez que cerraban la puerta del dormitorio, como pasaba su brazo sobre su hombro para luego sonreírle e intentar provocarla.

Estaba volando demasiado alto, y la caída sería dolorosa.

Contestándole un rápido: Es una cita, Stacy se levantó de su silla e hizo su camino hacia la puerta de su oficina.

—Stacy —dijo Annie en cuando la observó salir del despacho—, la secretaria de Taylor dice que él está furioso. ¿Ha pasado algo? ¿Le has robado otro cliente?

El corazón de la abogada se aceleró. —Aun no, pero un colega de otro bufete quiere que le ayude con un caso. No pensaba contárselo porque no es de su incumbencia el trabajo que hago en mi apartamento, pero es probable que se haya enterado, asistiré con mi colega al juzgado en dos días.

—Todas las secretarias están nerviosas, él está lanzando fuego.

—No le tengo miedo —dijo Stacy, tensando sus hombros—, pero ¡deséame suerte!

ComplicatedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora