1. El reflejo en el espejo.

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Él está consciente de los cambios que sufre año con año, sabe que es inevitable, claro está, pero aún no sabe cómo sentirse al respecto.

Todo empezó cuatro años atrás, cuando estaba cerca de cumplir los catorce años. El vello comenzó a salir en zonas en las que creyó, eso sería imposible. Y él, confundido, intentó consultarlo con Baloo.

Aunque era evidente que el oso no vería el problema del mismo modo que un humano, después de todo, él estaba cubierto de pelo.

"Ah, sí. Los humanos también pueden ser peludos. Créeme, pulguita, serás tan guapo como tu papi Baloo".

Pero eso no respondió a ninguna de sus preguntas, así que optó por preguntar a su padre humano acerca de aquel tema tan íntimo.

"Son cambios que vienen con la edad, hijo. Primero, te sale vello ahí abajo y en la cara, tu cuerpo toma forma, y si te ejercitas, tendrás una muy buena" — explicó — "Luego viene el interés en las muchachas, y con ello, pequeños asuntos un poco incómodos".

— "¿Incómodos?" — había preguntado aquella vez, pero el hombre sonrió con picardía, y guiñándole un ojo, le respondió que solo podría saber de lo que hablaba, el día en que le sucediera.

Tiempo después, su madre adoptiva había traído a casa un espejo. Hacía mucho que él no prestaba atención a su reflejo en el agua, pero mientras ayudaba a colocar el objeto en una de las paredes, se encontró diferente.

— "Ranjan..." — su hermano le había dirigido la mirada, mientras intentaba hacer que esa cosa quedara adecuadamente puesta en la pared — "¿Desde cuándo tengo pelo en la cara?"

Y su pequeño hermano se burló de él, porque hacía aproximadamente un mes desde que eso había sucedido, y él apenas lo notaba. Shanti, incluso, había mencionado un par de veces lo curioso que lucía de esa manera. Pero evidentemente, su hermano mayor era muy despistado.

Ojitos (El Libro de la Selva).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora