"No quiero pararme a equilibrar esta balanza, hagamos que vaya y venga como si fuese una danza..."
El reloj marcaba las cuatro de la mañana cuando la puerta del departamento de Jack fue golpeada.
Su corazón se alborotó un poco y sus manos estaban a punto de comenzar a sudar. Ya sabía de quien se trataba, su instinto estaba seguro de ello.
Se levantó de la cama y con lentitud comenzó a caminar hacia la puerta sin importarle la sensación del suelo frío en sus pies descalzos.
Era fin de semana, sábado para ser exactos y una vez más varías cosas estaban por suceder si se decidía en abrir la puerta de su departamento.
Se puso de puntitas con ligereza para así poder ver por la mirilla de la puerta de manera plena. Su sentido común confirmó la presencia de la persona que yacía afuera acomodándose el cabello con insistencia.
Un pequeño suspiro se le escapó y de manera inconsciente se mordió el labio inferior pensando en miles de cosas.
Las visitas nocturnas de Finn ya eran un hábito para ambos.
Él aparecía en su departamento a altas horas de la madrugada pidiéndole dormir ahí luego de haber asistido a una fiesta.
Jack siempre le decía que si.
Evidentemente aquello era un arma de doble filo puesto que las cosas entre ambos se desenvolvían en la habitación del castaño.
La mayoría de veces compartían besos y algunas caricias subidas de tono.
Otras veces solo se abrazaban y dormían juntos.
Las cosas pueden sonar bien e incluso "románticas" pero la cuestión era que Finn solo buscaba a Jack de esa manera los sábados cuando bebía de más.
Y el tema no se volvía a tocar puesto que el domingo Finn se iba temprano y el lunes en la escuela los dos eran bastante cobardes como para afrontar las cosas y lo evitaban.
Pero cuando el sábado volvía a caer Finn volvía a donde Jack armado de valor con varios vasos de alcohol haciéndole efecto en el cuerpo.
—Vamos Jack, ábreme...—. Volvió a dar un suave golpecito a la puerta haciendo sobresaltar al castaño. —Escuché pasos, se que estás ahí.
El castaño no dijo nada y con lentitud comenzó a quitarle los pestillos a la puerta.
Las circunstancias no eran las mejores pero es que simplemente adoraba la sensación de estar bajo los brazos de Finn, adoraba sentir sus labios y su respiración pesada chocando con la suya.
Adoraba el concepto de tener a alguien haciéndole compañía al menos por una noche, lo adoraba a él y a todo lo que su persona conformaba pero a la vez detestaba a más no poder el hecho de solo ser la diversión de sábado por la noche en la vida de Finn.
Y simplemente no existía una manera correcta de hacérselo saber sin quedar como alguien obsesivo y que las cosas terminen mal para ambos.
Tras abrir la puerta y tenerse cara a cara Finn le sonrió y mientras se acomodaba el cabello con una de sus manos le realizó la misma pregunta de siempre.
—¿Puedo quedarme aquí esta noche?
Jack tan solo asintió y se hizo a un lado para dejarlo pasar.
Sus manos se rozaron intencionalmente en el intento siendo este solo un pequeñísimo indicio de las cosas próximas a suceder.
Ambos se miran de una manera que solo ellos entienden y tras cerrar la puerta la verdadera diversión comienza cuando Finn se lanza con necesidad hacia los labios de Jack detonando con absolutamente todo.
Una larga madrugada de sábado les esperaba a ambos a la par de múltiples dilemas que se formarían en la mente de Jack al día siguiente.
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