Casi el paraíso

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Seguimos hablando de nosotros, era lindo escucharla pero era mejor sentirla tan cerca. En ese momento me pareció que ella también tenía un doble nivel, pero sin hipocresía. Quiero decir que mientras desarrollaba todo ese razonamiento tan abierto al futuro, sus ojos me decían que la abrazara, que la besara, que iniciara por fin los trámites básicos de nuestro deseo. Y cómo podía negarle lo que esos ojos
tan tiernos y elocuentes me pedían. La abracé, coloqué su mechón de cabello detrás de su oreja y le di un beso en la frente para luego posar mis labios sobre los suyos y fundirnos en un beso delicado que poco a poco fue subiendo de tono, sus labios eran una
caricia necesaria, cómo podía haber vivido hasta ahora sin ellos. De pronto nos empezó a faltar el aire, por lo que
nos separamos, nos contemplamos, sonreímos y coincidimos en que el momento había llegado. La jale más hacia mi y la seguí besando, mi boca dio paso a su cuello y comencé a dejar pequeños besos mientras ella jugaba con mi cabello, en cuestión de segundos la senté a horcadas sobre mi, su feminidad estaba tan cerca de mi y el pantalón me comenzó a apretar, seguí dejando besos en su cuello hasta que sentí sus manos sobre mi miembro, santo Clos! Exclamé, el asunto ya estaba lo suficientemente duro pero yo quería seguir disfrutando este momento, le quite la blusa y  lleve mi boca hacia sus pechos y sí, seguí dejando besos, aún con el sostén puesto, pero opté mejor por quitarle el sostén de encaje que llevaba puesto y por fin pude contemplar a la hermosa mujer que me tiene enamorado, con la punta de mi lengua empecé a lamer aquellos pezones rosados, mientras ella jadeaba y empezaba a frotar su zona débil en mi miembro, la tomé por las caderas y ella se empezó a mover sobre mí, era una sensación deliciosa y yo ya estaba muy exitado, seguí disfrutando esos pechos y ella hecho su cabeza hacia atrás dejando todo a mi disposición, »Martín, quiero sentirte ya« me dijo muy agitada, pero cuando yo alargaba mi mano hasta el Zipper de sus jeans, casi dibujado por anticipado el ademán de ir abriendo el paraíso, en ese instante llegó el ruido de la cerradura en la puerta de abajo.
«Mis padres» dije, «pero si iban a regresar mañana». No eran mis padres sino mi hermana mayor. Se quitó de inmediato de mi y se volvió a poner el sostén y la blusa mientras yo trataba de recuperar la respiración para abrirle la puerta a mi hermana «Hola Marta, ¿qué pasó?». Mamá se había sentido mal, por eso ella venía a buscarme. Le pregunté si era algo serio y dijo que probablemente sí, que papá estaba con ella en el sanatorio. «Perdón, con la sorpresa omití presentarte a Itatí Cantoral. Ésta es Marta, mi hermana». dije
«Ah, no sabía que se conocían. ¿Pero no estabas en el extranjero?» «Si,
vive en Bronsville y regresa mañana». «Bueno», dijo Itatí con las Mejías coloradas y la mayor naturalidad, vaya, si que le va bien la actuación, pensé «ya me iba, todavía tengo que hacer las maletas, ya saben lo que es eso. Espero que no sea nada serio lo de tu mamá». exclamó finalmente y se marchó.
«Gracias y buen viaje», dijo Marta y yo me quedé atónito ante la situación, sentí que cuando ella cruzo la puerta y se marchó una parte de mi se iba con ella y no sabía si la volvería a ver.

Hasta que llegaste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora