Su dulce sabor

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Tomé su mano y la guíe a mi camerino, aproveche que el director colombiano estaba distraído para hacer este movimiento. «¿qué pasa?» cuestioné, «me engaña con todas las actrices que se pongan en su camino», ante aquella respuesta cerré los puños a mis costados y sentí mucho coraje, maldije la infidelidad en mi consciencia, este es un desgraciado, pensé, pero antes de emitir palabra, ella colocó su dedo indicé en mis labios y después conectamos miradas, nos admiramos por varios segundos y para mi sorpresa, ella se aventuró a besarme, fue tan inesperado que por unos segundos permanecí inmóvil, pero cuando sentí que sus labios se habían dejado de mover sobre los míos y comenzaba a despegarse de mí, fue entonces cuando respondí y por inercia la tomé de la cintura, ahora fui yo quien empezó un vaivén entre nuestros labios. Me aferré a ella, cómo si tratara de unir nuestros cuerpos para no separarnos jamás, recorrí con mis manos su cuerpo, como pude la alcé y la recosté en un sofá que estaba en mi camerino, yo estaba sobre ella, di paso a besar su cuello mientras ella jugaba con los rulos de mi cabello. En ese instante una sonrisa se dibujó en mi rostro y dirigí mis labios a su abdomen, respirando su esencia por encima de la tela del vestido, alcé la falda del mismo y justo cómo ella había hecho años atrás, yo me aventuré a trabajar ahí abajo. Inhale su aroma por encima de sus bragas, levanté el rostro para observar su expresión, tenía su antebrazo sobre los ojos, pero al no recibir señal de mí, despejó su antebrazo de la zona dónde se encontraba, cómo si se anticipara lo que iba a pasar, sus ojos transmitían una oleada de deseo. Expresé una sonrisa y regresé mi rostro a dónde antes estaba. Con mis codos apoyados a los costados de sus piernas, empecé a bajarle las bragas y a la par iba dejando besos en sus muslos, rodillas, pantorrillas, hasta llegar a sus pies. En un momento pude ver cómo ella cerro las piernas y al alzar la mirada noté que estaba sonrojada de un carmesí muy hermoso. «qué tímida, eh» expresé mientras una leve sonrisa se formó en mi rostro. Itatí era una mezcla de pasión y ternura. Dirigí mis labios nuevamente a los suyos, y con mis manos empecé a recorrer su silueta, le quité el vestido por encima de los hombros y fue así como nuevamente comencé a besarla hasta el alma, desde el lóbulo de su oreja, su cuello, su vientre plano y de nuevo había llegado a su zona pélvica. Itatí abrió las piernas en señal de autorización y fue ahí cuando empecé a recorrer con la lengua y entre besos su entrepierna derecha, luego la izquierda, procedí un leve masaje en el clítoris con el pulgar, en círculos y de lado a lado, lo hacía a una velocidad menor, pude ver cómo su cuerpo empezó a relajarse, cómo disminuía la tensión y cómo su respiración se iba entrecortado, así mismo vi cómo el fluido transparente de su vagina iba aumentando. Cuando sentí que estaba lo suficientemente húmeda, introducí un dedo, luego dos y empecé a hacer movimientos que generaban placer en Itatí, lo supe por como sus jadeos pasaron a gemidos solo audibles en el interior de mi camerino. Aún con los dedos jugando dentro de ella, me aventuré a lamer y besar las paredes de su zona intima, Besé su clítoris y me deleité con el dulce néctar que sus labios íntimos me ofrecían. La combinación de sus dulces gemidos y su sabor fue simplemente exquisita. Cuando Itatí alcanzó el primer orgasmo exclamo mi nombre, «Martiiin». Fueron minutos, pero para nosotros fue la eternidad más gloriosa. Ahora estábamos acostados y ella tenía su cabeza reposando en mi pecho. «Te quiero a ti» susurró sin verme, no sabía si lo había dicho de manera sentimental o por deseo sexual, cuando iba a cuestionar ya la tenía sentada sobre mí, moviendo sus caderas de una manera afrodisiaca, intento desabrochar mi pantalón, pero fue interrumpida por la voz al otro lado de la puerta, su marido. «Pedro, ¿Itatí está contigo?» Y una escena muy graciosa pasó, Itatí se levantó más rápido que la luz y corrió a la puerta mientras se iba colocando el vestido. Esto me causo gracia, pues aún tenía sus bragas en el sofá y cómo si pudiera leerme la mente regresó por ellas, la vi correr de un lado a otro, se veía tan hermosa y chistosa con las mejías carmesí. Antes de abrir el picaporte me dirigió una mirada, una cuartada, necesitábamos una cuartada. Y como obra divina, un CD de mi nuevo álbum se iluminó en el tocador, «¿te molesta qué lo tomé?» le respondí negando con la cabeza y enseguida abrió la puerta. «perdón, estabas ocupado y Martín me quería dar este CD cómo regalo, venimos por el y nos demoramos platicando» Carlos por supuesto no le creyó, o al parecer eso reflejaba su rostro, desaprobación, sin embargo; se limitó a decir que ya tenían que irse, mientras me despedía con un beso en la mejilla de Itatí, le susurré «te crecerá la nariz cómo a pinocho» ella sonrío y se marchó de mi lado con un nuevo brillo en sus ojos. Me dolió dejarla partir de nuevo, no sé cuándo la volvería a ver, pero espero que realice una autocrítica de su matrimonio y tome la mejor decisión para su felicidad. Y que eso me incluya a mí. 



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La verdad se me dificulta escribir escenas explicitas, sin embargo hago el intento. Espero sea de su agrado y bueno, espero ya pronto terminar de corregir la redacción de los borradores de próximos capítulos y así poder subirlos. 

Me gustaría que comentaran que les está pareciendo :D 

Hasta que llegaste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora