DIA 19

1 1 0
                                    

Un día anodino, como tantos otros. Llego a casa muy tarde del trabajo. Estoy harto de lagente. Me siento en el sillón. De repente recuerdo la noche con la dependienta de la tienda de flores.Ella no me interesa en absoluto. A mi cabeza viene la figura de la camarera. Recuerdo su mirada,observándome cuando salía del baño. Ella estaba deseando estar ahí dentro, conmigo. Sonrío. Melevanto del sillón. Decido ir hasta ese bar. Miro el reloj. Aún tengo tiempo, así que me doy unaducha tranquilamente. Me visto. Salgo de casa. Me dirijo hacia ese local.

Cuando llegué era casi media noche. Entro. Sólo hay un par de personas en todo el bar. Lacamarera está apoyada en la barra, aburrida. Me acerco despacio, con calma. Ella me mira. Mereconoce. Se incorpora. Sonríe. El follador del baño, me dice. Yo también sonrío. La pena es que nofuiste tú, digo. Ella, sin preguntarme, me sirve una cerveza. Yo no suelo beber demasiado, pero haréuna excepción. Doy un par de tragos. No hablamos. Escuchamos la música. Ambos sabemos lo quequeremos. Ella quiere hacerlo conmigo. Yo quiero que muera. Los dos últimos clientes salen delbar. Nos quedamos solos.

Ella sale de la barra y baja el cierre la puerta. Recoge algunos vasos y contonea sus caderasdelante de mí. Intenta provocarme. Se acerca a mí. Deja los vasos sucios en la barra con unmovimiento insinuante. Zorra. Su pecho roza mi mano. La miro. La agarro por la cintura. Su bocaestá a un centímetro de la mía. Nos besamos. Pasión. Calor. Sexo. Ella comienza a acariciarme consu mano. Empiezo a acariciar cada centímetro de su cuerpo. Cierra los ojos. Se deja llevar. Milengua recorre su cuello. Chupo suavemente el lóbulo de su oreja. Gime. Con mi mano derecha agarro con fuerza la cerveza que me ha servido. Levanto el brazo y, antes de que pueda darse cuentade lo que está pasando, la golpeo con brutalidad. La botella se rompe en su cabeza. Comienza asangrar. Cae al suelo. No está inconsciente, pero está bastante atontada. Coloco una rodilla sobre suespalda, sujetando con mi peso ambas manos. No puede moverse. Agarro su cabeza y corto sucuello con un trozo de vidrio roto. Aún está viva. Espero. Su sangre comienza a manar del corte.Veo alguna lágrima en sus ojos. Es guapa. Tiene unos ojos bonitos. Su cara pierde expresividad. Lasangre sale con menos fuerza de la herida

Me levanto. Recojo los cristales con cuidado. No quiero que me detengan por esta zorra.Busco un vaso y los guardo dentro. Los tiraré lejos. Espero a que no haya nadie para salir. Abro concuidado y salgo. Dejo la puerta abierta. Tiro los restos de cristal en un contenedor de vidrio queencuentro después de un rato andando. Hay que salvar el mundo, pienso. Me prometo a mí mismoque tendría que salir menos por los bares. Hay gente muy peligrosa por ahí. 

YO PSICÓPATA Diario de un Asesino || PARTE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora