Ya iba ser medio dia, Gabo hacía dibujos en la mesa de la cocina planeando como hacer una nueva caseta para los trabajadores, la que tenían estaba muy desgastada y no había nada mejor que las "fiestotas" al final de mes. Doña Aracelly le avisó que requerían su presencia con prisa en la sala mientras ella iba en la colgar las sábanas lavadas con olor a manzanilla que impregnó el ambiente.
Al ir a la sala repentinamente fue sorprendido por alguien que le cubrió los ojos con unas manos pequeñas suaves, sonrió y adivinó que eran de su amiga, a la cual comenzó a preguntarle si acaso le tenía una sorpresa, ella afirmó y le pidió que se dejará guiar al porche. Allí le retiró las manos de los párpados y mientras se adaptaba a la luz del exterior, notó que había una figura femenina ante él.
Tenía una amplia sonrisa que revelaba toda su dentadura, acompañada de labios gruesos y hermosos hoyuelos en sus redondas mejillas, la nariz ancha y las cejas delgadas, sus grandes ojos oscuros siempre llevaban una mirada coqueta acompañada de la alegría de la juventud, su piel era color canela y no temía mostrarla un poco con su escote, el cabello era negro y siempre lo llevaba recogido con una coleta alta y un listón, a la vez que caían unos mechones en su rostro.
Con las manos puestas sobre sus prominentes caderas saludaba a todos con su grave voz, Gabo se dirigió a ella a abrazarle mientras se burlaba de ella por ser tan baja que él debía agacharse para estar a su altura. Ella era Cruz, prima hermana de Mercedes, puesto que era hija de Eleanor, hermana mayor de Ferrec, había estado ausente sólo unos meses mientras validada su estudio en moda en el oriente del país. Los dos chicos estaban a punto de bromear brusco cuando recordaron que Ferrec estaba junto a ellos.
Por petición del señor, el joven fue a llamar a sus padres los cuales fueron con rapidez a atenderle, el hombre sólo les dijo que dejaba en sus manos a sus dos grandes tesoros, dio un beso a "sus niñas" en sus frentes, se despidió de los Robledo con un apretón de manos y tomó su rumbo. Todos veían con nostalgia y sorpresa al coche que cada vez se iba alejando más en el horizonte, pero era notable que Merce era quien se sentía peor mientras su vista sólo se enfocaba en ver partir a su padre, pero mayor fue la extrañeza para todos al notar que ella estaba vestida con ropa vieja de varón y estaba con la cara sucia.
El equipaje fue llevado al cuarto de huéspedes que tenían reservado para ellas, se dispusieron a almorzar mientras seguían observando el vestir de la señorita, que en medio de su embeleso no lo notaba. Cuando se levantó de la mesa para retirarse e hizo una reverencia, miró fijamente sus piernas y vio aquel detalle de la vestimenta, les miró con un leve sonrojo y los ojos abiertos como platos mientras fruncía con fuerza los labios, agachó la cabeza y salió de la sala corriendo para ir a arreglarse gritando sus disculpas. Cruz les explicaría que la joven estaba en labor de limpieza y por eso llevaba esa apariencia, además de que su padre en su afán por marcharse no le había dado tiempo de cambiarse.
La señora Ana feliz de tener compañía femenina les trataba con demasiado cariño, les mimaba y les ayudaba a instalarse en casa. Cuando Gabo entró a la habitación para también ayudarles a acomodar todo, la señora les sugirió que dieran un paseo por la ciudad, les pareció un plan agradable y se decidieron en hacerlo aunque ya estaba empezando a hacerse algo tarde. Entonces rápidamente tomaron dos caballos, uno para el joven y otro en el que iban ambas señoritas, siendo Merce quien iba al mando del animal, llevando a su prima que a la que nunca le interesó la equitación.
La joven Ferrec iba silente, pensaba en la ausencia de su padre, en su derrumbada casa de la cual no quedaba ni la minúscula huella de lo que alguna vez fue, que a la vez le recordaba su familia rota, y recordaba la última vez que estuvo en un caballo, había sido hace unas semanas pero cada que lo recordaba sentía la misma sensación helada en todo su cuerpo que tuvo aquella vez.
ESTÁS LEYENDO
Revelándome a ti
Ficción histórica"Nunca te expondrás a tí misma, no revelarás tu alma ni tus profundos sentimientos a nadie, esas son tus debilidades y muchos querrán usarlas en tu contra. ¿Duele verdad? Recuerda ese dolor que está por calcinarte, algún día será sólo una tontería...