Capítulo 1. Primer encuentro

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Capítulo 1.

SARA.

Y aquí estoy, mirándome frente al espejo de mi nuevo apartamento, donde inicia una historia para mí en un nuevo y muy lejano país. Buscando y persiguiendo mis sueños, porque para una niña que creció sóla, sus sueños y la imaginación fueron sus mejores amigos es por eso que años después  muchos dicen que vivo soñando y quizá tengan razón, me paso más tiempo soñando despierta que viviendo mi vida. Pero, muchas veces no es fácil, estar en mis zapatos.

Tengo tan solo 22 años, soy muy bajita de estatura, apenas 1,60m, esto ha hecho describirme como una mujer adorable, mi cuerpo tiene muchas más curvas de las que me gustaría, lo que me hace muy llamativa en la mayoría de las ocasiones, mis ojos son herencia de mi padre, de un tono inexplicable entre el verde y el marrón claro; es lo único en lo que me parezco al estirado señor Henríquez; mi parte favorita de mi rostro son mis labios, pequeños y llenos; son lo más llamativo y la firme herencia de mi familia materna, mi cabello, una mata espesa y ondulada del color del caramelo, un tanto rebelde pero aun así, lo cuido mucho. Desde pequeña fui instruida para cuidarme y estar en todo momento impecable. Siempre trato de sonreír, así no haya motivos para hacerlo, no suelo ser muy extrovertida, tan solo tengo una amiga, y desde que tengo uso de memoria, siempre me he sentido muy sola, si bien crecí rodeada de comodidades, desde un lujoso departamento en una de las zonas más exclusivas de Caracas, Venezuela; hasta los colegios más prestigiosos que hay en el país, pero no todo en esta vida es el dinero, a pesar de que siempre tuve lo mejor, nunca sentí el calor de un hogar, mis padres siempre han sido adictos al trabajo. Todas mis experiencias de niña y adolescente las compartí con mi nana, la mujer que me ha cuidado siempre y la única a la que voy a extrañar de ese lugar donde viví hasta hace unos días.

Hoy puedo decir que los esfuerzos y la constancia, traen resultados, tantos años estudiando idiomas, tantos estilos de danza y baile que he perfeccionado, me han otorgado este regalo. Aunque no todo es mérito mío. He tenido un ángel que me ha ayudado a dar este gran paso, una persona que desde que lo conocí se volvió alguien significativo e irremplazable. Y mientras continúo observándome y arreglándome para salir a conocer el lugar, sigo recordando mi vida, creo que estoy nostálgica, estoy muy lejos de mis orígenes y las memorias de mis más hermosos momentos fluyen como una marea difícil de contener.

Desde muy pequeña he amado el baile a los 5 años, comencé con mi formación como bailarina profesional, bailo ballet, danzas culturales de mi país, gimnasia rítmica, danza árabe, baile de salón, salsa, merengue, urbano y muchísimos estilos más y gracias a mi talento para el baile, obtuve una de las becas que me han traído hasta este país. Mi otro talento y del cual estoy muy orgullosa es la capacidad que tengo para aprender nuevos idiomas, siempre he sido muy curiosa de aprender y conocer; y cómo no tenía a mis padres para compartir conmigo, volqué toda mi energía en estudiar, en crecer y aprender cada día más. No era muy buena en la escuela y sin duda no soy amiga de las matemáticas; pero con muchísimo esfuerzo pude concluir hasta mi carrera universitaria. A pesar de ser una bailarina profesional, de ser reconocida cómo políglota por hablar inglés, francés, japonés, Coreano y mi idioma natal; y de ser la número uno de mi promoción en Idiomas Modernos, nunca busqué ser el centro de atención, tan solo me enfoqué en dar lo mejor de mí, en poner mi mente y corazón a cada cosa que hacía para llenar el vacío del afecto de mis padres pero terminé llamando más la atención de lo que quise en más de una oportunidad y mientras voy repasando cada rincón del lugar que ahora será mi hogar y haciendo una lista mental de todo lo que necesito para ese pequeño y adorable departamento mi mente sigue vagando por los recuerdos. Uno muy especial, el cual me ha impulsado a llegar al majestuoso Corea del Sur.

Con tan solo 11 años, hubo un evento que cambió mi vida para siempre. Mis padres eran los publicistas de una actividad en la embajada de Corea del Sur en Venezuela. Dicho evento, era en honor a la familia, por lo que mis padres debían llevarme para representar "la familia perfecta", jamás me sentí tan emocionada porque para ese momento estaba ávida por conocer esta cultura tan impresionante. El evento fue aburrido para mis padres, pero para mí fue maravilloso, toda la cultura de ese país me enamoró y soñé con estar allá, caminar por las calles de Seúl, poder sentir el frío y ver la nieve. Me perdí en  el instante que cambió mi vida para siempre.

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