◐Doce

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La nieve fue un poco bendición y un poco maldición.

Cada vez se escuchaban menos disparos y explosiones provenientes de la guerra que estaba desatada.

Pero la nieve también inundó el invernadero y arruinó las verduras que ya no florecieron.

—¿No comerás hoy tampoco? —pregunta viendo el plato que su Alfa acaba de poner frente a él en la mesa.

—No tengo hambre.—responde como siempre.

Erick sabe que está mintiendo así que camina hacia él sosteniendo su plato y se sienta a su lado. —Podemos compartir esta comida.

Joel niega. —Estás embarazado tienes que comer bien. Yo no tengo hambre.

—No me afectará en nada si como un poco menos. —asegura el Omega tratando de convencerlo.

—Erick —pronuncia Joel de manera sería —No voy a discutir contigo. Termina de comer y ve a dormir.

El Omega no insiste solo ve al rizado caminar hacia la cocina.

El Alfa suelta un suspiro profundo cuando cruza la puerta. Ve a su alrededor y su preocupación crece.

Pronto se va a acabar. —repite en su mente como cada segundo.

—Puedo hacer que dure una semana más —se dice —y puede que para entonces deje de nevar.

Trata de ser positivo pero en cuanto abre la alacena la preocupación aumenta.

Solo hay unas cuantas reservas que durarán tres días como máximo.

Cierra la alacena y camina hasta la única ventana de su cabaña. Puede ver cómo la nieve cae ferozmente sin parar. La posibilidad de que pare parece nula.

—Erick... —llama al ojiverde asomándose por la puerta —¿Ya terminaste? —le pregunta de forma cariñosa.

El Omega levanta la mirada y le sonríe. —Ya terminé.

El Alfa lo llama haciendo una señal.

En cuanto Erick entra a la habitación, Joel lo abraza fuertemente. —Vamos a dormir ya es tarde.

Erick no entiende porque durante toda la noche Joel no lo soltó y tampoco el porque de sus ojos cristalizados.

En la mañana siguiente cuando el Alfa le sirve la única comida del día a Erick se posiciona frente a él creando tensión.

—Erick... —murmura con un dejo de tristeza —tenemos que hablar.

El Omega siente una punzada en su pecho, sabe que lo siguiente que dirá el Alfa será algo malo.

—Voy a ir al pueblo.

—¡No puedes! —responde de inmediato exaltandose.

—Tengo que hacerlo. —habla calmado intentando transmitirle seguridad —La comida se está acabando.

—No me importa.

—Si no comemos moriremos.

—Vamos juntos. —pide.

—No puedes salir allá afuera en tu estado. El frío es insoportable.

—Entonces moriré a tu lado, no me importa. Es mucho mejor a qué mueras afuera y yo aquí adentro sin saber si realmente estás muerto. —pronuncia aguantando sus lágrimas.

—¿No te importa nuestro cachorro? —hace esa pregunta cómo clavándole en el pecho.

Erick no responde.

Joel lo mira, está temblando, a punto de romperse y dejarse caer en el suelo a llorar.

Aunque lo quisiera no tiene otra opción. Así que respira hondo y se obliga a ser valiente.

—Te prometo que mañana volveré. Y estaremos juntos el día después de mañana y el siguiente día y el día después de ese y todos los días de nuestra vida.

Erick lo envuelve en sus brazos fuertemente, no quiere soltarlo jamás. Las lágrimas bajan por sus mejillas cuando Joel rompe el abrazo, lo mira fijamente a los ojos y sonríe.

Jamás había visto una sonrisa más triste.

Se reprime correr tras él mientras lo ve irse.

Solo tiene que esperar hasta el día después de mañana.














LOS SUCESOS DE ESTE CAPÍTULO SUCEDEN TIEMPO DESPUÉS DEL ÚLTIMO. EL SIGUIENTE CAPÍTULO TAMBIÉN SUCEDE MUCHO TIEMPO DESPUÉS.

El día después de mañana >Joerick<Donde viven las historias. Descúbrelo ahora