drug ;;ɴᴏᴍɪɴ

prólogo.

El pelinegro tiró el cigarro al suelo. Lo pisó con pereza, haciendo desaparecer las brasas.

— Me han comentado que van a meter marihuana.— soltó como si nada. Jaemin observó el perfil del contrario durante unos segundos antes de apartar la mirada.

— Seguramente sea un bulo,— susurró. Sus caderas se apoyaron contra la barandilla, balanceándose peligrosamente hacia delante.— siempre dicen ese tipo de cosas. Y nunca sucede nada.

— Creo que esta vez es real.— dijo Jeno de nuevo. Miró a su amigo a los ojos, un brillo divertido en ellos.— Kim me lo ha dicho. Es una fuente fiable.

Jaemin asintió. Retiró unos oscuros mechones de pelo de su cara antes de volver a dirigirle la mirada a Jeno.— ¿Qué vas a hacer?, ¿vas a ir?

Jeno lo miró como si fuese tonto. Muy tonto, diría Jaemin al ver como las cejas del pelinegro se arqueaban. Jaemin trató de no reír.

— Vas a venir conmigo, Señor Presidente.

Jaemin ya no pudo contener por más tiempo la risotada que trataba de esconder. Golpeó el huesudo hombro del pelinegro.— Calla, bobo. Además,— lo miró con el ceño ligeramente fruncido, como si la propuesta del otro fuese lo más absurdo que había escuchado nunca— ¿para qué voy a ir?

— Para joderles la fiesta.

— Ah, coño, así que soy un jode-fiestas.— murmuró. Jeno rodó los ojos.

— Sabes que no me refiero a eso, Na.

— Eso espero.

Jeno se rió por lo bajo, soltando todo el aire de sus pulmones por la nariz en un gracioso bufido.— Es en casa de Chung Ho.— comenzó. Volvió a mirar al castaño.— Odio a ese gilipollas.

— Es el que...— susurró, sin atreverse a terminar la oración. Jeno asintió lentamente.

—  Mi plan no es llamar a la poli ni nada de eso, pero al menos quiero asustar un poco y patear el trasero de ese mal nacido.

— Te van a volver a castigar.— advirtió Jaemin, frunciendo los labios en una mueca apenada.

— Como si no estuviese acostumbrado.— contestó el mayor, elevando los hombros, como si le diese exactamente igual.— Además, estamos fuera del instituto, ¿qué me va a hacer la directora?

— Idiota, soy el presidente del consejo.— rió el castaño, conteniendo las ganas de propinar un coscorrón al otro.— Tienes suerte de ser mi amigo, si no ya estaría diciendo—

— Nana, eres un chivato.— dijo serio, contradiciendo totalmente la risa que se asomaba en su rostro. Sus ojos estaban a punto de cerrarse en pequeñas lunas, como cada vez que se reía a carcajada limpia.

— ¡Oye!

— ¡Es verdad!— Se defendió Jeno. Jaemin se separó de la barandilla en la que había estado apoyándose. Frunció el ceño mientras sus manos se dirigían a los hombros del contrario.— Chivato, chivato.

— Tú tienes ganas de comerte unos buenos puñetazos, ¿no?— cuestionó el castaño una vez sus grandes manos estuvieron apoyadas sobre los hombros ajenos. Apretó ligeramente, una pequeña sonrisa se asomaba a su rostro.

—  Das un miedo que te cagas.— susurró Jeno, observando la boca de Jaemin, dónde una sonrisa algo macabra se dejaba ver.— Estás tronadisimo, Jaemin.

— Pues para ya, tío.— dijo el más joven, borrando la sonrisa de golpe y dándole una sacudida al hombro de su amigo.— Acompáñame a clase de filosofía.— pidió.

Sin esperar respuesta, agarró la mano del pelinegro y se marcharon de la azotea de su instituto.

nomin; próximamente.

.