tres.

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DongHyuck bailaba consigo mismo, sujetando en su mano derecha un vaso de brebaje desconocido, mientras que su otra mano flotaba en el aire con movimientos descoordinados respecto a los de su cadera. Se meneaba de un lado a otro. Hasta que vio a Jaemin. Hizo señas con su mano para atraer la atención del castaño.— Jaem, bailemos.

— Va, pero luego.— confirmó Jaemin. Se dispuso a continuar buscando a su amigo, cuando pensó en las posibilidades de que DongHyuck supiese algo. Se giró sobre sus talones, encontrándose a un DongHyuck sonriente.— ¿Has visto a Jeno?

— ¿Te ha dejado solo?— cuestionó. Jaemin asintió con un pequeño murmullo. Aquello pareció irritar un poco al pelinaranja, que se masajeó una de las sienes mientras pensaba.— Va de héroe y lo único que es es un inútil. No lo he visto, pero seguro que está arriba, habrá ido a buscar a Ho o a alguno de su grupito rollo JuHoon o Mingi. Para eso ha venido, así que...

— Gracias, te debo la vida.

— Con que bailes conmigo luego me basta.— contestó DongHyuck, lanzándole un beso burlón. Jaemin se permitió reír antes de marcharse.

JuHoon..., ¿no era ese el chico que había conocido anteriormente en la piscina? Tampoco podía estar seguro, primero porque no se acordaba bien del todo. Ser malo para los nombres y caras es un trabajo, y Jaemin lo dominaba como nadie. Por otra parte, podría ser otra persona con el mismo nombre.

A saber.

Había tanta gente que resultaba agobiante. Cruzó, casi patosamente, entre cuerpos sudorosos de jóvenes, esquivando a un par de chicas con las que casi chocó. Tardó poco en cruzar el gran salón y llegar a las escaleras que, excluyendo a una pareja líandose sentados en un escalón, estaba despejada.

Subió corriendo, tropezandose torpemente con sus propios pies, pero salvándose de una dolorosa caída en el último segundo. Se avergonzó mentalmente. Una cerveza y ya parecía un pato mareado.

Un largo pasillo le dio la bienvenida, aunque para su alivio solo habían dos puertas. Probó con la primera, la cual estaba cerrada a cal y canto. No tenía la llave, y pasaba de perder el tiempo con ella. Era de imaginar que debía ser la otra habitación, un par de metros más al fondo.

Tocó un par de veces a la puerta, sus nudillos resonando contra la vieja madera. De la habitación no provenía ruido alguno, aunque también podría ser porque la música de estéreo taponaba cualquier otro mínimo sonido.

La puerta no se abrió, así que él mismo empujó de la manija.

— Ayo.— no sabría decir si ese chico desconocido le estaba saludando o simplemente se había sorprendido. Quizá no escucharon los golpeteos en la puerta. Era probable.

Como se había imaginado, ahí estaba el chico de la piscina, el tal JuHoon. También el chico desconocido.

Y como no, Jeno.

Estaba enfadado, su ceño fruncido hasta abajo y haciendo que un par de arrugas apareciesen en su entrecejo. De brazos cruzados, miraba a JuHoon con furia, quien estaba sentado en una silla de escritorio, indiferente.

El pelinegro ignoró la llegada de Jaemin, aunque este último tenía la certeza de que se había dado cuenta. Pareció acelerar el proceso de lo que fuese que estuviese haciendo para acabar cuanto antes. Apuntó su dedo índice al pecho de JuHoon, apretándolo con fuerza sobre éste. Aún así, si al chico le dolió, no lo mostró.

— Dejad de comedme la cabeza. Le decís a ese gilipollas de Ho que me busque cuando esté listo para afrontar las consecuencias de lo que hace.— finalizó Jeno. Se dispuso a salir, llegando al marco de la puerta donde lo esperaba el castaño, sorprendido como nunca. Antes de salir, Jeno se giró por última vez.— Y que deje de esconderse. Es un puto cobarde.

drug ;;ɴᴏᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora