HALO: DUST AND ECHOES (Español)

Ecos De Eternidad

TERUM, SANGHELIOS
NOVEMBER, 2560

A pesar de lo que la Galaxia había estado viviendo durante los últimos largos meses, había algo que Nuray debía admitir, y era que en realidad sí habían gozado de algo de paz, de manera extraña, pero al menos cada día que había pasado en Sanghelios había sido mucho más tranquilo que lo que acostumbraba ser cuando estaba en la Infinity, pero aunque esa fuese la vista general que ella tenía, la verdad era que aún debían encargarse de los Creados, eso o simplemente acostumbrarse a vivir bajo un régimen muy distinto, cosa que ni los humanos, ni los sangheili harían.

Ella tampoco había olvidado el deber que tenía, ni la razón por la cual se había quedado en ese planeta, y aunque la mayoría del tiempo tenía la oportunidad de permanecer junto al Inquisidor, y de hecho muchas noches había dormido a su lado, aún no se apartaba de su objetivo principal, y fue por ese motivo que seguía viajando y tratando de investigar los jeroglíficos Forerunner, algunas veces incluso había conseguido enviar imágenes y videos en sus reportes a la Infinity, con el fin de que los científicos pudieran descifrar lo que ella no, aunque hasta ese momento solo habían conseguido traducir segmentos que hablaban sobre mundos escudo, algunos ya descubiertos de hecho; o sobre el Didacta, incluso se había intentado que algún Huragok aportará más información, pero no era lo que estaban buscando.

Nuray sinceramente creyó que su misión pronto terminaría y que se iría del planeta tal como llegó, con las manos vacías y sin ninguna información clave. Comenzaba a perder la esperanza, ya no sabía si tenía ánimos de seguir buscando, o si simplemente debería darse por vencida, olvidarse de estar con Thel por quien sabe cuanto tiempo, y regresar a la Infinity para intentar ser útil allá.

Con su mente hundida en ese tipo de cuestiones, continuó adentrándose cada vez más en la reliquia/instalación Forerunner de Terum, la cual era tan grande que le había tomado mucho más tiempo del que esperaba, <<Gryha tenía razón>>, pero tan distraída estaba que ni siquiera se dio cuenta del camino que había tomado. Cruzó varios arcos y se desvió por un par de entradas subterráneas, y repentinamente comenzó a sentir de nuevo esa sensación de hormigueo en todo el cuerpo, <<¡Demonios!>>. Había caído de cabeza sobre suelo metálico, y aunque fue un golpe duro realmente no se había lastimado.

Se puso de pie mientras sobaba su cabeza con una mano, levantó la mirada y prácticamente quedó boquiabierta. Estaba en una habitación mucho más grande que las que había visitado antes, el muro de metal frente a ella estaba completamente tapizado por iconos y escritura Forerunner y todos brillando en un azul intenso, era como si la estuviesen llamando, debió admitir que incluso sintió miedo.

Frente a la pared había un pilar cuadrado de líneas perfectas y estilizadas, brillaba como si el tiempo no hubiese pasado por allí jamás. Sobre el flotaban una especie de esferas de distintos tamaños, lo cual le recordó de inmediato al símbolo que había visto la primera vez que visitó Terum, aunque ahora ni siquiera podía asegurar que siguiera ahí porque su radar parecía muerto. Nuray se acercó lentamente, y primero se debatió en sí debía tocar algo, pero ya estaba ahí, así que decidió "investigar". Poco a poco llevó su mano sobre las esferas, y cuando las tocó estas se separaron formando una órbita irregular.

-¿Un arum?-, se preguntó a si misma, estaba un poco confundida debido a que la forma de aquellas figuras era extremadamente similar a unos artefactos utilizados por los sangheilis jóvenes, algo parecido a un rompecabezas, el cual tenía el propósito de enseñar el don de la paciencia, y aunque los había visto, Nuray jamás había intentado resolver alguno.

Sin embargo no pensó en salir de ahí, sabía que eso era una especie de cerrojo Forerunner, así que se tomó su tiempo e intentó recordar como era que los sangheili jóvenes resolvían esas cosas. Intentó una y otra vez durante horas, sus manos enviaron a las esferas de un sitio a otro intentando unirlas de manera armoniosa, pero parecía que no tendría suerte, no hasta que se dio cuenta que una de esas esferas tenía una especie de pequeño botón en el centro. Nuray lo presionó y esta se abrió ampliando su interior, y fue entonces que la chica comprendió el orden correcto en que debía colocar las esferas. Sus dedos se movieron rápidamente y después de un par de intentos más... -Voilá-.