Final-The wisp sings:

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Harry 

Después de tanto.

Después de las mentiras, los miedos, inseguridades y dolor, mucho dolor.

Continuó su vida.

La mañana siguiente, abrir los ojos en ese horrible lugar que olía a medicamentos y desinfectante jamas le había hecho tan feliz.

Salio ileso de la cirugía, muy agotado, infernalmente agotado, débil  pero vivo. 

Y no estuvo internado solo, amaba tenerle cerca casi las veinticuatro horas de esos muy tristes tres días. 

Esa habitación de descanso le hacia sentir angustia, cada madrugada que despertó allí lloró aferrado a la polera de Louis  quien siempre atendía y calmaba sus sollozos con caricias y promesas de ser felices pronto, palabras dulces hasta que se dormía.

 Todo ese amor y compañía le hicieron sentir algo mejor, lo suficiente para que los médicos le dieran de alta.

Para cuando volvieron a casa, la cajita que llevaba en la mano no fue lo único que dolió, también dolió la herida en su vientre bajo. 

Luego de dos días apretando en la palma tal cajita pensaron que  ya no era sano, y a ruegos de Lou cedió a soltarla y dejarle reposar sobre la chimenea de donde le veía siempre para hacerse daño con los cortos recuerdos. 

 Y ese daño tampoco era sano, así que Louis se transformó en morfina, siempre a su lado suavizando la agudeza de la tristeza,  y aunque le rogaba que parase, él siempre estaba besando la cicatriz que tanto odiaba pero sin remedio cargaba.

Estuvieron así mucho tiempo, pues la salud no le mejoró hasta pasar mes y medio donde ya la herida física exterior estaba cicatrizada y pues más sano, ya podía permanecer despierto por varias horas, comer a gusto, charlar y por fin, moverse lentamente por toda la casa.

Pero el daño del duelo seguía allí, todavía le latía levemente y es que no podía creerlo.

Luego de una mañana entera en la sala mirando por la ventana sin hacer nada mas que estar sentado y pensando, Louis se le acostó al lado, obviamente quejándose del sillón de mierda, lo ignoró al menos dos horas hasta que este se cerró la boca.

Mas tarde cuando hubo acabado de repasar en su mente toda su historia, miró por fin al hombre dormido a su lado, se veía muy agotado, tenía ojeras y estaba pálido. 

Lloró impotente cubriéndose la boca antes de hipar y despertarlo. Con una mano delicadamente le acarició los cabellos. 

Este poco a poco abrió los ojos y al verle los ojos llorosos y rojos se alertó tratando de levantarse pero se lo impidió empujándole los hombros. "Duerme Lou, yo haré la comida, quiero consentirte."

Este se pasó las palmas por la cara antes de poner una en la suya y limpiarle el rostro."Puedo estar allí contigo, solo para asegurarme de que estarás bien. Por favor."

Negó inclinándoos cuidadosamente para dejarle tres besos en la frente."Estas agotado cariño, yo me encargo de esto, seré rápido. "

"Yo... esta bien, pero avísame por cualquier cosa que necesites, lo que sea que implique subir o ... ir al sótano u salir, está bien?"

"Sí. Ve a dormir a la habitación, aquí te dolerá el cuerpo."

Abandonó con cuidado su puesto en el sillón y fue a la cocina, en las gavetas y refri había de todo para un almuerzo-cena perfecto. Así que empezó a preparar macarrones con sarza de carne, la favorita de Lou.



...


Secuestrado, mi amor. (L.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora