El plan de shikadai parte 1 Okoto

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por todo el lugar re tumbaron el chirriar de unas enormes cadenas moviéndose como si estuvieran vivas.

Koei entre cerro los ojos abriendo el hocico exhausto del consumo de Chakra, desconcertado miro a todos lados, solo había oscuridad a su alrededor, en un momento cayó al suelo desplomado.

Los días pasaban sin saber nada de Choumei, anbus, jounin buscaban a la jinchuriki del 10 colas sin descanso, pues el Rubio nanadaime sentía rabia e ira por su amiga ya que ambos sabían lo que era llevar la carga de portar un bijuu en su interior desde la niñez, por ahora sabían que la familia Ototsuki no la había capturado.
El joven Nara paseaba por las calles de Konoha pensativo mientras tanto hacia el ademán de patear una piedrita del camino que había encontrado, por lo demás sus compañeros se encontraban entrenando con sus respectivos padres para las propias técnicas del clan, el Nara era el único que quedaba sin entrenarse, una idea se le había cruza por la mente y iba a dar la a cabo no sin antes hacer un jutsu de invocación por parte de su clan, esa invocación era un ciervo de pelaje rojizo y enormes astas aterciopeladas, cuando lo invocó extendió la mano y habló.

Lo siento Okoto no te hubiera invocado si no fuera por una buena causa, te vendrás conmigo a rescatar a mi sensei. -Prosiguió hablando el azabache de coleta alta. -

¿Y bien? -Dijo con fastidioso el ciervo. -

Me alistare enseguida y nos iremos al país de la nube, allí te contaré mi plan -Musito el chico. -

El ciervo asintió zarandeado su cabeza haciendo que sus astas se movieran con brusquedad, pues este llevaba unas plumas en ambos extremos de estas como forma de libertad y paz hacia el bosque. Al llegar a la residencia Nara, shikadai entró a urtadillas para que su madre no lo viera, ya que con el iba detrás okoto sin hacer mucho ruido.

Sonó un ruido sordo y eso alertó a Temari que se asomo a la puerta del jardín de la casa.

¡Shikadai! ¿Eres tú? -Exclamó temari con su habitual voz. -

Este sin contestar siguió hasta el establo donde guardaban algunos ciervos para la medicina que hacían con los cuernos de ellos, allí en un recóndito sitio encontró lo que iba buscando, una silla de montar y un arne, colocó la silla sobre el lomo del animal y el Arne por cabeza y hocico y se monto encima del ciervo comenzando a este a caminar despacio.

Las pezuñas del animal sonaban al caminar y eso volvió a alertar a Temari de algún ruido que provenía de fuera.

Shika... ¡Shikadai! -Exclamó anonadada la Rubia al ver corre a un enorme ciervo pelirrojo y más a su hijo montando a aquel animal. -

El Nara miro hacia atrás con una mirada desafiante a su madre, su intención era irse de la villa en busca de su sensei, esta al ver su mirada intento alcanzar su abanico para hacerlos volar a ambos y detenerlos para que no se fuera pero cuando envió la primera ráfaga cortante hacia ellos, el ciervo utilizó una técnica solo con sus pezuñas al correr, lo que impresionó más a la rubia, no sabía nada al respecto.

¡Agarrate fuerte chico! ¡Jutsu de sombras Zarzas Arbóreas! -Exclamó el ciervo una vez ejecutada su técnica. -
La sombra del ciervo se expandió por detrás subiendo en forma de zarzas, pues el viento fue parado por aquellas zarzas, se supone que son sombras por lo tanto el viento tendría que haberlo atravesado y haberles dado sin dificultad alguna pero había un detalle con esa técnica, y era que la sombra era sólida como la misma madera, cuando el viento chocó contra las zarzas, las espinas de estas automáticamente fueron lanzas en forma de segunda defensa clavándole alguna que otra a la rubia y las demás en la casa.

Temari vio como su hijo corría en dirección recta dejando de ser visible para ella entre la gente que paseaba ese día, shikadai seguía corriendo encima del Gran ciervo que por lo visto alcanzaba una gran velocidad igualando a un caballo o un poco más que eso.
Okoto daban grandes zancadas al correr haciendo que la tierra del camino se levantara por todo el lugar,cuando pasaron por encima de la acera de la puerta principal sonaban los cascos de las pezuñas del animal.

El legado del fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora