Pensamientos

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Hola, me presento, soy Park Jimin, un chico de 22 años que actualmente trabaja en una tienda de ropa, soy feliz así, no me quejo.

Ahora, me encuentro sentado pensando en mi vida, analizando como he vivido hastá hoy y si realmente soy tan feliz como digo serlo.

Mi infancia fue grata, risas, caricias, amor de familia, todo lo que un niño necesita; en ese momento de mi vida creo que realmente fui feliz. Extraño esos tiempos.

Mi adolescencia, por otro lado, fue adverso a ello; de un momento a otro, mis padres decidieron separarse, traté de ser maduro, de respetar su decisión, de convivir con ello, pero al parecer no lo logré. Tras ese suceso, mi vida cambió, dio un giro de trescientos sesenta grados y me convertí en otro, ¿maduré? quizás, no lo sé, solo podría decirse que el antiguo Jimin, aquel dulce niño, quedó aprisionado  entre cuatro paredes en mi corazón, en lo más profundo, donde nadie pudiera encontrarlo y liberarlo.

Decidí entonces, ser el chico rudo de la escuela, pero no el tipo retrógrada que todos pensarían. No, yo decidí ser un adulto a temprana edad y así enfrentarme de una vez a la jauría que me esperaba más adelante.

Me hice un poco insensible, no lo voy a negar y en casos algo antipático, traté mal a algunos, actué de manera exagerada, herí corazones y me pasé del límite. Lo siento y lo sentí con el tiempo, más adelante cuando entraba a la juventud.

Por eso cambié.

No merecía esto, no por otros debía cambiar, ¿por qué hacerlo? ¿debo darles el gusto de verme así? ¿debo darles el gusto de hacerme así?

No lo merezco.

No hice nada malo.

Cuando niño soñaba con ser abogado y defender a los indefensos, a los reales indefensos, no a esos que por creer que tienen dinero y relaciones no merecen alguna pena. Yo quería ser un luchador, quería ser su hombro amigo.

Aún quiero serlo, estoy casi seguro de ello, y tal vez algún día lo sea.

Al terminar la secundaria creí que iniciaría el camino hacia ese, mi sueño; pero, la situación simplemente no se dio.

Los culpé por mucho tiempo; yo realmente quería estudiar, quería ser alguien en este mundo, ser parte del campo laboral y desarrollarme profesionalmente; pero simplemente, no se pudo.

Estuvé así por mucho, hasta que me di cuenta que perdía el tiempo y que no sacaba nada con ese comportamiento. Tal vez no sería lo que un día quise ser, lo que anhelaba y deseaba con toda mi alma; pero al menos podría ganarme la vida  honradamente con algún otro trabajo.

Soy relativamente feliz con esta vida que llevo. No me quejo.

•∆•∆•∆•

Hoy es mi primer día de trabajo, agradezco haberlo conseguido rápidamente. Tomé una ducha y luego me alisté, la primera impresión es muy importante aunque algunos no lo crean; el trato que me den dependerá de ella.

Me apresuré en desayunar lo justo y suficiente. También es indispensable para un exitoso y productivo día.

Salí, cerré mi apartamento y activé la seguridad; mamá y papá se habían ido ya hace unas semanas; hubiera querido que estén hoy conmigo y ser alentada por ellos.

Espero por el ascensor, aun no llega a mi piso y realmente no quiero bajar por las escaleras, ¡son 13 pisos!.

Por fin se abre y veo a ¿Jimin? ¿Qué hace aquí? Ayer no mencionó que vendría.

Debo haber estado muy sosprendida porque este se empezó a reír y tras calmarse un poco por fin habló.

- No me esperabas ¿verdad? Solo quise venir a darte ánimos; supuse que lo necesitarías ahora que no están tus padres. Así que ¡Fighting, Fabi! ¡Te irá muy bien!

Últimamente me llamaba así, es un chico muy tierno, demasiado para este peligroso mundo, me atrevería a decir.

- Bueno ¿vamos?

Entrecruzó nuestros brazos e ingresamos al ascensor. Llegamos al sótano donde se encontraba mi auto y antes de poder abrir la puerta del conductor fui detenida.

- Por hoy, yo conduzco. Estás demasiado tensa como para conducir. Así que dame las llaves, por hoy seré tu chofer.

Estiró su mano y me regaló una dulce sonrisa. Qué hice para merecer este amigo, es genial, dulce y atento.

Le devuelvo la sonrisa, le entrego las llaves y me dirijo hacia la puerta del copiloto que es abierta por mi dulce caballero.

Mi dulce terrible dolor de cabezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora