4. ᴇʟ ʟᴏʙᴏ ᴛʀᴀɪᴄɪᴏɴᴀᴅᴏ

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Silas.


Foster Hill, siempre ha sido mi hogar desde que nací y es el territorio que ocupa mi manada.

Me llamo Silas McKenna.

Soy el segundo y último hijo del líder de la manada Foster Hill y su luna. A pesar de no ser el primogénito de los Mckenna, mis abuelos paternos se ocuparon de educarme como lo hicieron con sus otros hijos. Me compartieron su sabiduría.

Cuando era un niño mi abuela la anterior luna. Me sacaba durante las noches a ver todas las constelaciones que se podían ver desde nuestro territorio. Era una experiencia única. Me contaba historias sobre nuestra especie y sobre todo de nuestra señora y creadora, la diosa de la Luna.

Hace mucho tiempo. Cada licántropo nacía con un espíritu lobuno, un espíritu animal y sabio. La primera vez que se conocen era después de la primera transformación, cuando cumplen los diecisiete años.

Con este espíritu ayudaba a reconocer a nuestra alma gemela o mate, puede ser una loba o un no lobo. Aunque cuando se trata de humanos se pueden convertir por medio de nuestra mordida al ser marcados.

Como un niño pensé que era romántico y puro.

Pero mientras más me hacia un hombre, me contaron la otra versión.

No todos son buenos, cuando ambas partes son malas: La humana y el animal. Hacen cosas terribles, como maltratar a sus mates e incluso matarlas.

Hubo una vez que las lobas se cansaron de esos abusos. Contrataron los servicios de los brujos y para romper ese vínculo hicieron un sacrificio. Aunque dicen que la diosa de la Luna impidió esa ruptura y quitó la conexión con nuestros espíritus lobunos. Para que los licántropos no les echaran la culpa a sus compañeros.

Para nuestra señora ellos no eran los culpables. Si no el lado humano, ese era la verdadera bestia.

Tiene su lógica, la humanidad es la que ha destruido la flora y fauna del mundo.

Por el incidente de las lobas. Mi bisabuelo terminó siendo el primer licántropo de mi familia en obtener el título de líder de la manada de Foster Hill. De ahí paso a mi abuelo, después siguió mi padre y se supone que seguía mi hermano Issac.

Pero ocurrió algo que cambio todo.

Me quitó a Loren Donovan, la que creí que sería la mujer de mi vida.

Nos conocíamos desde que éramos unos niños y cuando tuve once años, pude armarme de valor y le pedí que fuera mi novia.

Ella me aceptó.

Al comienzo creí que era una gran ventaja llevarme cinco años de diferencia con mi hermano, porque así cada uno tenía su propio espacio.

Pero descubrí que era todo lo contrario. Él sabía que mi novia era su mate, se impregnó de ella y nunca me lo dijo. Los dos me estuvieron viendo la cara por meses, hasta que los sorprendí juntos.

Fue unas dos semanas antes de cumplir los diecisiete años.

-¿Cómo pudiste Issac? -Le pregunté furioso delante de Loren. -¡Se supone que eres mi hermano! ¡Mi propia sangre!

-Lo siento, Silas. No sabía cómo decírtelo. -Me respondió Issac apenado.

-No me vengas con estupideces. Ambos sabemos que la imprimación es menos tentadora que el anterior vínculo. -Le seguí gritando. No concebía que me haya traicionado.

-Silas lo siento, no puedo ir contra lo que siento por Issac. -Me habló Loren con vergüenza, mientras se abotonaba la blusa.

-¿Ir en contra? ¿Acaso me creen estúpidos? Eso no les da el derecho de engañarme a mis espaldas. -Seguí levantando la voz. -Nunca fui malo o cruel contigo.

¹ Imprimados © (✔) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora