50. ʟᴀ ɴᴏᴄʜᴇ ᴅᴇ ʟᴏs ᴅᴇᴍᴏɴɪᴏs ᴘᴀʀᴛᴇ ɪ

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LA NOCHE DE LOS DEMONIOS

PARTE I







FOSTER HILL





MANADA DE FOSTER HILL








DINASTIA LICANTROPO: TANNER













LIDER ALFA: Leónidas Tanner

BETA: Liam Tyler 

DELTA: Regi Miller 









El sonido de los relámpagos azotando el suelo y el fuerte viento agitando los árboles era imposible que alguien pudiera conciliar el sueño a mitad de la noche, y más si se cree que es un mal augurio. El líder alfa aún seguía encerrado en su despacho revisando unos papeles. Cuando los llantos de su hijo se mezclaron con todo el escándalo que ocurría afuera.

—¡Tina! —llamó a la niñera de su hijo.

La mujer antes mencionada entró a su despacho con su hijo en brazos. Tina, era una mujer licántropo de tez pálida de avanzada edad y usaba un vestido negro porque todos estaban de luto por la reciente muerte de un miembro de la manada.

—Lo siento señor, Hardy está reclamando la atención de su madre—dijo mientras intentaba tranquilizar al bebé. Desde su escritorio él podía ver el rostro enrojecido de su hijo.

Leónidas pasó sus manos por su cabeza y trató de contenerse. Ya tenía suficiente con que Tobías McKenna lo haya retado a una pelea porque lo acusaba de a ver matado a su hermano menor. El funeral fue en la mañana y desde ahí perdió de vista a Quinn. Para él, su compañera debe estar en un lugar llorando la muerte de su amante.

—Ella está indispuesta.

—Entonces, usted debería de confortar a su hijo.

—¿Para qué crees que te pago Tina?

Esa pregunta fue un rotundo no, pero insistiría.

—señor, no lo olvido—dijo la mujer—Pero un niño licántropo necesita del calor de sus padres.

—Eso es una tontería—exclamó Leónidas dando un golpe a su mesa.

La mujer se asustó y comenzó a mover al bebé con cuidado. Ella debería estar calmada para no transmitirle su temor a la criatura.

—Señor está tormenta no es normal—dijo Tina preocupada.

El líder alfa mantuvo su postura seria. Tenía que ser fuerte por todos y más porque sus padres y hermanos murieron hace un año. El linaje Tanner ahora solo cuelga de una sola rama, él y luego sigue su hijo Hardy, su primogénito.

—Llevé lo a su cuarto y pide que refuercen las ventanas—le dio una orden.

—Si señor—dijo la mujer y se retiró del despacho.

Leónidas se quedó mirando la chimenea como si hubiera escuchado una voz provenir de esa dirección. Negó con la cabeza y se acercó a su estante donde guarda sus mejores vinos a servirse una copa de vino. Volvió a contemplar las llamas de la chimenea y se perdió en su reflejo en el escudo familiar que colgaba sobre la misma chimenea. Sus ojos azules se tiñeron de un color rojo sangre y comenzó a crecerle bellos alrededor de su bello rostro varonil. Su respiración comenzó a acelerarse cuando sus dientes se volvieron colmillos.

¹ Imprimados © (✔) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora