Parte 1: Callejón sin salida.

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En realidad, Yoongi estaba acostumbrado a hacer este tipo de deportes -como a él le gustaba llamarlo-.

22 años cumplía en nada -el tiempo pasa rápido-, había sido alejado de su familia por su propia culpa (por no decir que le patearon el trasero y lo humillaron frente a todo el vecindario) y aunque no se arrepentía tanto, le traía algo como dolor recordar las secuencias de ese día... No hace mucho, unos meses, no lo recordaba con exactitud.

Si pudiese describir ese día a día desde que se quedó sin trabajo y sin un techo donde dormir (por la misma razón anterior: deshonra) él diría algo como "Inhumano".
Su situación era desesperante, hacía días que no comía y ésta era su única opción; así que corrió, corrió y corrió, trepó techos, saltó rejas y chocó a mucha gente en el camino. Cada vez se alejaba un poco más de su antigüo barrio, perdiéndose entre la multitud y las nuevas casas -tipicas de-.

Cansado y abatido por los gritos policiales que se oían cada vez más lejos, llegó a un callejón alejado de la multitud, de su deshonra, y de su familia.
Las escaleras se extendían alto y lejos frente a él, el sol estaba subiendo por los tejados de colores oscuros, la gente apenas se oía y movía; no había nadie andando por ahí.
Caminó rápido, pero no tanto como para poder pararse a observar los detalles del lugar. Él no poseía dinero -ni nada más que su ropa-, y desde hacía un tiempo largo que no iba más allá de su ceno de dolor y humillación.

Detrás de la cerca que rodeaba las escaleras se notaba el verde de un jardín cuidado, había flores y pasto salpicado por el rocío de la mañana. Había llovido en la noche, y lo sabía, aún conservaba la humedad en sus pantalones negros y su chaqueta militar.

Llegó al final, desesperado por abrir la puerta.

Finalmente entró en la pequeña casa, dándose cuenta de que en realidad estaba bastante cuidada... No había rastros de polvo, tampoco de daño en las paredes o moho en el piso que indicaran abandono.
Tenía miedo de acabar preso por la policía, y no sólo por robo, sino también por entrada forzosa a una casa ajena... y que lo acusaran de muchas más cosas.

Yoongi estaba agitado aún, aferrado al paquete de galletas de agua como si fuese lo más valioso en su vida -y lo era-. No había ruido, no había respiraciones más que la suya asustada y alerta, no había rastro de nadie...

Decidió registrar la casa.

Tal vez los dueños la habían dejado hacía un tiempo, la parte de entrada no se veía muy cuidada; por lo que su entrada fácil fue sospechosa.
Abrió puerta por puerta en el piso de abajo...
En el baño había perfumes, un cepillo de dientes y varios potes de shampoo esparcidos por los estantes.

Maldijo por dentro.

Entró en pánico y lo primero que atinó a hacer fue correr fuera de la casa, pero un ruido muy fuerte lo asustó e hizo que saltara en el lugar; provenía del segundo piso. Aterrado y con miedo de acabar en la cárcel, más perdido que antes y bajo una presión horrible en su pecho que le decía que lo mejor era NO subir, respiró hondo y silencioso tratando de calmar toda esa marea de cosas que en su mente corrían una maratón.

¿Tenía que ir? ¿Tenía que saber qué pasaba? ¿Era su obligación? ¿Siquiera debería estar en ese lugar?

Yoongi no tenía respuestas para nadie, ni para él mismo; caminó con miedo hasta el segundo piso, quería ser precavido. Rebuscó en las tres de las cuatro habitaciones que había, incluido el pequeño balcón, pero nada. Entró en la cuarta y última, temeroso de lo desconocido.
Abrió con lentitud la puerta y- se encontró con una inusual escena...

Había un joven tirado en el piso junto a varias cosas tiradas a su alrededor; algo así como una charola y objetos de cerámica.
Se asustó mucho más, tenía la piel erizada, pero no tardó en correr a él y fijarse de que estuviera bien.

Bueno, de que estuviera vivo...

Haber entrado a una casa ajena y encontrar un cadaver en ella, no era una historia para los Policías que quisiera contar.
Aún así, el sentimiento de miedo seguía incrustado con pegamento en su pecho; todo eso lo recogió con fuerza y se armó de valor. No podía dejarlo tirado ahí, se veía bastante bien y... simplemente no podía dejarlo ahí.
El paquete de galletas cayó en algún lugar de la habitación, Yoongi tenía al joven en sus brazos para colocarlo en su cama. Aunque es aconsejable no tocar a nadie inconsciente hasta que llegue la ayuda médica, su situación no le permitía correr el riesgo de ser visto por NADIE.
Lo echó allí y la incertidumbre volvió a él: ¿Debía irse y dejarlo ahí tirado? ¿No iba a ser mucho más sospechoso? ¿Y si lo volvía a dejar donde estaba, cogía sus galletas y se iba? ¿¡TENÍA VIDA!?

Se acercó a él con sumo cuidado, apoyó su oído en el pecho y oyó atento. Suspiró aliviado, respiraba... Pero estaba inconsciente.

No se quitó de ahí, Yoongi podía sentir una calma llegar de sus latidos.
Estaba vivo, incluso más vivo que él, irónicamente. La respiración del hombre inconsciente era pausada, calma, con vida y tranquilidad, como un oxígeno diferente al que Yoongi respiraba. Cómo si simplemente soñara con estar en paz, como si los males y las injusticias no existieran en esa vida. Cómo si disfrutara estar ahí, tirado en la cama, con Yoongi en su pecho.

Era alto, piel de tono canela, brillosa y probablemente muy suave.

Creyó que sería mejor limpiar ese desastre antes que nada.

Creyó que sería mejor limpiar ese desastre antes que nada

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Hagan stream a Dynamite o les depilo las cejas.









Tiny Ghost | Taegi • YoontaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora