Miedo

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Sospechosamente la muerte abunda de manera constante, pero está vez, alguien más se está llevando a personas que ni si quiera estaban en la lista, niñas que quizás no experimentaban el amor, que ni si quiera vivieron esos cambios en su cuerpo, que ni si quiera habían dado su primer beso. Sí, algunas mujeres y adolescentes tenían pinta de ser etiquetadas como "cualquieras" pero, nosotros que vamos a saber de sus vidas, tal vez vestía así por gusto propio, no por llamar la atención de un hombre o con alguna finalidad morbosa, quizás solo salía de noche para convivir con sus amigos sin fines sexuales o vandálicos. Cosas tan simples que cuando ves esos noticieros anunciando la muerte de almas inocentes te hacen sentir afortunada de seguir viviendo, de seguir experimentando las cosas que, aún que sean una mierda, la vida te las para experimentar, tomar experiencia, y seguir descubriendo uno y mil cosas más.

Está cansada, deja el celular a un lado ya que lo que entes tomaba por divertido en las redes sociales ahora le causa frustración, rabia y temor. No valia la pena tratar de ver lo que ocurría en la televisión, todo está repleto de noticieros anunciando las muertes de jovencitas que no tenían culpa de nacer con busto. No, la cifras no se detenían, aumentaban con cada maldita hora y estaba frustrada. Quiere hacer algo para detener todo, hacer que pararan con cada masacre que surgía en cualquier parte del país. Matar a niñas, adolescentes, mujeres e incluso mujeres de la tercera edad, no tiene sentido ¿Sexo débil? ¡A la mierda! Somos capaces de hacer millones de cosas que un hombre puede sin importar la situación.

Quiere que paren, pero tiene miedo, demasiado, como si tuviese algo cargando en sus hombros que no tiene sentido alguno.

-Emma.

La mano en su hombro la hace titubear, y no lo entiende, solo está comenzando a llorar sin sentido aparente ¿Que andaba mal? Nada, había hecho lo mismo de todos los días, despertar más temprano que todos, desayunar y quizás tener una guerra de comida con sus hermanitos y amigos, salir de casa con sus mejores amigos, ir a la escuela, pasar unas interminables horas de clases y en receso jugar como si fuese una niña a pesar de tener 17 y pronto 18 años. No lo comprende, solo escucha a lo lejos susurros que la llaman y no entiende.

-¡Emma!

La vuelve a llamar y le presta atención. Pasa unos segundos y sus labios forman una fina línea, demostrando sus lágrimas que se está reprimiendo. Se remueve las lágrimas y sonríe radiante tal cual sol, lanzándose a los brazos del chico que está preocupado por ver a su amiga y amor llorar de manera tan repentina.

Corresponde al tacto, acariciando sus cabellos y besar estos mismos, envolviendo todo el cuerpo de la chica en un cálido abrazo que le trasmite calma a todo su ser, ella, calma su llanto pero aún así se siente inquieta.

-¿Ocurrió algo?-Pregunta con temor, alejando ligeramente a la chica de hebras atardeceres y colocando sus manos en ambos hombros de su contraria con una cara que demuestra su genuina preocupación.

-No es nada.-Niega sonriente, dejando un beso en ambas mejillas del chico y acariciar estas misma por unos segundos, aemirando cada facción del rostro de él, dedicándole una sonrisa demasiado lejana y triste.

Ahora el que está inquieto es él, no puede evitar sentirse extraño al ver esas expresiones tan poco comunes en el rostro de ella, algo totalmente anormal para la niña de luz cegadora de felicidad.

-Es hora de que me valla.-Dice alejándose de él, recogiendo sus cosas y guardarlas en su mochila.

-Te llevaré a casa.

-Oh, no te preocupes, la estación de autobús está cerca así que iré sola.

-Es algo tarde.

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