Capitulo 7

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Esta mañana me levante más temprano de lo usual, ya que tenía que llegar a la oficina a preparar todo para el contrato.

Tome una ducha rápida, planche mi cabello y le hice unos rizos en las puntas, luego desayune unos huevos con tocino, me vestí y maquille. Baje al estacionamiento del edificio en busca de mi auto, cuando no lo vi en su lugar me preocupe. Luego recordé que los policías se lo habían llevado.

— Eres una idiota Emma — me digo a mi misma —¿Por qué no puedes recordar nada? — golpeo la palma de mi mano contra mi frente varias veces, a ver si de eso modo si funciona mi cerebro.

Al no tener auto el día de hoy tome un taxi y para mi sorpresa llegue rápido.

Freddie, el guardia de seguridad de la entrada me saluda efusivamente. Casi nunca me detengo a saludarlo, siempre que salgo o entro por aquí es corriendo a llevarle algo a Jenna y no me tomo el tiempo de preguntar por su vida.

—Hola Freddie ¿Cómo estás? — le digo con una sonrisa. Estoy de muy buen humor hoy.

— Es Walter — dice un poco irritado - Y tú ¿Cómo estás? Patricia. — Ya recuerdo por qué nunca me detengo a saludar.

— Es Emma. Me encuentro bien, que tengas buen día Freddie — con esto sigo mi camino.

Al subir, veo que todo el piso esta desolado. Obviamente porque son las 7 de la mañana y todos llegan a las 8 y aprovechando que no está Jenna llegan un poco más tarde de lo usual, excepto yo.

Entro a la oficina de la señora Stone a dejar su correo, veo su gran escritorio y tras de el su enorme silla de cuero negro. Algo dentro de mí siente el deseo de sentarse en él, así que sigo mis instintos y pongo mi trasero en la abullonada silla. No pensé que se sintiera tan bien, es como sentarse en el trono de hierro de Game of Thrones, siento todo el poder en mí.

— Nunca me había sentado en algo tan cómodo, ni mi cama es así de suave  — Digo para mí misma. Suelto un gemido de comodidad mientras me inclino hacia atrás, luego me carcajeo de lo loca que estoy. Me siento rebelde, como cuando de adolescente me escapaba de casa para ir a alguna fiesta. Si Jenna me llegara a ver aquí sentada, no me despediría, me mata.

Comienzo a dar vueltas por toda la oficina, ya que la silla es giratoria y me topo con el gran ventanal, así que pongo firmemente mis pies en el suelo para frenar y poder contemplarlo.

— ¡Wow! Que vista tan hermosa  —  nunca había notado lo bella que se ve la ciudad desde aquí —Mira bien esto, Emma, porque algún día tendrás algo mejor — Contemplo unos segundos más la ciudad - Si Jenna me ve aquí me mata - me recuerdo otra vez para ver si mi cerebro reacciona y levanto mi trasero de aquí, pero antes de que lo haga escucho una voz.

— Tienes suerte, no ha sido Jenna la que te ha visto. He sido yo — la irreconocible voz de la persona que me arrollo con su auto entra en mis oídos. De inmediato me levanto y tomo la silla entre mis manos y la empujo hasta el escritorio.

El señor Williams se encuentra parado en la entrada de la oficina con las manos en sus bolsillos. No sé qué decir y mi boca se abre y se cierra instintivamente esperando a que mi cerebro se ilumine para poder decir algo pero envés de eso balbuceo cosas incoherentes. Hasta que por fin los cables en mi cabeza se conectan y puedo hablar con elocuencia.

— Señor Williams ¿Qué hace usted aquí? — Miro mi reloj y todavía falta más de media hora para la cita acordada — llego más temprano de lo pautado.

— Tengo una junta dentro de una hora así que pensé en pasar más temprano.

— Bueno, tendrá que esperarme unos minutos mientras termino algunos detalles del contrato  — Salgo a paso apresurado pasando por su lado para poder llegar a mi escritorio.

Casi me matasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora