Capitulo 3

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Debí suponerlo.

Jenna no iba a quedarse sin secretaria una semana. A la mañana siguiente de salir del hospital llego un canasto lleno de snacks nutritivos y dietéticos al departamento, al principio me sorprendí cuando vi el nombre de Jenna Stone en una tarjeta, al lado de un gran moño purpura. Pensé que la perra de hielo — mi jefa— había cambiado y su corazón había palpitado una vez en su vida al saber que su asistente había sido arrollada, pero no, el pequeño sentimiento de agradecimiento que estaba surgiendo en mi desapareció de golpe al voltear la tarjeta y ver el mensaje que me había dejado.

Emma, espero te encuentres bien de hoy a mañana,no puedo permitirme quedar sin secretaria por el resto de la semana, un simple golpe en la cabeza no te va a impedir pensar, sé que tienes una orden del médico de no trabajar, pero si no lo haces me veré obligada a reemplazarte y cuando vuelvas de tus vacaciones veras una carta de despido sobre tu escritorio. Agradece que te perdoné lo del café.

Mejórate

 Jenna.

Maldita…

Me encuentro en mi escritorio hablando con Blair por correo, concordando una cita en la oficina de su jefe, para poder hablar con él y llegar a un acuerdo— si se puede — Blair me dice que no puede intervenir mas pero que hará lo que este en sus manos para darme una cita con él lo más pronto posible.

Me levanto de mi puesto e inmediatamente hago un gesto de dolor, todavía duele un poco mi pierna, aunque la crema del doctor Phillips esté funcionando, la gama de verde y morado en mi pierna no desaparecerán hasta dentro de un par de días.

Me dirijo hacia la máquina de café que tenemos en este piso— lo bueno de ser la asistente de la jefa es que estamos en el último piso, eso significa mejores vistas y el mejor café de todo el edificio, debido a que en este piso están todos los demás diseñadores que trabajan para Jenna, aunque a ella solo le gusta el café de la mejor cafetería de san francisco donde trabaja Zack. — camino por el pasillo de oficinas hasta llegar a la puerta blanca que se camufla con la pared, la abro y entro cerrándola conmigo.

 — ¡Hola Ems! — Saluda Evelyn al verme — ¿quieres café? 

 — Si por favor, muero por uno — empieza a servir el café cuando frena y voltea a verme.

 — ¿Qué haces aquí? Deberías estar descansando en tu casa.

 
— Lo sé, estaría en casa si no fuera por la señora Stone, no tengo más remedio— Bufo — como vas con tus diseños Eve — le pregunto.

 — Nada bien, he estado un poco atascada con mi imaginación, por eso estoy aquí— señala el mesón negro de granito donde tiene todos sus bocetos regados— me concentro más con el aroma a café rondando a mi alrededor.

 — Pero este esta hermoso Eve — me acerco al mesón y me siento tomando uno de sus bocetos en mis manos.

 Evelyn deja una taza humeante de café frente a mí y le doy un “gracias”, mientras toma asiento a mi lado.

 — No lo sé, siento que le falta algo para que se vuelva único— dice pasando una mano por sus rizos negros.

— Mmm, ¿puedo? — digo refiriéndome al lápiz que tiene a en su mano.

 
Ella me da una mirada confusa antes de asentir.

El vestido es hermoso como ya está, pero Eve tiene razón le falta esa esencia única que hace que compres el vestido porque sabes que no habrá más como ese. 

Tomo el lápiz y trazo unas mangas largas que se anchan desde el codo y dejo el largo del vestido como Eve lo tenía pero cambio el escote a uno más pronunciado y abro una abertura a un lado del muslo derecho hasta tocar el final del vestido, dándole un toque reservado con las mangas pero sexy en el escote y el muslo abierto.

Casi me matasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora