5.- ¿Porque tanta prisa?

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Apenas se hicieron novios todo Londres comentaba aquella noticia, hacian una excelente pareja, el era guapo, muy atractivo, amable, humilde.
Ella era una de las jovencitas más bellas de Londres, de buena familia, generosa, gentil y le gustaba socializar con todo tipo de gente.

Eran el uno para el otro.

Elizabeth no había podido escaparse para darle una explicación a aquel joven con el cual tenía una relación fugaz secreta.
Tan secreta que no le había comentado absolutamente nada a su futuro esposo.

Recién cumplían un par de semanas de ser novios formalmente cuando la inauguración de la fábrica se llevó a cabo por fin.

Toda la prensa posaban sus cámaras hacia aquella pareja. Elizabeth vestía un entallado vestido Azul marino que enmarcaba perfectamente cada una de sus curvas.

Meliodas vestía de traje, del mismo color que el de su bella novia.

El se veía entusiasmado y muy feliz. En cambio ella intentaba aparentar felicidad absoluta, pero no era por Meliodas, el era un buen acompañante, es solo que toda esa farsa le estaba comenzando a pesar.

Su madre siempre estaba detrás de ella muy de cerca, checando que su hija pueda fingir muy bien todo.

No le quedaba de otra lo sabía.

Lejos de toda esa multitud salió de aquel lugar, se dirigió al estacionamiento, estaba un poco oscuro, pero tenía algunas luces que iluminaban tenuemente el lugar.

Vio una silueta a lo lejos.

Cada vez se acercaba más y más, sintió un poco de miedo y nervios.

Dio algunos pasos hacia atrás intentando salir rápido de ahí, pero aquella silueta la había alcanzado ya.

Sintió ambas manos taparle la boca y ella tembló.

-No grites soy yo.-

Reconoció la voz de inmediato, aquel joven enamorado que veía a escondidas de todos, se tranquilizó rápido y aquellas manos la soltaron.

Miro hacia atrás, y encontró la mirada miel de su chico.

-¡Mael!-

Lo abrazó tiernamente mientras intentaba no llorar, el por supuesto que correspondió al abrazo pero luego la empujó rápido.

-¿Que haces aquí?-

Preguntó un poco confundida

-Vine a comprobar tu traición. Regrese a buscarte casi todos los días, despues de que tú madre te llevo del brazo aquel día, pero no saliste. Ella me dijo que solo jugaste conmigo y que estabas saliendo con alguien de tu posición económica, me dijo que viniera aquí a comprobarlo y así fue. Estás con ese tal Meliodas.-

Elizabeth estaba muy confundida por lo que Mael le decía, no buscaba las palabras para hacerle entender que todo era falso.

Pero todo la acusaba, y quizá así era mejor, ella tenía esa obligación de casarse con Meliodas para salvar a toda su familia.

Con los ojos cristalinos y las lágrimas a punto de caer contestó.

-Lamento que te enterarás así, pero no voy a intentar defenderme, es todo cierto, Meliodas es el indicado para mí.-

Le quebró el corazón, aporreó su puño a la pared donde la chica peliplata estaba acorralada.

Pero ella no se inmutó.

Se hizo a un lado de el y le dio la espalda.

-Te recomiendo no volver a acercarte a mi, o mi prometido se molestará mucho, y créeme no querrás verlo enojado, es la ira.-

Jaula De OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora