En esa pequeña banca de un parque solitario me encontraba yo, absorta en mis pensamientos; En mis recuerdos. Sé y siempre supe que no está mal recordar cosas que aún duelen, aunque duelan más de lo normal, aunque sangren aún. No está mal que te duela, y tampoco está mal doler. Porque créeme que llega un día en el que ya no duele, un día en el que te sientes agradecido de poder recordar. Yo aún sigo esperando a que ellos no duelan, y no hablo solo de Megan y Asher… Recordar melancólicamente a tu mejor amigo y a la persona que te acompañó toda tu vida no va a lograr que aparezcan repentinamente o que vuelvas a tenerlos contigo a ambos. A Ambos…
Después de mi decisión de alejarme de Megan y la fastidiosa pero tal vez un poco agradable compañía de Asher, todo cambió…
Si las amistades fuesen relaciones podría usar el término de “se fue con otros peces”. Está bien, yo le pedí que lo hiciera y de eso nunca me voy a arrepentir. Pero no que cambiara. Al principio todo era normal, cruzábamos miradas desde la distancia y compartíamos ciertos momentos pequeños juntas, como las charlas de 10 minutos en el vestidor de mujeres antes de la práctica de futbol semanal, o algún que otro mensaje por chat.
Amaba a Megan, era como una hermana, era MI hermana. Y creo que por eso me dolió tanto tener que alejarla.
Luego de un par de semanas se notaba distinta, más feliz, más radiante, más viva y por supuesto que mucho más libre. Al parecer y según mis observaciones (No soy una acosadora ni nada, solo me aseguraba de que estuviera bien… sin que ella lo supiese) poco a poco se hablaba más con Sarah “la chica más popular del instituto”.Aunque no es por ofender, pero si hablamos de cuantas más personas saben tu nombre dentro de ese estúpido instituto; déjame decirte, que Killian Murphy siempre se llevó el primer puesto. Pero oooobviamentee nadie lo notaba, porque no era la típica Barbie humana de excelente figura, súper operada, teñida de rubio y mega hueca. UPS.
Después de un par de meses Megan empezó a cambiar. Pero creo que aunque más que cambiar, solo estaba liberando la parte de ella que yo siempre retuve… La maldita perra loca que va detrás de la abeja reina para todos lados. Me daban ganas de pararme frente a ella y gritarle tan fuerte hasta dejarla sorda, que ella valía más que estar siguiendo a una idiota.
Y sospecho que ella también lo sabía, pero no podía enfrentar a la perra reina. No, claro que no, eso era un suicidio para ella y su maldito “estatus”. Vaya, que imbéciles, como si eso te diera de comer o pagara tus malditos cigarros.
Pero no iba a gritárselo. ¿Por qué?, simple: Yo ya no era parte de su vida y ella al parecer tampoco quería que lo fuera. Su vida ahora era todo lo que siempre soñó… Ser completamente y estúpidamente una más del montón de imbéciles. Un sueño hecho realidad…
Y con respecto a Asher, pues ese idiota estuvo conmigo durante el tiempo que vivió aquí, me acompañó, me ayudó, y sobre todo me amó… Después del día en que nos conocimos empezó a tratarme como si fuese su amiga, iba a las gradas a fumar y aparecía él, cuando me quedaba más tiempo en el salón luego de la campana para poder armar un par de cigarrillos el aparecía por arte de magia, Como si supiese donde estaría en cada instante.
En ese momento lo odiaba, pero ahora que lo pienso no estaba tan mal que a alguien si le importara aunque sea un poco mi vida.
O tal vez era agente de la CIA y estaba recaudando pruebas para denunciarme por venta de drogas o algo así. Aunque la verdad, no creo... Era demasiado estúpido como para ser parte de la CIA.
Ese chico tenía algo especial que hizo que no lo golpeara o lo mandara a la mierda desde el primer día. Pero jamás supe que fue… Luego de un tiempo de “relacionarme” con él, llegué a la conclusión de que me necesitaba. Le enseñé muchas cosas que me habría gustado que me enseñaran a mí también, en lugar de tener que aprenderlas a la fuerza. De alguna forma y por una extraña razón, el chico de los suéteres raros y los ojos más hermosos que vi y yo, desarrollamos una amistad. La gente que nos veía caminar por los pasillos rumoreaban cosas sin sentido, como por ejemplo “el no parece el tipo de chico en drogas” “¿novios?” “me suena a otro de los juegos de Killian”. Ese último detonaba mi paciencia. Si bien yo era famosa por fumar, beber, ser un asco de persona y desgastar la puta capa de ozono con mi humo, también era famosa por jugar con las personas.
No se equivoquen era una mierda, sí, pero solo jugaba con los imbéciles que pretendían acercarse a mí con la excusa de que era linda y la típica propuesta de una noche.
Cuestión. Asher y yo éramos inseparables, y jamás se me cruzaría por la cabeza hacerle daño.
Tal vez crean que nos enamoramos, que fuimos novios o hasta que simplemente teníamos sexo. Pero no. Él y yo éramos fuego. Juntos o separados. Pero cuando nos juntábamos eso era… el puto infierno.
Le conté mis mierdas, le enseñé mi casa, donde trabajaba y con quiénes; para que supiera donde hallarme.
El en cambio, hizo algo que yo jamás me atrevería a hacer…se desnudó ante mí. En sentido figurado, obvio.
Me mostró sus cicatrices que según él, poco a poco yo ayudé a sanar. Me sentía bien cuando él me decía que era capaz. Que era más que una cara bonita con porros en la mochila y mala conducta.
Me hacía bien. Hasta me replantee el dejar de fumar... pero cuando él se fue, era lo único que me acompañaba día y noche; tabaco, marihuana, y una hábil mano que en menos de un segundo ya encendía tu elegida destrucción.
Al parecer su padre encontró un mejor trabajo en el otro lado de la ciudad, y no podía quedarse. Era imposible.
Recuerdo muy bien nuestra despedida…
Flashback:
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Almas Rotas ©
Teen Fiction-¿Acaso me odias?- se podía sentir el dolor en mi voz. -Lo único que odio de ti es tu puta manera de controlar mis demonios cuándo nadie más puede...- soltó con rabia y ¿arrepentimiento?. -¿Pero sabes qué?- siguió, pero esta vez con la voz un poco t...