Capítulo 6

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Tres meses después:

-¿Esto es todo?- Dije mirando a Mark mi jefe con los 150 dólares de mi paga semanal en la mano.

-¿Qué esperabas eh Killian? ¿500 dólares?- Mark era un hombre de aproximadamente 35 años, se conservaba bastante bien, pero su carácter era una mierda.

-No, pero esta semana no hice nada que hiciese que me pagara menos.

-¿Acaso es necesario recordarte los platos que rompiste el miércoles? ¿O que golpeaste a tu compañero de trabajo por un mal entendido?. Llamaste la atención de todo el maldito restaurante con tus gritos. –Lo último lo dijo con rabia contenida, su restaurante era lo más preciado para él, pero no tiene ningún tipo de derecho a hablarme de esa forma, y mucho menos a tratar de un “mal entendido” algo de ese tamaño.

-Disculpe, pero primero que nada y con todo el respeto, esas no son formas de tratar a alguien, sea su maldita empleada o no.- Ya mi tolerancia no respondía. –Segundo, -Estábamos a varios metros de distancia, pero yo decidí acortarla poco a poco mientras hablaba. – Acosar a una compañera de trabajo no es un maldito “mal entendido”.

-Según la versión de tu compañero, él te llamó a la bodega para poder hablarte y pedirte un favor, ya que había demasiado ruido en el restaurante y por lo que me dijo, lo que él quería pedirte era simplemente que lo cubrieras. Su madre se había caído de las escaleras y estaba en el hospital. Y tú te negaste.

Dios mío. Voy a matar a ese imbécil.

-También, añadió que los gritos y tus acusaciones solo fueron parte de tu acto, para que yo lo despidiese y tú te pudieras quedar con su puesto. Yo puse a Dylan en lugar de Katia porque tú no estabas calificada Killian. Siento que hayas quedado dolida por eso, pero no puedo permitir comportamientos así, y mucho menos esas formas de hablar, sin contar tus horribles actitudes cuando no te complace algo. Yo lo siento, pero tendré que despedirte, no voy a permitir este tipo de cosas en mi local.-

-Es la mayor mierda que he escuchado hasta ahora.-

-¿Ves?, dices que no, pero necesitas modales niña, ¿acaso tus padres no te han enseñado nada?- Luego de decir esto, volvió a sentarse en su sillón de cuero. Su rostro reflejaba disgusto, y tal vez un poco de extrañeza.

-Déjeme hacerle un par de preguntas…- Tomé la silla Plástica que estaba frente a él, la di vuelta y me senté, apoyando mis brazos sobre el espaldar.

Soltó un leve suspiro y dijo:

-Adelante.-

Por lo que sé, lo que e investigado y lo que él mismo nos había contado, Mark era un hombre de dinero, de esos que pasan semanas fuera, dejan todo encendido y no les dan miedo las facturas al llegar, del gas, el agua o tan siquiera la luz. De esos que desbordan dinero incrustado invisiblemente en sus trajes. De esos que lo tienen todo, pero a la vez no tienen absolutamente nada. De esos que creen que la felicidad de sus hijos se basa en un teléfono de moda, o en tener la ropa más cara. De esos que viven para el dinero. Pero no para ganarlo, ni mucho menos gastarlo, sino para ser uno más en su cadena de esclavos. Que los cega de la verdad y la realidad, mostrándoles dos pilares a los que ellos se aferran con si estuviesen hablando de su maldito Dios. Les enseña lo que es el Poder, y los incita a querer más a través de la Ambición. Y cuándo se va, solo deja soledad, caos, locura, y un posible suicidio. Porque, claro, ¿Cómo le dices a alguien que lo tuvo todo, que ya no queda nada?, Cuando el dinero le había Prometido quedarse por siempre.

Tal vez no tener nada; Si es tenerlo todo...

-Dime,- dije dejando de lado mis pensamientos- ¿Alguna vez pasaste hambre?...

Almas Rotas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora