Pensaba que era romántica, que era positiva, confiaba en la gente, sonreía a cada segundo, mi tío me llamaba la niña más feliz de la Tierra... Pero esa niña cambió, creció y fue madurando con el tiempo.
Ahora soy mucho más romántica, pienso en el mundo y confío en la humanidad, sonrío cuando de verdad lo siento y lloro cuando lo necesito. Porque algo que también decían de mi yo pequeña es que era valiente... Y solo los valientes son capaces de llorar y tener esperanzas.
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Cartas de una desconocida
PoesíaCada carta tiene su destinatario, pero de algún modo, sin enviarlas, sé que llegarán a quien tienen que llegar.