“No hay vergüenza en ir lento. Tú sigue curandote, yo te sigo cuidando”.
SeokJin no sabía como es que aquel chico lo atrapó, como es que llegó a gustarle, no tiene ni idea. Eran algo cercanos, pero no al punto de llamarlo una gran amistad. Sabía cosas superficiales de él, SeokJin ni siquiera recordaba los apellidos del chico que le gustaba. Cree que es un poco tonto, el gustar de alguien no a primera vista, ni al primer hablar. Más bien tras el paso de meses, de pequeñas conversaciones básicas, de apoyos que llegaron justo cuando los necesitaba y con hacerle un pequeño espacio de su tiempo para escucharlo sobre sus ideas no tan grandiosas, con todo eso bastó.Ahora debe hacerse cargo de las mariposas alborotadas en su estómago cada que aquél chico le habla de una manera que su corazón logra derretirse, si es que eso es posible. Él es perfecto, Min YoonGi, suena lindo cuando sus labios pronuncian su nombre con algunos tartamudeos torpes porque su cuerpo simplemente reacciona así.
Aquél chico es creativo, se volvió una pequeña pieza de arte que inspira a SeokJin cuando su mente lo traiciona y hace que su creatividad se hunda en lo más profundo. Baja estatura, al menos comparándolo con él. Ojos felinos que si te detienes a observar con detenimiento podrás encontrar todas las maravillas que existen en nuestro mundo habitadas ahí. Mejillas esponjosas, que ante el tacto de sus torpes manos se sienten como dos suaves algodones azucarados. Hay una lista enorme de palabras dulces que le ayudarían a describir cada hermosa facción y acción de su chico adorado.
Fue un poco difícil dar el paso a iniciar una relación, el pelinegro estaba emocionado, ansioso y deseoso de confesar sus sentimientos. Es demasiado bueno haciéndolo pero no existían palabras, volviéndose un poco tímido y torpe, sabiendo que no iba a ser correspondido. Como si fuera un adivino, eso se estaba volviendo el desarrollo de su historia. Escuchaba atento como el chico le hablaba acerca de sus miedos de iniciar una relación, le costaba un poco entender porque siempre a sido muy sencillo para él entrar a una relación, compromisos superficiales sin algún peso importante. No sabe en qué momento su forma de ver las relaciones cambió. No tiene idea de en qué momento quiso ir al cielo y capturar todas las estrellas para entregárselas al pelimenta. Buscó en lo profundo de sus sentimientos palabras honestas, dulces y afectuosas, tratando de transmitirle paz al menor entre los dos.
Prometiendo que iba a cuidar de el pelimenta y que todo saldrá bien entre ellos dos. Tal y como en sus sueños, campanas de boda resonando mientras corre en busca de sus mascotas que harán el honor de entregar los anillos de compromiso. Un ángel en espera de su llegada, promesas de amor que no harán falta porque con el simple hecho de conectar miradas la telepatía les va transmitir todo.
Es un soñador, es un romántico fantasioso al lado de una persona llena de miedos e inseguridades, se hizo una promesa desde el primer día en que descubrió aquella parte dulce de su novio que le dará lo mejor de él, que se volverá la persona más graciosa y talentosa del mundo para hacerlo feliz y orgulloso de la persona que tiene a su lado. Besará suavemente cada parte de su cuerpo que está consciente que le disgusta, lo hará sentir amado, más bien, le hará darse cuenta que su cariño no es una mentira. SeokJin será paciente, mientras su novio trata de curar sus malas experiencias, él lo estará cuidando, listo para sostenerlo durante las noches de malos recuerdos. Para secarle las lágrimas que escapan agresivamente de sus ojos cada que se detiene un poco más frente a el espejo. Animandolo para que de lo mejor de sí cuando siente que está apunto de rendirse.
Está consciente de que las relaciones van de dar y recibir, pero él no espera algo grande a cambio. Es feliz con saber que le está haciendo bien a una persona que necesita comprensión y afecto. Él está dispuesto a dárselo con la mayor pureza de su corazón.
“Escribo sobre ti porque no tengo otra manera de tocarte”.