《 Cuatro 》

34.6K 2.8K 603
                                    




♡ Nadie puede llamarlo por su verdadero nombre... excepto tú.



El clóset que compartía con Tomura era inmenso, a pesar de que el chico tuviera solo unas cuantas prendas idénticas para el día a día, _______________ era quien ocupaba casi en su totalidad aquella habitación.

La mañana era fría, sumando a esto la lluvia que no paraba desde la noche anterior.

Aunque no podía quejarse demasiado, el frío clima era la excusa perfecta para acercase a su arisco novio y aferrarse a él bajo las sábanas.

Tomura era suavecito.

—¿Uh? —se sorprendió al encontrar una serie de cajas en lo más profundo.

El clóset era una habitación llena de perchas y cajones, había ido hasta el fondo en busca de sus botas para la lluvia, no las logró hallar, sin embargo ahí en una esquina estaban al menos cinco cajas de cartón.

Siendo ella una persona extremadamente curiosa no pudo evitar echar un vistazo al interior de estas.

Tomó la primera que vio y quitó la cinta que la sellaba con facilidad, se veía desgastada, posiblemente ahí estaba escrito algo, sin embargo el tiempo hizo estragos en la tinta. No esperaba lo que estaba al interior de aquella caja.

—¿Ropa? —murmuró, dentro habían pequeñas prendas ya muy desgastadas—. Esto es para un niño.

Parecía un uniforme escolar.

Confundida, la mujer empezó a sacar todo lo que había ahí.

Tomó entre sus manos un pequeño abrigo de color azul, y al hacerlo, un papel cayó del bolsillo.

Era una fotografía.

La sostuvo con cuidado, parecía muy maltrecha por los años.

Sin embargo los colores seguían intactos.

Era un pequeño niño sonriendo.

Le resultó adorable su cabello azabache algo rizado, o quizás fue su tímida sonrisa.

Tenía las mejillas sonrojadas.

Era un pequeño bebé.

Se veía abrazable.

Estaba algo sorprendida por aquellos grandes ojos, parecía estar a punto de llorar, quizás de alegría.

Pero no se fijó en eso, lo que llamó su atención fue el peculiar color rojo.

Nunca podría confundir aquella tonalidad carmesí.

Casi con desesperación buscó la etiqueta en el abrigo que sostenía con su mano izquierda—. Shimura —al igual que con todas las prendas de los infantes, el nombre del dueño estaría escrito en algún lado para evitar que se perdiera, aunque la tinta ya estaba algo deteriorada—. Tenko.

—______________.

Se exaltó al oír la dura voz de su novio.

Apretó con fuerza la prenda bajo sus dedos, girando lentamente, temblando al ver el rostro del mayor.

—¿Qué haces con eso? —murmuró de manera errática, su voz sonaba seca y sin vida.

Alzó la mirada, la menor se encontraba arrodillada en el suelo, se quedó atrapada en aquellos brillantes iris rubi.

Se veían tristes.

Sus ojos viajaron de la foto a su novio y viceversa.

—Tenko.

Shigaraki se veía molesto luego de que ese nombre fue pronunciado.

Había dejado eso en el pasado, ahí es donde deberían estar todos aquellos recuerdos.

Nadie había vivido para divulgar su verdadera identidad.

Pero aquel cálido sentimiento en su pecho impidió que cometiera cualquier tontería.

No estaba preparado, no estaba listo, no lo estaba. Hacia años que nadie le llamaba de esa forma.

No pudo seguir debatiendo internamente consigo mismo porque sintió el suave tacto sobre su mejilla. Ni siquiera se pudo dar cuenta del momento en que ella lo derribó, quedando en cima suyo.

Sintió aquella tibia respiración sobre su cuello.

—Tenko —su fina voz era un pequeño susurro—. Shimura Tenko.

Él no se había podido defender, su herido corazón estaba siendo severamente atacado.

Eran los besos que ella dejaba en sus mejillas los que causaban los revoltijos en su estómago.

O sus abrazos los que hacían entorpecer su sistema nervioso.

No sabía por qué.

Pero aquella calidez en su pecho cuando la escuchaba decirlo lo hacía sentir... amado.

Su nombre era el símbolo de su pasado, nadie más podía llamarlo de esa manera.

Sin embargo, a ella no podía negárselo.

—Te amo, Tenko —murmuró, sus labios rozaban la pálida piel de su novio—. ¿Puedo decirte así, verdad?

A ella no podía negarle nada.


[ Shigaraki Boyfriend Goals ] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora