♠️La verdad detrás del sufrimiento♠️

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Año 2010, escuela secundaria José María Arguedas

-Gané.

Había una costumbre extraña en aquel salón de clases. Todos, sin excepciones, jugaban cartas como mafiosos italianos de los 50.

Esa fue la principal razón por la que Ellis se infiltró en la vida de Alexia, April y Rainy.

Era gracioso por que ninguno de los estudiantes admitía que aquel juego se estaba volviendo adictivo. Mucho menos April, la señorita "reglas".

Así que cuando ella proclamó su victoria solo pudo sonreír sarcásticamente. Había ganado frente a sus amigas y Ellis.

-¿Cómo puedes ser tan buena?-exclamó el chico jalándose el cabello- Yo presté las cartas y perdí ante ti... Soy un fracaso.

-Ahora esta baraja es nuestra...-respondió la castaña con una voz cantarina y burlona.

April junto a Rainy recogieron las cartas admirando su nueva adquisición. La baraja era nueva, bonita y con dibujos en su superficie. Ellis tenía buenos gustos comprando, pero no apostando.

-¿Otra ronda?-preguntó el muchacho con una gran sonrisa dirigiéndose a Alexia, era más fácil convencerla o eso creía.

Ellis nunca conoció verdaderamente a la chica de ojos claros. La vio de lejos en muchas ocasiones, detalló el contorno de su mirada marrón miles de veces y su rostro inocente e infantil le generaba confianza. Nadie adivinaría como era Alexia en realidad solo con mirarla.

-No será fácil convencerme, eternamente Ellis.-contestó Alexia intentando lucir seria, pero nunca funcionó en ella y empezó a reír fuertemente luego de ver el gesto escéptico de su compañero.

Él abrió la boca sorprendido mientras sus ojos amenazaban con salirse de sus cuencas. Sus reacciones eran tan cómicas que Rainy fue contagiada por las risas. Todos en la carpeta reían menos April, ella se mantenía serena visualizando la escena como si fuera la única cuerda entre sus amigas.

El viento del ventilador agitó aún más los rizos sueltos del cabello de April y solo logró despeinarla más. Rainy sin poder evitarlo se carcajeó soltando unas lágrimas en el proceso.

Ahora la castaña parecía furiosa y acomodó inútilmente sus rizos. Frustrada decidió retirarse del salón dando pasos firmes.

Al salir infló sus pulmones y exhaló, dejando un vaho helado en el aire. Caminó por los pasillos fingiendo ir a los baños. Sus pasos eran más lentos y pausados cuando lo vio subir las escaleras, Lisy se veía agitado y unas gotas de sudor estaban sobre su piel oscura.

April se detuvo y cruzó su mirada con la de él. Lisandro parecía igual de impresionado y trató de aparentar tranquilidad.

-¿Vas a clases?-preguntó ella sorprendiendo al chico.

-Si, creo...

-Debes ir, es decir, las clases son más importantes.

-El profesor no está.-recordó Lisandro con una media sonrisa.

La joven se sonrojó y añadió: -Lo olvidé.

Los nervios dominaban a April mientras se retorcía los dedos. Suspiró pretendiendo irse, tarde se dio cuenta que la amistad que la unía a Lisy ya se había roto. Ella se lamentaba haberlo rechazado en dos ocasiones por razones sin sentido como la aceptación de los adultos. Ahora tenía que acostumbrarse a estar lejos de él y esperar que él sea feliz.

April avanzó un paso alejándose de Lisandro, dio otros diez distanciándose aún más; sin embargo su voluntad no era tan fuerte y volteó a verlo. Él tomaba la mano de una chica y le besaba los nudillos con delicadeza como un joven enamorado y embelesado.

Alguien llamado amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora