Capítulo 3: Kālasūtra

1.1K 137 18
                                    

Abrió los ojos en el preciso momento en el que irrumpieron en su habitación. A pesar de que el intruso, quien en realidad no era un intruso porque él mismo le había ordenado entrar a su habitación exactamente a esa hora la noche anterior, había sido sigiloso, y había rodeado la habitación apenas levantando ruido alguno bajo la suela de sus zapatos, Víctor espabiló tan pronto como la puerta fue cerrada tras éste. Siquiera lo miró, se dirigió directo a las cortinas, dispuesto a correrlas para que la luz del amanecer se colara lentamente dentro de la lóbrega habitación.

— Vic-

— Estoy despierto. — le interrumpió haciendo que Nikolai se sobresaltara levemente y mirara al hombre en la cama desde su posición en la ventana, aun con las manos alzadas a media acción. — No las abras. — ordenó con voz dormitada pero certera.

Nikolai dejó caer un aliento pesado y bajó las manos antes de dirigirse con paso tranquilo hasta Víctor.

— ¿Hoy tampoco has podido dormir? — le preguntó el pelirrojo mientras se inclinaba sobre Víctor para poder poner una mano sobre la frente del pelinegro, un mechón color fantasía salió de su coleta que sostenía su cabello unas pocas pulgadas debajo de sus hombros y cayó frente a su rostro, pero no le tomó importancia, extendió su mano y la posó sobre la piel del hombre tendido.

Al mirarse a los ojos, sin palabras de por medio, hubo mucha más información que cuando compartían las vanas conversaciones que solían tener a menudo. Víctor sabía que todo el asunto con Nikolai, aunque un tanto más frío que al principio y desarrollo de los acontecimientos, estaba aún sin zanjar.

Allí estaban ellos, con una tensión palpable entre ambos, con una conversación pendiente, con un asunto por resolver. Pero sin que ninguno diera el paso definitivo para hacerlo, porque ninguno había tenido el valor de hablar de ello de primero por el miedo del qué diría el otro.

No obstante, y aunque Víctor sabía que debía hacerlo, no podía simplemente alejar a Nikolai de él. Le necesitaba, en unos niveles muy distintos a los que cualquiera que conociera su historia pudiera imaginar, y no se trataba de una necesidad que pudiera ser cubierta por un nuevo empleado, no. Era una necesidad de su presencia, de su voz, de su compañía y de su aprecio.

Porque cuando a Víctor le tocó enfrentarse al mundo en una de las épocas más difíciles de su vida, Nikolai había estado a su lado y había puesto una mano en su hombro y le había dicho y demostrado que no iba a dejarlo solo. Aun cuando todos los demás lo hicieron, incluso Eli y los Rodríguez, incluso el mismo Matthew: Nikolai estuvo allí por él y para él.

Y Víctor jamás sabría cómo agradecerle. O la manera que conocía, era dejándolo a su lado. Dándole las migajas que le daba, manteniéndolo a su lado, tan cerca pero tan lejos, alimentando su ilusión como si no supiera lo que Nikolai le decía con la mirada cada vez que lo veía.

— Sí... — respondió cuando Nikolai se alejó. — tres horas.

El pelirrojo asintió.

— Al menos es algo... — musitó llevándose una mano a su barbilla en una pose pensativa en tanto examinaba la habitación. Todo estaba en orden, limpio e impecable y aun así, todo se sentía fuera de lugar.

Aquel no era ni la sombra del Víctor que conocía.

— Camila llamó anoche, justo cuando te fuiste a la cama. — agregó poco después, pretendiendo que no estaba intentando cambiar de tema.

El pelinegro se acomodó poniendo ambos pies fuera de la cama y peinando su cabello hacia atrás con sus manos.

— ¿Por qué no me la pasaste? — preguntó con la voz aun ronca y baja, si alguien escuchara a través de la puerta, no entendería nada.

Nueve Pecados II: NarakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora