Capítulo 6: Saṃghāta

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— ¡Apresúrate! Y no te olvides de la corbata, la nueva, esa no, la nueva.

Alex dejó caer sus hombros, cansado, mientras resoplaba con las malditas corbatas en cada una de sus manos.

— ¿De verdad tengo que ir? — Replicó por cuarta vez — Es decir, tú puedes ir tranquilo, amor. No tienes por qué llevarme a mí.

Matthew se detuvo en medio de la habitación con el cepillo dental en la mano a punto de introducírselo a la boca.

— Sí, sí tienes que ir.

— Es tu fiesta.

— Es la fiesta de la empresa donde trabajo — corrigió — y tú eres mi novio y vas a venir conmigo. Fin de la discusión.

Alex volvió a resoplar.

— Allí va a ir un montón de gente con mucho dinero y yo... — pero Matthew ya no lo estaba escuchando porque había entrado al baño de la habitación cepillando sus dientes, distraído.

Después de todo el drama y aturdimiento que había traído el repentino parto de Anny y toda la conversación que se desencadenó al primer momento en el que no tuvieron más remedio que permanecer juntos sin posibilidades a escapar, como usualmente lo hacían mutuamente: Las cosas parecieron tomar un nuevo rumbo.

Las siguientes tres semanas Matthew veía a Víctor al menos dos veces por día. Y el mayor no podría decir si solo era simple casualidad, o si deliberada o inconscientemente uno de los dos había memorizado los horarios del otro para coincidir.

Pero aquello había causado principalmente dos cosas: La primera que Matthew se mostrara desesperadamente esquivo y a la defensiva, no sólo con Víctor sino con todo el mundo.

Como aquella vez en la que Declan le tocó su hombro para llamar su atención porque había estado llamando su nombre y él no le había escuchado: Y la reacción de Matthew había sido sacudirse bruscamente sin necesidad alguna.

Y la segunda, razón por la cual Matthew estaba más paranoico que nunca era simplemente que Víctor había decidido desatar toda su fuerza atrayente hacia él. Su gesto, lenguaje corporal, acciones y hasta miradas sugerían un montón de situaciones a las que diariamente el rubio tenía que resistirse. Puede que fuera adrede, o puede que fuera sólo su imaginación, su deseo oculto en lo más profundo de sí que provocaba que su piel se calentara de solo mirar de lejos, sentir los ojos de él o siquiera pensar en el Amo Jung.

En lo que él era capaz de hacer.

Y lo peor de todo, lo mucho que tenía guardado dentro de sí después de estar siendo controlado todo ese tiempo. Todos sus instintos dominantes que se liberarían en la primera oportunidad. Por lo que, aunque Matthew jamás lo confesaría: Quería ser él el foco donde Víctor aliviara todas sus frustraciones.

Aunque eso no iba a suceder.

— ¿Listo? —preguntó Matthew sacando la cabeza por la puerta del baño.

Alex se presentó con los brazos abiertos.

— ¿Qué tal me veo?

Así que, en definitiva, Matthew no tenía pensado ni por casualidad el presentarse en esa fiesta, donde seguramente iba a estar Víctor, sin su pareja a su lado. Definitivamente no. Era demasiada tentación para una noche que estaría llena de alcohol.

Matthew sonrió. Aquel traje negro brillante hacía resaltar los hermosos ojos verdes de su novio, su figura bien cuidada, aunque naturalmente muy delgado y su piel ligeramente morena.

Ciertamente tenía que olvidarse de una u otra manera del Amo Jung.

— Como el mejor novio del mundo.

Nueve Pecados II: NarakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora