Cap 4

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. Eso que siempre quise decirle .

De: Priss

Capítulo IV: El rubor te sienta bien.

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El clima fresco del otoño se manifestaba en la temperatura de la habitación.

El poco calor no combinaba con el trabajo que los muchachos desempeñaban en ese momento; o tal vez era que no se habían dirigido la palabra por horas.

El fastidio y aburrimiento de la joven la llevó a girar la mirada hasta el chico que la acompañaba y clavar sus pupilas en el rostro del mismo. No era exactamente una mirada de curiosidad como las que a veces develaba, más bien era de enfado; esperando impaciente a que Ichigo reaccionara y le dijese algo.

Y más o menos así fue. El chico sentía la pesada mirada de la pelinegra sobre su persona, resistiendo la extraña sensación que esto le provocaba, hasta que la enfrentó. . .

~ Deja de mirarme, ¿quieres?.

~ Me voy, ¡ estoy harta !.

Sin prestar atención a la advertencia de Kurosaki, Rukia develó sus intenciones mientras alzaba una ceja y se levantaba para dirigirse a la salida.

~ Así como así?. Ni siquiera has terminado con tu parte.

Girándose de nuevo hacia el muchacho, Kuchiki señaló el montón de libros y hojas que se encontraban frente al joven.

Ella le dijo que tenía hambre y antes de que pudiera decirle a su compañero que ya había terminado, este le quitó las palabras de la boca al afirmarlo primero.

~ ¡ Terminaste !.

Ichigo no lo podía si quiera creer, esta chica hablaba muy en serio cuando le dijo que podía terminar de redactar tres libros de literatura extranjera en tan solo dos días. Pero al revisar lo correspondiente a su trabajo no le quedaba la menor duda de ello.

Inesperadamente, el pelinaranja abandonó su cómodo asiento para emparejar su distancia con la chica; tomándola, sin cuidado ni delicadeza, de la mano.

~ ¿Y ahora qué?.

~ No hables y sígueme.

Dicho esto, una vez más salieron del apartamento.

Ichigo tan solo guiaba a la chica, aunque durante el lapso en que bajaron las escaleras y el recorrido hasta el automóvil del chico, ni siquiera se había percatado de que aún no se soltaban las manos.

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Las sonrojadas mejillas de Rukia no podían soportar más el bochorno. La chica se encontraba sentada frente a Kurosaki, en un restaurante un tanto elegante; demasiado para su gusto. Aunque era una Kuchiki y frecuentaba ese tipo de lugares, eso no quería decir que se sintiese a gusto en ellos.

Aun recordaba como el pelinaranja prácticamente la obligó a entrar al lugar, peor aún, haciendo que lo tomara del brazo. ¿Acaso no era suficiente con tener que soportarlo?. Ahora hasta comerían juntos.

~ ¿No comerás?.

La voz de Ichigo aumentó el nerviosismo de la joven.

La ojivioleta solo atinó a mirarlo apenada, dispuesta a preguntar algo y sin intenciones de aclarar la primera que había sido hecha por él.

~ ¿Por qué me trajiste a este lugar?.

~ Dijiste que tenías hambre.

Con fastidio, Rukia desvió la mirada a un costado.

Era cierto, esas habían sido sus palabras, pero... en ese momento lo dijo porque tenía planeado ir a comer a casa, nada de esto había pasado por su mente; eso fue lo que explicó al muchacho, pero los argumentos, o mejor dicho susurros, de la jovencita no hicieron otra cosa que divertir a su compañero.

La sonrisa triunfante, pero sutil, del joven se amplió más al igual que el rubor en el rostro de la pelinegra.

Curiosa, la chica hizo una nueva pregunta: "¿A qué se debía la sonrisa de idiota estampada en el rostro masculino?". Suave y corto silencio se presentó antes de una respuesta, una respuesta quizás desagradable o confusa para la joven.

~ ¿Quieres saberlo?.

Un ligero "sí" fue la respuesta. Tan solo una palabra acompañada del primer bocado del platillo que Rukia había ordenado; esperando a que Ichigo hablase aun sin demostrar su verdadero interés en este asunto.

~ Me divierte... tu sonrisa y lo linda que te ves. El rojo le sienta bien a tus mejillas.

Los cubiertos cayeron inevitablemente sobre la mesa; el calor en el lugar había aumentado y la confusión se albergó en la mente de la jovencita. ¡Este tipo debía estar loco!, decirle esas palabras a una mujer que no tiene nada que ver con él; peor aún, que no soporta si quiera mirarlo. ¿Qué pretendía?.

Rukia tartamudeó un poco antes de pedirle que palabras como esas no volvieran a ser dirigidas a su persona. Ichigo no respondió y cerró los ojos para pensar en la verdad de sus halagos. Aun cuando no entendía el "por qué" de su amabilidad, si es que obligar a una chica a acompañarlo se le puede llamar amabilidad; más grave que eso era que en menos de tres días la mujer había logrado ser del agrado del muchacho... y ni siquiera lo había intentado, eso le constaba.

El pelinaranja no quiso incomodarla más, por lo que terminó por advertir que después de concluir con la comida la llevaría hasta su casa. Y a pesar de la pena que debió darle a la joven el decirle que no se molestara en ello, sus intentos fueron inútiles.

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~ En verdad no deberías hacer esto.

La voz de Rukia seguía insistente. El pelinaranja tenía intenciones de acompañarla hasta la puerta principal de la casa, pero, por razones desconocidas para este, la chica no deseaba que él se atreviera.

~ Créeme, sería muy desagradable... para ambos.

La pelinegra quiso explicarle lo más sencillo y rápido posible, pero en ese momento la puerta principal fue abierta desde el interior de la casa. . .

Alguien los estaba esperando.

.

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. . . . Continuará .

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MUCHAS GRACIAS POR LEER ESTE FIC:

RukiaHawkeye
melchuu1234
Grecia Rukia
Maeda Ai

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Le cambié muy pocos detalles a este cap con respecto a la primera versión.

Igual no quise seguir batallando y por eso Rukia dejó de fingir dulzura con Ichigo, a fin de cuentas, pasan demasiado tiempo juntos. ¿Para qué fingir?.

.

NOTAS de la primera versión.

Tengo planeado este fanfic como para diez capítulos y éste ha sido uno de los que más me ha gustado.

De aquí en adelante la relación de estos personajes se volverá un tanto más cercana... pero no sé hasta dónde quiero que lleguen estos dos.

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Eso que siempre quise decirle. . .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora