Parte 2

257 29 4
                                    

Dato curioso: Tel Aviv es referencia a una canción de Duran Duran.

Me adelantó y diré, que habrá menciones de cosas/personas no incluidas del mundo de Jojos, pero nada interferirá con la historia

☆.☆.☆.☆

<<Dio>> oyó un murmullo, sus sueños se volvieron agitados y cuando menos lo pensaba. Un joven de cabello blanco y alborotado, poco a poco empezó agitarse en la cama, la habitación oscura, que estaba dominada por silencio, fue interrumpido por el sonido de sus movimientos. Dentro de su sueño algo lo atacaba, lo apresaba, lo perseguía, lo sujetaba, hasta que le atacó y el reacciono, despertando bruscamente de la cama.
Se sentó a la cama de un salto, intento respirar con calma pero su pensar estaba más llena de preguntas y temor, que de tranquilidad y respuestas. Estaba totalmente agitado, asustado, su corazón sin razón aparente estaba más acelerado de lo habitual y su mente, su mente parecía querer decirle algo pero no salía ni una sola palabra.

-Fugo, es hora de irnos- tocaron a su habitación, abriendo la puerta sin permiso alguno y Bruno encontró al muchacho totalmente alterado. Fugo pareció que no lo había escuchado y cuando Bruno intento acercarse a él, cayo repentinamente de manera inconsciente contra su cama, en un desmayo.

-¿¡Fugo!?- pregunto, acercándose rápidamente al muchacho pero no hubo respuesta -¡Chicos, ayuda! ¡Chicos!- grito hacia el exterior, mientras de alguna manera intentaba ayudar a su amigo que no respondía, al menos seguía respirando pero no despertaba.

-¿Qué ocurre?- hablo el chico de cabello platino, Abbacchio al ser el primero en llegar, mientras Bruno intentaba ayudar a su amigo y Mista junto con Giorno corrieron a la habitación, después de el.

-¿Qué paso?- hablo Mista asustado, mientras Giorno se abrió pasó para ver que le pasaba al de cabello blanco. Jamás había pasado algo así, durante todo el tiempo que estuvieron juntos y sin razón, pero la tranquilidad de Giorno calmo al resto de los chicos, luego de que le ayudaron a atenderlo. Lo dejaron en cama, limpiaron su sudor y cuidaron que solo descansará un poco más de lo habitual.

-¿Cómo está?- pregunto Mista preocupado, mientras el resto buscaba que comer y cuidaba a los caballos. Tras dejar al rubio, hacer su trabajo.

-Estará bien- contesto Giorno –No sé qué tenga, no muestra ninguna señal extraña o una enfermedad, solo se desvaneció- continúo diciendo, y le tomo de la mano a su amigo, quien miraba al tercero dormir.

–Tranquilo Mista, no pasara nada malo- dijo al final, llamando la atención del moreno, dándole una sutil sonrisa, y se abrió paso para ir con Bruno al comedor en busca de alimento, para cenar todos. Mista decidió seguir el ejemplo, y copió la misma acción que el rubio y dejar descansar a su amigo.

-¿Mista?- escucho su voz, cuando se disponía salir pero su voz le detuvo al pie de la habitación. Mista no se había percatado en qué momento se había despertado, estaba tan quieto, que solo había abierto los ojos y movido sus labios, para pronunciar su voz.

-¿Si?- contesto Mista, acercándose un poco, y Fugo volvió la vista él para mirarle -¿Cómo estás? ¿Que paso?- le pregunto mostrando coherencia a la conversación pero él le ignoro.

-El invierno ya empezó- le dijo, sereno y serio. Mientras un ruido a la ventana resonó en la habitación y aunque parecía muy extraño, la temperatura lentamente disminuyó notoriamente en la habitación, quizás no de manera tan repentina pero la lluvia que se había desvanecido ya antes, dejaba solo el aire que estaba venteando. Todo esto para que al final, dio paso para que gotas de nieve cayeran una a una contra el suelo.

Ambos quedaron callados, tan pronto Mista vio de lejos la ventana, y Fugo cerro los ojos. No dijo nada más, y Mista lentamente se marchó de la habitación.

-¿Cómo se encuentra?- pregunto Abbacchio, tan pronto vio a Mista salir de la habitación y lo miro -¿O mejor dicho, como están los dos?- se corrigió al ver lo extraño que estaba su amigo. Los ruidos afuera, por el aire, se hicieron más intensos y la temperatura ya era más y más baja, Abbacchio encendió una fogata dentro de la casa, mientras Bruno servia la cena para todos, después Abbacchio se sentó a hacerle compañía en la cena.

-Ha anunciado el inicio del invierno- intento bromear Mista, con una clara señal de fracaso, uniéndose a la mesa, con ellos.

-¿No me digas?- respondió Abbacchio, sabiendo que no obtendría otra respuesta pero no pasaría por alto, el comportamiento extraño que tenía el muchacho, y se dispusieron a cenar.

Pareció qué la mejor opción fue disfrutar la cena en silencio, una vez que el rubio se unió a ellos, para después partir cada uno a su cama a descansar y abrigar. Mista y Giorno fueron los últimos en ir a la habitación, dejando a los dos mayores partir primero.

-Mista- finalmente rompieron el silencio, de pie a la puerta de la recámara, tan pronto Mista había acompañado al rubio hasta su habitación, justo ahí ambos jóvenes se miraron

-¿Que sucede?- pregunto Mista, poniendo total atención al muchacho, notando lo nervioso que estaba

-Quiero... ¿Podemos hablar, adentro?- respondió Giorno, abriendo la puerta a la vez que entraron a la oscura habitación, intentando iluminarla con el par de velas que ambos jóvenes llevaban en mano. No perdió el tiempo, intento no titubear y aprovecharon para caminar al interior. Ambos Tomaron asiento en la cama, más sin embargo Giorno no soporto mucho tiempo haberlo hecho, se puso de pie y vio al joven directo a los ojos

-Giorno, ¿qué tienes?- insistió Mista al no escuchar otra palabra, solo veía esa actitud rara.

-En cuatro días, será el día del nombre de mi madre- hablo Giorno, tratando de mantenerse firme y serio, no perdiendo la voz -Mista, ha pasado casi un año desde que nos fuimos de Tel Aviv, y... Y yo quiero volver, sólo... Al menos para verla en su día- confeso el muchacho rápidamente, estaba nervioso pero decidido, aun sabiendo que pasaría si volvieran a casa, o al menos a lo que era realmente una casa para Giorno.

-Gio... Eso sería un suicidio- dijo Mista, lo más tranquilo pero en tono serio, que quizás jamás había dicho en su vida. La respuesta era obvio entre los dos -Y no lo digo precisamente por ti-

-Lo sé, lo sé... Pero Mista...-

-Pero Giorno, sabías a lo que te arriesgabas al venir con nosotros- interrumpió Mista, intentando no alzar la voz -Un viaje a Tel Aviv, sin descanso y por el camino menos seguro es como llegaras allá en cuatro días, los caballos no aguantarían al tercer día y sabrán sólo los dioses si encontramos mercenarios en el camino- continuo diciendo, poniéndose de pie frente al muchacho que sólo se dedicaba a mirarlo.

》-Y aunque sobreviviéramos a todo eso, lo que nos esperaría en casa, sería la muerte... No para ti, sino para nosotros. ¿O acaso has olvidado que todos... Abbacchio, Bruno y yo, somos los culpables por ayudar a un presunto brujo y robar a uno de los hijos del reino?- recordó Mista al final, dictando sentencia de la situación. La respuesta estaba clara, con tan sólo decir esas palabras, sabía que no tenía más razones para seguir hablando.

-Mista... Es mi madre- murmuro Giorno, bajando la mirada, y evito mostrar debilidad ante el rechazo de la petición que hacia. En el fondo, sabía que esta sería la respuesta, pero aún así, se confesó.

-No puedo arriesgar la vida de todos Giorno, lo siento-

-¿Y si yo pudiera hacer algo?- reacciono el rubio, ante la respuesta de Mista -Sí pudiera hablar con ella, hacerla entrar en razón y que convenza a padre del perdón, para todos... Podríamos volver a Tel Aviv y vivir como antes- sugirió Giorno rápidamente, y aunque hizo dudar a Mista tan solo un sólo momento, movió su cabeza lentamente en señal de negación

-Tu padre jamás nos perdonaría por lo que hemos hecho- contesto -Entiéndelo Giorno, no podemos volver atrás, y ahora que estas con nosotros... Yo no te voy a dejar marchar, jamás me perdonaría si te llegara a pasar algo- concluyo Mista la conversación, acercándose a Giorno para darle un abrazo sencillo, y tras una palmada en el hombro, se marchó a su habitación. El joven rubio quedó en silencio, apretó los puños, quizás mordió sus labios e intento llorar. No quería frustrar, al menos había hablado, al menos había intentado.

Mista cerro la puerta, camino a paso lento e intento no sentirse mal, tras la platica con el rubio. Tenia que recordar lo que habían hecho; traición al reino salvando a Fugo de la horca, sin razón alguna, y haber secuestrado y traerse consigo al primogénito del rey. Continuo su marcha en silencio, sin embargo  detuvo su camino en el pasillo repentinamente, al oír ruidos extraños en la habitación de Fugo.

-No podemos, no podemos, no podemos- murmuraba, con los ojos cerrados, moviéndose en su cama, tan pronto se acercó a la habitación. Mista entré abrió más la puerta y noto al joven más inquieto en su cama -No, no, no...- murmuró, agotándose más en el mueble.

-¿Fugo?- hablo Mista pero no hubo respuesta -¿Fugo?-

-No, no volver... No- siguió repitiendo, en señal de estar teniendo un sueño oscuro, y Mista le tomó del hombro, al no escuchar que le respondiera.

-¿Fugo?-

-¡NO!- alzo su voz, lo más que pudo, intentó ser un grito pero había sido en vano. Nadie más que Mista lo había escuchado, la pareja se miro directo a los ojos, Mista parecía demasiado asustado al notar lo agitado y espantado que se encontraba su amigo. Fugo tenía los ojos abiertos como platos, tenía el rostro sudado y se miraron en silencio por sabrá cuánto tiempo, hasta que las palabras de Fugo parecieron grabarse dentro de la mente de Mista, tan pronto rompió el silencio.

-No podemos volver a Tel Aviv- musito, sereno, serio, frío y quizás asustado por lo que estaba diciendo.

-¿Por qué?- pregunto Mista finalmente, ante tan confusa situación.

-No lo sé- admitió Fugo, bajando la mirada mientras se controlaba -Solo... - intento hablar pero no supo que más decir, pareció haber dejado a Mista más confundido de lo que estaba antes pero si Fugo lo decía, y su comportamiento hablaba por él, pasara lo que pasará, menos dejaría ir a Giorno a Tel Aviv. Quizás, quizás si volvían para el día del nombre de su madre, podría ser una predicción de que a los jóvenes los atraparán y aunque Giorno hablara, sería el fin de todos y jamás volverían a salir.

No, no podían volver a Tel Aviv.

Renaissance (GiornoxMista)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora