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The One That Got Away - Katy Perry

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—¡Atrapala!

—Deberías mínimo mejorar en tus tiros.

—¡Hey, chicos! ¡Ya tengo las invitaciones!—Joshua interrumpió en la práctica de sus amigos y sonrió con ternura al ver como JeongHan y SoonYoung corrían hasta él—. SeokMin fue a entregar las demás.

—Vaya, que lindas están—halagó JeongHan, quien ahora tenía el cabello negro y lo tenía más corto—. Me sigue doliendo que me lo hayas ocultado.

—Había sucedido lo de SeungCheol y ya no encontré oportunidad—se lamentó el americano, haciendo una mueca de disgusto—. ¿Creen que haría bien si lo invito?

JeongHan y SoonYoung intercambiaron miradas, encogiéndose de hombros minutos después. El extranjero rodó los ojos y solo suspiró. Sería una decisión difícil.
Después de la operación de JeongHan, SeungCheol había ido a visitarlo con la esperanza de ser perdonado, pero el pelirrosa no quiso verlo, no cuando sabía las consecuencias que serían desencadenadas si llegaba a verlo.

Había pasado un año ya. SeungCheol dejó el equipo y de frecuentar con sus amigos. Se había evaporado en el aire. A JeongHan no le importó. Después de la operación, ni siquiera lo buscó.
Su grupo de amigos seguían comunicados con SeungCheol, pero no mencionaban al ángel, no después de lo sucedido. Era mejor enterrar el pasado.

Los últimos minutos del pequeño recreo de JeongHan y SoonYoung terminaron. Los tres jóvenes habían decidido dirigirse a una cafetería a pasar el rato. Sin embargo, mientras esperaban en la parada de autobuses, una figura peculiar se acercó hasta ellos.

—Hey, chicos—JeongHan se congeló—. ¿Cómo están?

—Hola, hyung—SoonYoung sonrió risueño, tal él—. ¿Qué te trae por aquí?

—O quién—Joshua le miró con curiosidad, intentando descifrar sus intenciones—. Al parecer vienes solo, ¿no quieres ir a tomar un café, Cheol?

Ambos jóvenes se miraron. Su amistad también se había roto un poco, pero JeongHan fue claro y aclaró a todos que el asunto era entre él y SeungCheol. Ellos no podían simplemente ignorarlo.

—No, no, no. En realidad, vine a hablar con JeongHan.

El silencio se hizo sofocante a pesar del ruido que la calle hacía a lo lejos. El ángel volteó con lentitud y observó a SeungCheol. Traía el cabello platinado y se veía más delgado. Llevaba un par de ojeras bajo sus ojitos chocolate y un par de libros en sus brazos. ¿Qué le había sucedido?

—Hyung...

—Vayan a la cafetería—JeongHan les sonrió como nunca—. Les daré el alcance.

—¿Estás seguro?—Joshua susurró y el ángel solo asintió—. De acuerdo, estaremos esperándote.

Un autobús se detuvo frente a ambos chicos y desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos. JeongHan perdió de vista el vehículo y se acercó hasta quien alguna vez fue el dueño de su corazón. SeungCheol contuvo la respiración y no dudó en guiarle a un parque no tan lejano.

—¿De qué querías hablar?—JeongHan cuestionó después de tomar asiento—. Parece que va a llover.

—Te queda bien el cabello negro—SeungCheol susurró, captando la atención del menor—, pero a lo que venía. Yo... Vine a pedirte disculpas.

No hubo respuesta.

—Sé que me comporté como un verdadero idiota y que no debí dejarte—el mayor observaba sus zapatos, sintiendo la penetrante mirada de su menor—. Estaba asustado, confundido... Quise verte después de la operación, pero... no quisiste verme.

—Lo sé.

—Fui un cobarde.

JeongHan observó ahora el cielo que se tornaba anaranjado a cada segundo y alargó un suspiro. Nunca pensó que iba a recibir esa clase de disculpas, pero no le molestaban en lo más mínimo.

—Es mi culpa también—el pelinegro, acarició el brazalete que colgaba en su muñeca—. Supongo que también estaba dolido. Solo estabas enamorado y eso no era pecado, pero me dolía saber que cancelaste muchas cosas y que pasé a segundo plano. Incluso llegué a pensar que preferias a JiHoon antes que a mí.

—Nunca lo preferí. Solo estaba enamorado—SeungCheol tomó la diestra de su ángel—. Fuimos unos idiotas.

—Unos verdaderos idiotas—JeongHan sonrió—. No te odio. No podría.

SeungCheol sintió como su corazón latía con fuerza al ver es apreciosa sonrisa. Quiso besarle en ese momento, abrazarle y pedirle que fuera suyo por la eternidad.

—Sin resentimientos—el peligris susurró.

—Sin resentimientos—JeongHan sonrió—. ¿Amigos?

La sonrisa de SeungCheol se desvaneció. Por un momento creyó que el pelinegro pediría algo más, una oportunidad. Pero los ojos avellana de JeongHan no parecían decir lo mismo.

—La operación no solo arrancó las raíces de mis pulmones, Cheol—alejó su mano de la ajena—. También los sentimientos que tuve por ti.

Como un balde de agua fría.

—Pero tranquilo. No me verás con nadie más—SeungCheol le miró confundido—. Ya no podré volver a enamorarme, Cheol. No existe la posibilidad de que sea feliz en ese aspecto.

¿Qué había hecho?

—Vaya... Lo siento, no tenía idea—el peligris, desvió la mirada—. Es el karma, ¿no?

JeongHan se encogió de hombros, sintiendo como el silencio comenzaba a aplastarlos.

—Es extraño. Después de que JiHoon se fuera... caí en cuenta de que tú... bueno, era el amor de mi vida.

—¿Se fue?—SeungCheol asintió—. Lo siento.

—No importa. Al parecer era un heterocurioso. A lo meses lo vi con NaYeon, ya sabes. Típico de heteros.

—Una coneja para un gatito—bromeó JeongHan. Ambos se miraron y estallaron en carcajadas ante sus palabras. Al menos existía esa chispa de cariño, no de amor. De cariño. De amigos. De hermanos.

SeungCheol no quiso entender, pero se obligó a hacerlo. JeongHan no iba a corresponder sus sentimientos y era mejor dejarle ir. Después de todo, él se había tardado años y el ángel solo siguió con su camino.

—Entonces te veré en la boda de Joshua—JeongHan asintió, observando como el mayor se levantaba—. Quién diría que se iba a casar con SeokMin.

—Un lindo par—el pelinegro apenas murmuró, pues el contrario se acercó hasta él, acercando su rostro con timidez—. Un beso no cambiará nada.

—Solo déjame hacerlo esta vez—SeungCheol tomó la barbilla del menor y saboreó sus labios. Tan suaves y apetecibles. Su corazón dolió. ¿Cómo no se dio cuenta antes?—. Te amo...

JeongHan solo sonrió, despidiéndose de él. Lo siguió con la mirada y dejó ir el aire de sus pulmones.

—Hace tiempo hubiera adorado escucharte decir aquello, Choi—soltó al aire, sintiéndose vacío una vez más—. Ya es tarde, JeongHan... Siempre ha sido tarde para ti.

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Hanahaki • JeongCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora