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Hoy es un día especial para mi pues cumplo dos meses, dos meses al servicio de Naraku Uchiha, el gerente general de grupo Taisho y también el vicepresidente de Emporio Taisho ¿El por qué de esos cambios? Ni idea, no obstante me siento orgullosa de todo lo que ha logrado en tan poco tiempo pero, aquí vamos con el jodido pero, en cuanto a relaciones personales hay muchas dudas revoloteando en mi cabeza.

En efecto, Naraku no mintió cuando dijo tener 35 años. Es hijo único, sus padres murieron en un accidente automovilístico hacia cinco años dejándole una jugosa suma monetaria con muchos ceros, eso lo dice el artículo, es soltero aunque tuvo una relación extraña con una super modelo japonesa hacia tan solo un año atrás. Cabe aclarar que le había propuesto matrimonio pero así, de la nada, la chica desapareció.

Quienes se enteraron de dicha relación expusieron ante el periódico sus propias conclusiones; unos decían que la modelo no era suficiente persona para un empresario reconocido y multimillonario, seguramente esas opiniones eran de mujeres, otros aseguraban que la relación desde un inicio estaba destinada al fracaso pues a Uchiha se le había visto con "otras chicas" en variados lugares y diferentes circunstancias...

Vaya, vaya, no sé por qué eso no me sorprende. El artículo sigue haciendo referencia a los logros obtenidos al ser contratado por "Emporio Taisho" aunque realmente no comprendo el por qué trabaja tanto si ya tiene una vida realizada y bastante cómoda.

Dejo a un lado de mi escritorio el interesante artículo y me dispongo a continuar la redacción de un informe semestral. Naraku me pidió absoluta concentración ya que según él, es una información que va directamente a las manos de Sesshomaru. A ese infeliz no le he vuelto a ver la cara y me siento sumamente agradecida con la vida y con mi jefe pues verlo es lo que menos deseo. Aún no se me olvidan aquellas palabras que me hicieron sentir una mierda.

A las doce en punto, como de costumbre, mi puerta se abre y ni siquiera me inmuto pues ya sé de quién se trata. Naraku es el único que puede entrar a donde se le plazca sin llamar antes. Al entrar a mi oficina esboza una radiante sonrisa jocosa y me deja sobre el escritorio una pila de carpetas perfectamente acomodadas una sobre la otra, detalles que mis ojos no pasan por alto y es que me he dado cuenta que Naraku es bastante ordenado, por no decir un exagerado.

Guardo el archivo y me levanto. Al coger mi bolso me dice que tiene pensado en ir a su apartamento para recoger unos bocetos; un nuevo diseño de autos de lujos. Asiento mientras abre la puerta y conversando de temas triviales llegamos hasta el elevador. En cuanto entro y miro hacia el frente sonrío pues he visto a Sango conversar amenamente con un chico sumamente atractivo. Es el nuevo gerente de nómina, contratado por Naraku hacia tan solo un mes pero el fulano al parecer no pierde tiempo.

En silencio llegamos a las afueras de el edificio, en donde aquella tremenda máquina nos espera. Ya ni siquiera me molesto en sorprenderme pues me he acostumbrado a las comodidades incluidas en mi relación con mi jefe, y cuando digo relación no me refiero a un vínculo más allá de el trabajo aunque tampoco puedo ignorar el hecho de que entre nosotros ha surgido una conexión inexplicable. Desde aquella noche que me atreví a besar sus labios puedo decir que somos más que amigos.

Mi repentina y extraña relación con mi jefe, me ha ocasionado uno que otro problemita con Bankotsu. Y es que es el moreno más irritante que he conocido en mi jodida existencia. Siempre que llega a casa es una discusión asegurada y todo porque a él no le agrada el hecho de que intente crear un vínculo sentimental con un hombre trece años mayor que yo pero ¿Y eso qué? ¿Desde cuándo importa la edad?

Después de almorzar, Naraku conduce hacia su la avenida principal. Durante el trayecto me explica que ha comprado un apartamento fuera de la ciudad y la idea me parece emocionante pues siempre me he imaginado una vida lejos de todos los sonidos estridentes, de el va y viene, de la aglomeración de personas en los andenes, en las paradas de buses, pero claro, si tuviera un auto propio no tendría porqué sufrir por el pesado tráfico de Tokio. La imágen de mi madre enferma llega a mis pensamientos y me recuerdo que no debo gastar el dinero en vanidades pues su salud es primero.  Naraku detiene el auto frente a una mansión impresionante y me doy cuenta que está lejos de ser un simple departamento, como él le llamó.

El Jefe (Finalizado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora