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      (Naraku)

      (Naraku)

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Jamás había experimentado tal dolor... En el pasado, se consideraba un hombre inmune a tantas estupideces que el ser humano cometía cuando el famoso"cupido" los flechaba.

¿Cómo sucedió? ¿Cómo es que logró cautivarlo? No lo sabía, simplemente pasó.

Mientras conducía recordaba todos aquellos momentos que compartió a su lado, quizá no fueron precisamente románticos, pero le bastaba con verla sonreír para que su día fuese perfecto.

Sonrío irónico... Sus ojos rojizos se reflejaron en el espejo retrovisor y en su mirada oscurecida notó aquello que tanto se negó a creer tener: debilidad.

Fue débil, fue frágil, fue vulnerable...fue un completo adolescente jugando al amor. El inicio fue tan solo un rayo que iluminó el cielo gris, aquel color que anunciaba la tormenta emocional que se avecinaba para él.

Apretó fuertemente el volante hasta que sus nudillos se volvieron blancos. Su mente parecía una telaraña de emociones que por más que se esforzaba, no lograba ordenar.

Aquella autopista congestionada le impidió ir a la velocidad que necesitaba para menguar aquellas ansias de girarse y volver por ella.

Le había dolido tanto verla caer rota y desesperada por detenerlo pero qué puto cabrón puede ser a veces el orgullo pues aunque la amara, era un hombre de carácter, un hombre que sabía perfectamente lo que quería, en donde y como debía de pisar.

Y desafortunadamente, la quería a ella...

Un semáforo marcó el rojo a la lejanía. Su zapato pisó el freno. Recostó la cabeza al volante en cuanto el auto se detuvo. Su corazón latía deprisa, tan rápido que hasta ya lo imaginaba oírle explotar dentro de su pecho..

Aquella ansiedad, aquella desesperación incontrolable se apoderó de su cuerpo. La necesidad de verla una vez más emanaba por cada poro de su piel nivea. Entonces las preguntas se formularon.

¿Por qué no ir? ¿Qué le detenía? ¿Acaso aquel sufrimiento que astibó en sus ojos no era suficiente para volver? ¡Joder! Sesshomaru simplemente no podía hacerlo de nuevo... No con ella.

Antes de que el arrepentimiento llegase, giró a su izquierda y pisó el acelerador con tanta impaciencia. Deseando que aquel lujoso carro volara, que lo llevase en tan solo segundos a ella. Deseó tanto aferrarla contra su pecho, susurrarle al oído que todo estaría bien. Mirarla a los ojos y confesarle que sin ella a su lado, no conseguiría vivir.

El Jefe (Finalizado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora