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Todo mi rededor dió vuelta nuevamente pero ésta vez no fue por la cantidad exagerada de alcohol que había ingerido, no. Sesshomaru en un arrebato de cólera me alzó y me colocó sobre uno de sus anchos hombros como si fuese un puto costal de papas. Le golpeé la espalda con mis puños, moví mis pies de arriba hacia abajo lo mas rápido que podía sin embargo nada de eso logró detener su andar.

El salón se había quedado en completo silencio "genial, kagome, otra vergüenza más para Sesshomaru" No me importó lo que los demás podrían opinar, al fin de cuentas la gente siempre habla lo que les da la puta gana, solo quería que Sesshomaru me bajara, que me dejara caminar.

Aún estando ebria yo tengo el control en mi cuerpo. Él no es nadie para que intente privarme de una diversión sana "¿Diversión sana? ¡Estás hasta el culo!" No me detengo a pensar hacia dónde me lleva ni a dónde realmente nos encontramos. Solo sé que nos hemos alejado lo suficiente de el salón y que también desde que cruzó la puerta conmigo sobre su hombro no he parado de gritar, no he callado.

— ¡Bájame cabrón!

Le exijo golpeando fuertemente su espalda. Escucho pasos apresurados y de repente todo se volvió oscuro. No puedo ver absolutamente nada pero aún sigo sobre el hombro de Sesshomaru y él sigue sujetando mis muslos, sus brazos me rodean justo en las rodillas, me ha inmovilizado completamente.

Mi cabeza ha comenzado a protestar, me duele como el infierno. Siento que en cualquier momento explotará y moriré. Los pasos firmes de mi verdugo retumban a lo lejos, es como si estoy flotando en el aire o como si me hayan metido en una burbuja que se elevó por los aires y de repente explotó, explotó en el momento exacto que Sesshomaru me lanzó sobre una superficie suave y con olor a rosas.  En cuanto la luz ilumina la habitación cierro mis ojos abruptamente e intento difícilmente cubrirme el rostro con mis manos.

—¿ ¡Qué mierda pasa contigo!?

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—¿ ¡Qué mierda pasa contigo!?

Brama colérico Sesshomaru mientras se arranca la ropa como si le estuviera quemando la piel. Mis ojos se abren como platos y el intenso dolor de cabeza se ha esfumado completamente. Él, él se está desnudando sin importar que yo lo vea.

— ¡Me haz avergonzado ante todos los socios! — Se sacó el cinturón y lo lanzó al piso — ¡Ante mis empleados!

Su torso definido quedó totalmente expuesto y aunque era algo digno de admirar y apreciar, me sentí pequeña. Me moví hacia atrás hasta que pegué en el respaldo de la cama. Sesshomaru me veía con ojos inyectados en furia... temí.

Todo mi cuerpo comenzó a temblar y sin querer las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. El alcohol en mis venas se mezcló con el miedo de ver a Sesshomaru fuera de sí. 

Suspiró profundamente y se sentó en la orilla de la cama. Colocó los codos sobre sus rodillas y ahuecó el rostro entre sus manos.

El silencio que nos embargó fue tan pesado que hasta llegué a sentir frío. Miré mis manos las cuales habían perdido su color y mi mandíbula comenzó a temblar.

El Jefe (Finalizado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora