16

1.6K 161 6
                                    

(Sesshomaru)

Existían ciertas situaciones en las cuales Sesshomaru perdía su estoico carácter sin embargo esas veces bien podría contarla con los dedos de sus manos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Existían ciertas situaciones en las cuales Sesshomaru perdía su estoico carácter sin embargo esas veces bien podría contarla con los dedos de sus manos. A sus treinta y cinco años de existencia, de recorrer el mundo, de obtener todo cuanto ha querido, de hacer y deshacer a su gusto y antojo, jamás pero jamás se sintió como se sentía en ese momento.

Había perdido los estribos, se dejó llevar por aquellos impulsos que no logró contener. Las emociones salieron a flote como si de un león a punto de cazar a su presa se tratase. Fue verla, fue contemplarla a escasos centímetros de su persona que perdió por completo la razón.

La frugalidad se fue directo al traste en cuanto aquel deseo insaciable se apoderó de su cuerpo. Su torrente sanguíneo le recorría las venas a una velocidad que le quemaba la piel, sus sentidos se nublaron y supo pues, que debía sí o sí saborear su dulzura, aprovechar su debilidad y subyugarla.

Aquel sabor tan exquisito que degustó para su desaliento le había gustado y mucho. Sintió que una eternidad no le bastaría para saciarse de ella, para hartarse. No obstante la realidad era cruel y no se podía dar el lujo de perder la cordura. Cuando sus suaves labios se abrieron para recibir su lengua experta, la furia que había menguado en su interior fluyó nuevamente y para no sentirse estúpido por haber caído en sus encantos...la lastimó.

Saboreó el sabor metálico de su sangre el cual a los segundos se combinó con el salino de sus lágrimas. Escucharla gemir de dolor, temblar de miedo y pedir a duras penas que se detuviera, le hizo reaccionar y pisar firmemente sus pies sobre el piso. El arrepentimiento lo azotó y se alejó de ella como si fuese un fuego a punto de quemarlo.

Entonces huyó a aquel lugar en el cual se refugiaba cuando algo en su vida no estaba yendo de el todo bien. En ese lugar meditaba, analizaba los pro y los contra. Podía tenerlo todo, podía gozar de cuánto quisiera sin embargo aquel vacío en su corazón nada ni nadie lograba llenar o quizá es que ese alguien ya había llegado a su vida y como un tornado lo catapultó, revolcandolo, causándole una revolución de sentimientos.

Mientras veía el ir y venir de las olas pensó en cómo es que había sucedido. Cómo es que llegó a colarse en su interior. Cómo es que había logrado tanto sin hacer nada ¿¡Cómo!? Por primera vez Sesshomaru Taisho experimentó la angustia, la desesperación de saberse atormentado y no poder encontrar una solución, una alternativa.

Sonrió irónico pues lo que sentía, lo que experimentaba no era algo que podría solucionar con una simple orden, con una simple firma porque ¿Cómo se le dice al corazón que deje de latir? O ¿Cómo podía frenar sus pensamientos? Si le azotaban con ímpetu.

Se rió de sí mismo, de lo estúpido que fue. De haber jugado con fuego y luego...quemarse.  Aquella amplia y solitaria sala, le recordó lo patético que era pues en vez de enfrentar su realidad simplemente huyó pero es que para un hombre como él, el ir y confesar sentimientos que nunca experimentó no era sencillo,no era fácil y no porque no encontrara las palabras adecuadas, sino porque simplemente no quería ceder.

El Jefe (Finalizado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora