Terapia 4 (DY)

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No sé cuánto tiempo pasó, tal vez algunos días pasaron mientras yo comía lo poco que me daba y volvía a dormir, sintiéndome débil y triste. Desperté esperando que todo fuera una pesadilla, pero estaba de nuevo recostado, esta vez en el suelo, al abrir los ojos todo se sintió desconocido de nuevo, mi cuello estaba libre, pero cuando me levanté, noté que ahora tenía un grillete en tobillo, estaba en el centro de una habitación, rodeado de sillas, cuatro de ellas estaban vacías, en las otras habían peluches, muñecos de porcelana, de trapo y de plástico; frente a mi, estaba un lienzo y en este había un chocolate algo grande y raro, también pinturas. Examinaba el resto del lugar, un cuarto pulcro y blanco, pero escuché a mi padre hablar, se acercaba a la puerta y finalmente, después de todo ese tiempo, lo ví.

—Hijo... Hola, buenas tardes, ¿Has dormido bien? - sin saber qué decir o dónde empezar de todo lo que en realidad quería saber. —¿El gato comió tu lengua? - dijo señalando un peluche felino. No sé describir cómo me sentía cuando ví que detrás de él, se acercaban dos personas que solo había visto antes en fotos en el expediente del caso de la muerte del pequeño Mark, pero que reconocía por el extremo parecido en ellos. Los padres de Taeyong y un muñeco pequeño en brazos de la señora.

—¿Es este? - dijo el padte despectivamente cuando me vio y me examinó de pies a cabeza. —Tiene los gustos de su madre. Un chico escuálido y simple. Oh, no te ofendas Junmyeon, pero creí que por ser tu hijo sería algo... diferente.

—Imagínese que hasta yo esperaba que fuera diferente, aunque solo ha sido una decepción. - suspiraron y tomaron asiento en los lugares vacíos, el muñeco entre los señores y al lado de ellos, Junmyeon. —Hace algunos años me pediste ayuda, no pude atenderte en ese momento, pero en vista que aún tienes el mismo problema, déjame ayudarte ahora.

—¿De qué hablas? - finalmente digo notoriamente confundido, no quiero permitir que siga jugando con mi mente, pero es difícil cuando utiliza verdades dolorosas que me cuesta asimilar.

—No lo sé, pronto vas a decirlo tú mismo, sabes, te dejé un chocolate por allá. - respondió evadiendo mi pregunta.

—Me recuerdas muy mal, no me gusta comer cosas dulces.

—Jamás pensé en traerlo porque te gustara, sino porque estoy seguro que lo prefieres antes que una dosis de alguna droga... - bastante cierto. Lo tomé y lo comencé a comer. —Hoy serás un artista... Vas a pintar para nosotros lo primero que pienses mientras hablamos.

Sé que se suponía, sería una terapia en el cual yo me cerraría para que no pudiera leerme de nuevo; pero por un momento quise intentar recibirla, ese problema que tanto me afectaba, que seguía siendo el mismo que cuando Junmyeon mencionó, quise ponerlo a prueba.

—Bien.

—Perfecto, ¿Qué tal te sientes hoy? - mencionó como si fuera necesario responder. Dibujé un grillete y un rostro incómodo. —¿Qué desearías hacer si no estuviera en tu pie? - dibujé el hospital, —Vaya... Realmente debe gustarte mucho el chico no, ya que quieres volver. - dibujé un corazón. Y es que estaba cansado, frustrado, totalmente desesperado por volver, ya que estaba más que claro, que desde que lo conocí, yo ya había perdido mi batalla contra mi propia profesión. Yo ya era un mediocre cuando no pude ayudarlo, y no lo ayudé jamás, solo quería estar con él, en definitiva, soy el peor psiquiatra del mundo. Sin saberlo, todo este tiempo que estuve pensando y recordando continué pintando.

—Eres un estúpido, ¿Cómo te atreves a ver a mi hijo así? Él no es cómo tu, no es un asqueroso. - escuchaba los murmullos que hacían alrededor esas pocas personas que estaban presentes, pero comenzaba a escuchar e ignorar, porque estaba más ocupado en expresar en ese papel y con mis manos, todo lo que mi corazón había callado por muchos años. Mis ojos mismos se deleitaban por la pintura que estaba apreciando, A mí mismo me encantaba ver lo que mis manos estaban haciendo, porque no estaban conectadas con mi cerebro, sino con mi corazón. Un lindo, hermoso paisaje y él a mi lado, tan lindo como el paisaje que veíamos diariamente cuando volvíamos de la biblioteca, era casi tan lindo como las tardes soledad en que íbamos al jardín a dar una vuelta, o era casi tan lindo como cuando me dejaban sacarlo de su habitación y del hospital; pero por supuesto esa pintura con tantos detalles pequeños, como los bolígrafos y libretas que llevaba yo en mis bolsas y que estaban en el césped mientras él se recostaba a mi lado en este. Pero poco a poco, toda mi pintura y mi mente comenzaron a nublarse, recordaba que ya no estaba en esa biblioteca, que no podía encontrar ese paisaje y que no estaba con él.

—Has que se detenga, hará llorar al pequeño Mark, está poniéndose triste. - dijo la señora Lee. Chillando.

—Hijo, detente. - al no reaccionar, recibí un grito, no me percaté que estaba llorando y las acuarelas estaban mojándose. Parpadeo y el lienzo tiene lo mismo que al inicio, un grillete, un hospital, y mi corazón.

—Vamos, te llevo a tu habitación. Seguiremos algún día. - dice mi padre mientras quita el grillete, me lleva caminando fuera del tétrico lugar.

Mientras caminaba en ese lugar, el pasillo, vi una puerta con un símbolo de electricidad en color rojo y proseguimos hasta la anterior habitación en que estuve, sin cadenas ni grilletes.

—Oh, olvidé decirte que te tengo una sorpresa, un amigo quiere visitarte. - dice y voltea hacia la puerta. —No lo odies, ¿Si? Él solo me hizo recordarme de mi hijo. Adelante, niño. - sentí que iba a morir, perdí la respiración.

—Yu...ta...  - no puedo siquiera describir el nudo en la garganta que se formó en tan poco tiempo... Había confiado al amor de mi vida a él y este solo quería venderlo a quienes lo matarían. Diferente a lo que pensaron, exploté en ira, corrí y me abalancé a Yuta primero. —¡¿Por qué ?! Él jamás te hizo daño y mucho menos yo. - hablé el final con desprecio, luego miré con real odio a quien era mi padre. —¡Y tú! No puedo creer cuánta vergüenza me da tener tu sangre. - nadie se defendió fuertemente ni me respondió.

—Ya sé que lo puede calmar, Yuta, cuéntale cómo es que su amado está tan mal a veces... - me lancé de rodillas y lloré, no quería oír nada, "mi amigo" bajó su mirada a mí y parecía tener un poco de tristeza, pero continuó con las ordenes de Junmyeon.

—¿Has oído hablar de audios subliminales? - no respondí, mi llanto silencioso eran únicamente mis lágrimas inundando mis ojos y mojando mis mejillas. —El señor Kim, me pedía tocarle lindos de esos a tu amado Tae. Audios sobre alguien que debes conocer muy bien... Audios que él mismo grabó y posiblemente estés aburrido de oír este nombre, pero son los audios de un tal... Billy. - miré al mayor de la habitación, no sé que detallaba mi rostro, pero él comenzó a reír como un loco.

—¿De qué...? - hablé y fui interrumpido.

—Hijo, yo soy Billy.

***
Las terapias cognitivo conductuales, son las que se realizan para el conocimiento de la conducta en los pacientes, normalmente se pueden volver dinámicas para que el proceso sea más natural y fácil de reconocer para el terapeuta. Decidí la pintura como técnica a utilizar porque al poder ser abstracta, puede tener muchas maneras de representarse, al igual que la caligrafía.

Los medicamentos dopaminérgicos, son los que contienen incentivos para segregar señales químicas al cuerpo (neurotransmisores), que le permiten ejecutar acciones y sentir diferentes emociones por la conexión de una célula con la otra hasta llegar al cerebro.
El chocolate posee Dopamina, Feniletalamina, entre otras, que actúan sobre el sistema nervioso central y pueden modifical el ánimo, provocar conductas de movimiento o conocimiento alteradas e incluso inhibir el dolor.

Los audios subliminales son los que relatan instrucciones al cerebro para que este realice distintas acciones, por ejemplo, cambio de color en pelo, "aumento de melanina en cabello". Controlan el cerebro a través del subconsciente, es decir, en medio de estar despierto o dormido.

Billy • 🄳🄾🅃🄰🄴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora