Terapia 3 (DY)

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—Oficial, ¿Han encontrado algo? - me dirijo a Oh Sehun.

—Si. Hemos encontrado que la familia del joven Lee se encuentra en su mansión de campo actualmente, hecho realmente sospechoso ya que no usaban tal lugar hacía más de 15 años. Ellos se las han arreglado para esconder lo que pueda inculparlos, no sé cómo es que la madre de Lee no puede confesar algo, se han encontrado grandes coincidencias con lo que nos dijo el chico, pero bien, al menos, procedió el indicio del hueso humano, que se comprobó que era del niño en el jardín delantero, obtendremos una orden para revisar su casa. Con lo que sea que encontremos, prometo avisarle primero a usted. - me decepcionó en cierta manera, pero la esperanza no está perdida. Me despedí y salí de allí, me dirigía a mi auto, tenía que contarle a Tae; pero, habían otros planes para mí. Sentí una descarga eléctrica en el cuello y no más.

No sé cuanto tiempo ha transcurrido desde que eso pasó, pero debieron ser algunas horas según el voltaje que tenía el aparato. Decido no abrir los ojos, solo escuchar detalles para saber ubicarme, estaba acostado en una cama o colchón, en algo suave... Mi cabeza no dolía tanto en comparación a mi cuello, que pesaba por alguna razón. No podía oír nada, estaba todo en silencio.

Decido levantarme de mi lugar y abrir los ojos, ambas acciones me quedo sorprendido. En mi cuello se posa un collar de cuero negro, similar al de un perro, sostenido a la pared por una gruesa cadena de hierro y todo lo que se ve alrededor de la cama son espejos, me veo a mí mismo.

—Al fin. - escucho una voz que jamás esperé volver a oír. —Comenzaba a creer que tendría que lanzarte agua en la cabeza. - no me puedo mover ni atacar, no sé dónde está, su voz parece rebotar en los espejos y solo me veo a mí mismo.

—¿Tú eres...? - pregunté mostrándome de la manera más indiferente posible.

—Si soy, tardaste mucho en ir solo a la agencia... Hijo. - suena en la habitación esa voz que si no supiera de quién provenía, me haría sentir feliz.

—¿Dónde estás ahora mismo? - me atrevo a preguntar.

—Hijo mío, ¿Acaso crees que soy un idiota? Mejor alístate y mira frente a ti, eres un psiquiatra genial, pero hoy serás mi paciente. - no sé que esperar... Pero me mantendré fuerte.

—No necesito de tu ayuda, no he tenido problemas últimamente. - digo firmemente.

—Querido, ¿Qué tal has estado? Te veo más delgado, ¿Haces alguna dieta? - no, ese es un tema delicado. Sé lo que quieres hacer. "Defiéndete cuánto puedas" Sentí a Taeyong decirme.

—Pues no, nada en especial, he estado un poco ocupado, tal vez es eso o claro, el tiempo que pensé que habías muerto y que ahora me hables tan tranquilamente. - yo no soy un idiota, sé que el espejo es una trampa y que me está viendo.

—Mmmm... Veo que estás poniendo resistencia, estás muy cambiado, realmente me gustaría charlar contigo como colegas, pero como dije, eres mi paciente. - dijo y me asusté al sentir como mi cuello era penetrado por una aguja pequeña a través del collar que se encontraba alrededor de este.

—¡¿Qué demonios te pasa?! - grito en última instancia, antes de sentir en mi cuerpo entero un hormigueo.

—Si no quieres ser sincero conmigo, está bien, porque esto es una terapia en la que tendrás que escucharte, analizarte, entenderte a tí mismo como el buen psiquiatra que eres. - comenzaba a sentir como mi cuerpo dejaba de responderme, caí de lado con mi cabeza directo a la suave almohada, mi bata blanca me cubrió las piernas y de las bolsas cayeron los objetos de mis bolsillos, no podía moverme, no podía hablar sólo podía mantenerme escuchando, con los ojos abiertos y viendo mi propio patético reflejo. —Muy bien hijo, siempre fuiste mejor escuchando las personas que hablándoles. Te quiero comentar sobre algunas de tus verdades... - "Tu sabes lo que quiere hacer. Es una falacia de apelación a la vergüenza. Protégete como siempre hiciste conmigo." Sonaba de nuevo la voz de Tae. —Sabes en tu adolescencia, creí que tus problemas eran no normales. Pero poco a poco mientras crecías, noté que tú eras el anormal... - "Tae, esto es difícil." Pensaba para él y es que comenzaba a sentirme mal, solo yo sé cuánto dolió esa época para mí. —Fue decepcionante, la verdad, porque ¿Cómo terminaste de esa manera? Imagina mi frustración cuando el hijo único que había estado criando para que fuera el primero, lo mejor de lo mejor, que incluso me superara a mí y este termina siendo nada más una basura mediocre que no puede hacer las cosas para él por sí mismo. - no te estoy escuchando, no lo hago. —¿No me crees? La mirada en tu rostro me hace a saber que tú sabes muy bien de lo que yo hablo, pero en caso de que no sea así déjame recordarte. Un amigo tuyo me comentó que todos mis miedos eran reales, que tú habías tomado un camino diferente al que yo te había llevado; pero eso es un tema que tocaremos en tu siguiente sesión, porque la verdad creo que todas tus acciones irracionales y estupideces se derivan de tu falta de amor propio. - él ha tocado ese punto. Ese típico tema que todos tenemos y no hablamos con nadie de ello, que nos causa tanto dolor e incluso nuestro cerebro lo bloquea para que no pueda seguir haciendo daño y él acababa de abrir ese candado que yo había puesto a esos recuerdos que había tenido de esa situación tan difícil de vivir. —Anorexia, bulimia, ambas... Según quien me contó esta historia desagradable, estabas obsesionado con bajar de peso, más allá del límite de lo normal, no tenías atracones, por lo cual la bulimia parecía descartable y aún así intentabas y bajar de peso, eras un feo cadáver viviendo de la opinión de las personas, pero esas personas nunca existieron, eras tú hablando a ti mismo. Eso si fue caer hasta el suelo y tres metros bajo tierra. ¿Es que acaso considerabas que nadie te querría así? Mira que patético psiquiatra, pretendiendo ayudar a otros cuando nunca ha sabido como ayudarse a sí mismo. - él no hacía pausas, él hablaba seguido y me lastimaba cada vez más. Comenzaba a ver mi reflejo de otra manera, lágrimas brotaban de mis ojos y mi corazón se abría el cerrojo de tantos recuerdos de noches llorando, de las duchas en las cuales me repudiaba mi propio ser. Mi mente estaba colapsando.

"No te rindas, por favor."

"Llegaste, lo siento, me rindo.", pensé, ya puedo dormir en paz. No quise escuchar más supongo que en algún momento me desmayé porque no recuerdo más de ese momento.

***
La terapia de exposición al espejo, en su uso correcto, facilita la aceptación positiva del propio cuerpo y el desarrollo de un enfoque emocional saludable y ayuda a tratar la imagen corporal negativa, a reducir la ansiedad, a desatar esos nudos que intensifican la depresión, la manera en que fue empleada en este capítulo es incorrecta y produce diferentes problemas o intensifica los que puedan existir.

La falacia de apelación a la vergüenza es cuando un argumento se recurre a una acusación para que el oponente sienta vergüenza de refutarlo, pues siente que debe ser verdad.

Billy • 🄳🄾🅃🄰🄴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora