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Encontrarlos había sido relativamente fácil, al día siguiente de su llegada, los 10 hombres habían tramado un plan completo, cada uno salió por su rumbo, tratando de pasar desapercibido, armados con lo suficiente por si algo salía de sus manos.

Stiles había decidido ir al bosque, trataría de buscar hasta en el último rincón para dar con el paradero tanto de sus amigos, como de la manada.

El aire fresco le azotó en la cara, el dulce aroma a tierra húmeda le llenó por completo, caminó hasta la mitad del bosque y detuvo su andar cuando vio la mansión Hale.

Estaba diferente, la estructura estaba siendo reparada casi por completo, pero lo que más connotaba el cambio era el aura que se sentía, más pesada, oscura rayando al miedo.

Se escondió detrás de un árbol grande cuando notó que la puerta se abría, una parte de él, la que no quería que saliera, esperaba encontrarse con Derek, pero quien salió fue un hombre mayor, casi de la misma estatura del moreno, hombros anchos y mirada fría.

Algo vibró dentro de él y supo que el hombre que tenía cerca era un lobo. Esperó a que aquel lobo desapareciera, demasiado arriesgado al estar solo sin saber cuántos más habían dentro.

Stiles no entendía por completo todas las señales y sensaciones que de vez en cuando aparecían y que siempre lograban acertar acerca de las situaciones que vivía, no entendían de dónde provenían, pero las entendía, a cada una de ellas y estaba agradecido porque más de una vez le habían ayudado a salir de peligro.

Podía tachar de su lista el encontrar a la manada, pero seguían faltando sus amigos. Comenzó en el hospital, fue hasta recepción para preguntar por Melissa, pero la respuesta que obtuvo fue: "Se retiró hace dos años y no le hemos visto por aquí".

Todo estaba confuso, realmente no entendía por qué parecía no haber rastro de sus amigos en el pueblo y lo que más le perturbaba era que la <<nueva manada>> había tomado la casa de los Hale como suya, porque algo de él le decía que Derek no se las daría por buena gente.

Cuando llegó a su casa, la mayoría de sus hombres ya estaban ahí, unos pasando el tiempo y los demás cocinando, subió al cuarto de su padre para esperar a que los demás llegasen y hablaran juntos lo que habían descubierto.

Al final ninguno de ellos tenía algo sobre la manada Hale-McCall, lo que intrigó aún más al castaño, todos los pobladores sabían que algo malo estaba pasando, las desapariciones de jóvenes estaban aumentando, tal y como el informe redactado por Chris decía, el nuevo Sheriff del pueblo había puesto toque de queda como manera preventiva, pero incluso en las mañanas los jóvenes seguían desapareciendo.

Todos habían llegado a la conclusión de aquellos lobos querían aumentar su manada, lo que claramente era un riesgo inminente y aunque ya sabían dónde estaban, ir a por ellos sería muy arriesgado, pues seguían sin saber cuántos eran en total.

Ya entrada la tarde Stiles decidió encerrarse en el cuarto de John, se sentía egoísta al tener un cuarto para él solo cuando sus hombres se repartían para dormir entre su antigua habitación, la de invitados y la sala, pero no se sentía cómodo con la idea de dejar entrar a alguien más a la habitación que lo había visto destrozado hasta los cimientos.

El día anterior había evitado hurgar en las cajas que Parrish había dejado acomodadas delicadamente, pero el tiempo le estaba sobrando, así que decidió mirar un poco.

En todas las cajas lo que más abundaba eran papeles, en menor cantidad las fotos que John tenía en la oficina y en otra menor cantidad una que otra decoración de porcelana.

Stiles tomó con sumo cuidado un ángel rosado que sabía, estaba hecho por su madre, cuando sus días buenos llegaban, ella disfrutaba en demasía hacer arte con sus propias manos, los ojos se le llenaron y el cuerpo le comenzó a picar de tristeza.

En otra de las cajas, la que estaba al final, encontró el celular de John, el corazón se le hizo pequeño y las ansias por encender el aparato le causaron comezón en las palmas de las manos. Pero el sólo hecho de saber que el último mensaje que vería sería el suyo con un 《¿Papá, dónde estás?》le heló el cuerpo.

Más al fondo estaba otro aparato, uno muy conocido, no recordaba en qué momento había perdido su celular, lo más probable era que en su intento por dejar todo atrás, inconscientemente había dejado el móvil ahí y Parrish había hecho el favor de guardarlo por él.

La comezón regresó y sus instintos le decían que debía hacerlo, tuvo que esperar una buena hora para que el aparato se recargara lo suficiente, con las manos temblando encendió el móvil. El proceso tardó un poco, pues el celular no dejaba de vibrar por tantas notificaciones.

Tenía mensajes de Scott, de Lydia, inclusive de Peter, pero ninguno de Derek. Intentó ignorar a su apretujado corazón y revisó la agenda de llamadas perdidas.

Los mismos nombres de repetían, una y otra vez, pero más abajo, en los registros más viejos, el nombre que más abundaba era el del moreno, el corazón se le aceleró.

Intentar revisar todos los mensajes sería altamente extenuante, así que comenzó al azar. En los primeros mensajes de Peter abundaban los 《¿Dónde carajo estás?》y los 《Deja de hacerte del rogar niñato》, así que dejó de leerlos.

Los de Lydia eran casi igual, solo que al parecer la pelirroja había comenzado a contarle su día a día, en textos muy largos que sólo le provocaron dolor de cabeza.

Scott se había dedicado a ser menos extensivo en sus redacciones, pero igual estaba haciendo lo mismo que Lydia. Por un momento se sintió egoísta al haberse marchado dejándoles atrás, pero el pensamiento del qué hubiera pasado si se hubiese quedado, borró todo rastro de ese sentimiento.

Hubo algo en específico, en los mensajes más recientes que le paralizó la respiración, un simple 《Derek está en problemas》y después de ese habían otros que afirmaban que debía irse del pueblo, que Beacon Hills ya no era seguro para ellos.

La curiosidad le estaba matando. Revisó su buzón de voz y la cálida voz del moreno le calmó el embrollo de sentimientos;

《Stiles, sólo espero que estés bien, si no quieres contestar voy a entenderlo, pero por favor no te aísles, no tienes por qué pasar por el duelo tú solo. Por favor cuídate...》

Y de ese prosiguieron otros, la voz de Derek sonaba linda, calmada, no se parecía a la que recordaba del día en qué acabó todo lo que jamás comenzó.

De momento le pareció curioso la forma en que las acciones de alguien, junto con el conjunto de acontecimientos le llevaron a ser lo que era ahora, un hombre fuerte, valiente y con una tristeza enorme.

No supo de dónde había venido el valor, pero una vez que estaba en camino, la idea de ir a ver el loft de Derek cada vez sonaba más razonable.

Cuando llegó, el olor a sangre seca le inundó por completo y la piel se le erizó. La puerta grande de metal estaba abierta, dejándole una clara vista de todo el desastre que había dentro.

Todos los muebles estaban rasgados, llenos de sangre, era un desastre. La presión en el pecho se hizo más grande a medida que su mente trabajaba en más conclusiones, el sentimiento de pérdida le estaba quemando por completo.

Debía hacer algo, debía enterarse de todo, tenía que hablar con Parrish y con quien fuera necesario. Esta vez estaba decidido a recuperarlo todo.

QUÉDATEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora