Lúgubre

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Veía la habitación, ahora mi tumba hecha, cómo echado eché a pensar en el recuerdo de su cuerdo reflejo. Se miraba el espejo perdido, de entender trataba su finita infinitud. De aquella confundida inocencia la luz de la vela se compadecía, mientras presenciando su ausencia entonaban su gota y melodía.
Echado, caía solo y solo en el paso lúgubre y lento, de su trayecto enamorado, camino que su meta no conocía. Atrapado en su poesía, gozaba, de una serie incompleta loco, de cordura y su falta.
Callado, ido, cómo gritaba sentía a mi silencio, una respuesta aquel buscaba, aun en su ahora esperanza falsa.
Caía, lo sentía. Sentimiento aquel perenne, alegría aquella que muerte daba, que me alegraba siempre, juramento aquel que regocijo prometía, en su inmune alma, mientras bebía, su cobijo encontró en su pasado, ahora inerte, a una vida mirando de frente, vida aquella que desprende gotas de sangre agotadas, que a gota y gota daba, y narraba, a su inconsciencia que alguna vez feliz fue, que lo pudo ver, que alguna vez respiraba.
Triste la noche cantaba, la agonía arparía mi piel al amanecer el día. Pensar quisiera que la locura lo cura todo. Me invaden de tenerte las ganas, las ansias, ahogado en mi bendita apatía.
Lloraba, sentía nuestra historia. La estrofa en sus versos sigue siendo obvia.
Lloraba, sentía, y por cada que, cerca te veía en mi memoria, me moría. Solo moría.

Como un grito al silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora